La memoria de Mir¨®
PILAR MIR? era desde siempre -no desde el desgraciado momento de su muerte, el pasado domingo- una personalidad fuerte, contradictoria, creativa y tambi¨¦n magn¨ªfica de la historia reciente de Espa?a. Sus m¨¦ritos est¨¢n tanto en su larga y fruct¨ªfera labor profesional como en su actitud ante la vida, con sus gratificaciones y sus miserias. Tratar por igual a esos dos impostores que son el ¨¦xito y el rev¨¦s es algo que pocos logran hacer, sobre todo en este fren¨¦tico mundo cultural, pol¨ªtico y medi¨¢tico en el que ella ha sido protagonista. Pilar Mir¨® lo logr¨® pese ala vulnerabilidad inevitable en una persona de su sensibilidad y, parad¨®jicamente, de su fortaleza: se defend¨ªa haciendo ostentaci¨®n de brusquedad, lo que le caus¨® problemas incluso entre quienes la quer¨ªan.Forma parte de los rituales propios de nuestra sociedad que cuando una persona como Pilar Mir¨® muere se multipliquen sus amigos. Algunos de los que pasaron el domingo y ayer por su casa, el tanatorio o la Almudena, en Madrid, no lo hab¨ªan sido tanto como ahora pretenden. Algunos la atacaron con crueldad cuando cometi¨® errores y otros no la ayudaron cuando ella lo hubiera necesitado, cuando hac¨ªa cine o cuando dirigi¨® RTVE.
Pilar Mir¨® era una de las mejores representantes de una generaci¨®n de mujeres espa?olas que abri¨® caminos y promovi¨® conductas que han hecho m¨¢s libre este pa¨ªs. Opt¨® claramente por la izquierda pol¨ªtica, a la que apoy¨® p¨²blicamente hasta el ¨²ltimo momento, con una concepci¨®n muy n¨ªtida del compromiso intelectual. Frente a los que se dedican ahora profesionalmente a trivializar la transici¨®n hacia la democracia, Mir¨® era la memoria de que la sociedad espa?ola ha tenido que luchar duramente contra sus enemigos. La mejor prueba de que Pilar Mir¨® ha sido una persona admirable est¨¢ precisamente en que tantos se presenten hoy como sus incondicionales.
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