Blair se euroenreda
"Quiero cambiar Europa". Poco despu¨¦s de esta tajante declaraci¨®n en una entrevista Tony Blair se ha enredado, con el riesgo de que Europa le cambie a ¨¦l. Por vez primera en su corto pero activo mandato, Blair y su Gobierno han dado la sensaci¨®n de confusi¨®n, de no controlar la situaci¨®n, o, al menos, de encontrarse pillados en serias contradicciones econ¨®micas y pol¨ªticas. Ante la perspectiva abierta por una pronta integraci¨®n en la moneda ¨²nica -que filtr¨® tres semanas atr¨¢s el Financial Times y que llev¨® a una subida de las bolsas y a una ca¨ªda de la libra-, Blair y su canciller del Exchequer, Gordon Brown, han tenido que echar el freno: no habr¨¢ integraci¨®n en la primera oleada, en 1999; y probablemente no habr¨¢ integraci¨®n en esta legislatura (que puede durar hasta la primavera del 2002). Esta vez, la libra subi¨® y cay¨® la Bolsa. En principio, nada ha cambiado. Vuelta a la casilla de partida. ?O no?Blair lo tiene dif¨ªcil. Hay razones poderosas que frenan una pronta decisi¨®n sobre la moneda ¨²nica. En contra de sus predecesores, no se trata de razones fundamentalistas respecto a la p¨¦rdida de soberan¨ªa, ni de que el Reino Unido no cumpla, de sobra, los principales criterios de Maastricht en materia de d¨¦ficit o inflaci¨®n. Incluso, con una mayor flexibilidad estructural de la econom¨ªa brit¨¢nica, incluido el mercado de trabajo, ¨¦sta estar¨ªa mejor preparada para vivir con tranquilidad en la moneda ¨²nica. El problema central es el ciclo econ¨®mico brit¨¢nico, que -m¨¢s pr¨®ximo al estadounidense- va adelantado respecto al continente y lleva a mantener unos tipos de inter¨¦s cuatro puntos por encima de los alemanes y una libra sobrevalorada. Entrar pronto en la moneda ¨²nica sin generar inflaci¨®n (lo que Maastricht no permitir¨ªa) obligar¨ªa a devaluar la libra, bajar los tipos de inter¨¦s y enfriar anticipadamente la econom¨ªa. Es decir, a un dur¨ªsimo ajuste fiscal, bien sea recortando el gasto e incumpliendo sus promesas de acci¨®n, bien subiendo los impuestos sobre la renta, probablemente en m¨¢s de 10 puntos: un imposible para el nuevo laborismo.
La entrada a m¨¢s largo plazo para el 2002, cuando empiecen a circular los billetes y monedas de euro y cuando los diferentes ciclos econ¨®micos pueden haber convergido, con suavidad, es para Londres una hip¨®tesis plausible. Pero Blair ha de cumplir antes, su promesa de un refer¨¦ndum. Lo cual complica la situaci¨®n y el calendario, si no quiere contaminar las pr¨®ximas elecciones.
Blair no, parece controlar la situaci¨®n, y la tristeza de esta semana- de su canciller del Exchequer, Gordon Brown, ferviente partidario del euro, as¨ª lo refleja. Brown ha anunciado una declaraci¨®n parlamentaria sobre esta cuesti¨®n para hoy mismo. ?Conseguir¨¢ as¨ª retomar la gesti¨®n de este endiablado calendario? Desde luego, el Gobierno de Blair ganar¨ªa mucha influencia en Europa si lograra adelantar no ya si, sino cu¨¢ndo, tiene la intenci¨®n de entrar en el euro.
De otro modo, el Reino Unido tiene mucho que perder. Pues su nueva opci¨®n europea perder¨ªa credibilidad. Ya la no participaci¨®n inmediata en el euro va a suponer una merma considerable de influencia, justamente en los a?os' de formaci¨®n de la uni¨®n monetaria, en que se van a tomar importantes decisiones y en que empezar¨¢ a funcionar el consejo econ¨®mico informal de los que est¨¦n dentro. Como bien sabemos los espa?oles, participar en el euro es una condici¨®n necesaria, si bien no suficiente, para influir en una UE que tiene otros temas de gran importancia en la agenda, desde las finanzas hasta la ampliaci¨®n, pasando por la reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n.
?Se va a limitar Blair a presidir -con buena fe e imparcialidad, como ha prometido a Helmut Kohl- el Consejo Europeo que en mayo pr¨®ximo ha de decidir qui¨¦nes pasan la selectividad y a qu¨¦ tipo de cambio renuncian a sus monedas nacionales en favor del euro? Ser¨¢ el punto culminante de la presidencia brit¨¢nica del Consejo de la UE. Pero a Blair no le gusta el papel de mir¨®n. Triste consuelo el de presidir sin participar. No es la mejor forma de cambiar Europa.
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