La lozana musulmana
Un pe?asco de Rascafr¨ªa evoca la leyenda de una sarracena que all¨ª se lavaba y enamor¨® a un cristiano
En los siglos medios, el aseo personal de la mujer era cualquier cosa menos una cosa personal de la mujer. La higiene femenina constitu¨ªa una declaraci¨®n p¨²blica de vanidad, de impudicia y, ya puestos, de concupiscencia y aun cuando no lo fuera, ah¨ª estaba el ejemplo de la casta Susana, que por querer ba?arse en su jard¨ªn, hab¨ªa dado ocasi¨®n a dos viejos lascivos para que la acusaran de adulterio (Daniel 13,17). Es el mismo paralogismo que llev¨® a Calder¨®n, en El purgatorio de San Patricio, a ubicar en el infierno a las amigas de lavarse: "Debajo del agua estaban / entre culebras y sierpes..., / helados ten¨ªan los miembros entre el cristal transparente, / los cabellos erizados / y traspillados los dientes..." En este hediondo contexto se sit¨²a la leyenda de la Pe?a de la Mora.
Reci¨¦n reconquistado
El hecho ocurri¨® -de dar cr¨¦dito a la conseja- en el siglo XIV, cuando el valle del Lozoya acababa de ser reconquistado y repoblado por duros colonos segovianos, medio cowboys, medio cruzados, que dorm¨ªan con un ojo abierto por temor a los moros rezagados. Y all¨ª fue que un joven cristiano, en servicio de vigilancia por los contornos de Rascafr¨ªa, descubri¨® una ma?ana a una sarracena, negra y hermosa como las noches del S¨¢hara, que, encaramada en un pe?asco, efectuaba sus abluciones como Al¨¢ la hab¨ªa tra¨ªdo al mundo, sirvi¨¦ndose de una concavidad de la c¨²spide donde el agua de lluvia se recog¨ªa cual si fuera una jofaina o almof¨ªa. Agazapado tras un zarzal, para no levantar la liebre, el cristiano la observaba d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, y la mora, que no era tonta, se dejaba mirar.De las miradas pasaron a los hechos; de la toilette, a la chambre; de la cima, al pie de la pe?a. All¨ª abr¨ªa su boca una gruta donde moraba la mora y donde, aprovechando las ausencias del esposo -un morazo tir¨¢nico y brutal-, la parejita comenz¨® a tener sus vis-¨¤-vis. Hasta que un d¨ªa, como es l¨®gico, el marido debi¨® de olerse la tostada -?cuerno quemado!-, porque la ninfa negra no volvi¨® a asomar viva de su escondrijo y el cristiano, harto de esperar, sigui¨® su ronda con esa cara de viernes que se les queda a los voyeurs.
La Pe?a de la Mora est¨¢ a dos kil¨®metros al noroeste del monasterio del Paular, a la vera del arroyo Cocinillas y a 1.180 metros, de altura, f¨¢cil de identificar por su situaci¨®n se?era a la orilla de una praderita y por su constituci¨®n caliza, que contrasta con las rocas metam¨®rficas -granito y gneis- del resto de la sierra. Por incre¨ªble que parezca, no figura en ning¨²n Tapa o gu¨ªa de senderismo, quiza porque su acceso natural, un camino que enfila monte arriba tras rodear la tapia meridional del monasterio, est¨¢ cerrado por las altas verjas candadas de una finca ganadera.
Rodeo desde Rascafr¨ªa
Existe, sin embargo, la posibilidad de dar un peque?o rodeo desde la vecina Rascafr¨ªa: saliendo por la cuesta del Chorrillo, entre las escuelas y el polideportivo, tiraremos inicialmente por la subida del Revent¨®n, siguiendo los jalones de, madera que la se?alizan hasta el que hace el n¨²mero 9, ya en pleno robledal de los Horcajuelos, para continuar entonces de frente, sin perder ni ganar altura, por un viejo camino de carros. A unos cuatro kil¨®metros del inicio, el camino -ya casi una trocha- desciende de s¨²bito a la vaguada del arroyo Cocinillas.Bajando por su margen derecha, a campo traviesa, entre robles, pinos, abedules y alg¨²n tejo secular, llegaremos en otro kil¨®metro a la pena, que se alza junto a un gran quejigo, con su gruta en la base y su palangana natural en lo m¨¢s alto, all¨ª donde el fantasma de la lozana musulmana -dicen- sigue ba?¨¢ndose al alba en cueros muertos, ya que no en cueros vivos.
En el siglo XIV a¨²n faltaban cinco para que Alexandre de Chaudfontaine escribiera Hygiene du mariage ou histoire naturelle de l'homme et de la femme mari¨¦s, postulando que la falta de higiene deber¨ªa ser causa de divorcio. En el siglo XIV, por lo visto, era el exceso de higiene el que hac¨ªa peligrar el matrimonio..., y la salud.
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