Enajenaci¨®n
Cuando el comunismo era la ideolog¨ªa dominante entre los bien nacidos, las autoridades te¨®ricas condenaban el cine americano, las revistas del coraz¨®n, el f¨²tbol, y las bodas de las infantas, porque escond¨ªan bajo velos de organd¨ª la realidad del pueblo. Todos aquellos que hu¨ªan de la realidad se llamaban "enajenados" o "alienados", lo que coincid¨ªa con la totalidad de la poblaci¨®n mundial, excepto un pu?ado de intelectuales h¨²ngaros e italianos.Hacia 1968, muchos comunistas se percataron de que, huyendo de una realidad popular incomprensible, se hab¨ªan entregado al marxismo con el fin de olvidar que el pueblo ama el f¨²tbol, el cine americano, los tebeos y las bodas de las infantas. Incluso, una vez muerto el dictador e instaurada la democracia, se apreci¨® de golpe que el pueblo no estaba enajenado, as¨ª que los antiguos revolucionarios se dieron a lo rotundamente popular, y Tierno Galv¨¢n (campe¨®n de la lucha de clases hasta aquel momento) se convirti¨® en el cerebro de la movida madrile?a. Ya no hab¨ªa enajenaci¨®n.
Hoy, cuando ya casi toda la realidad (la popular y sobre todo la impopular) es virtual, algunos renovadores del comunismo como Julio Anguita luchan heroicamente para restaurar la enajenaci¨®n y devolv¨¦rsela a sus leg¨ªtimos propietarios. Anguita nos propone un futuro glorioso en el que todos volveremos a estar enajenados y a huir de la revoluci¨®n. Todos menos ¨¦l y ese colega suyo que lleva una bayeta colgando de la boca. Ya ha cosechado una primera victoria en las elecciones auton¨®micas: Galicia entera ha decidido enajenarse y no le ha votado ni Dios. Devolverle su enajenaci¨®n al pueblo gallego, ?qu¨¦ victoria!
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