La mundializaci¨®n del crimen
Lacriminalidad no pod¨ªa escapar al destino global de los grandes procesos contempor¨¢neos. La convergencia tecnol¨®gica consecuencia de la numerizaci¨®n de los modos de transmisi¨®n, la convergencia econ¨®mica propia del mercado mundial y sobre todo la convergencia ideol¨®gica derivada de la mitificaci¨®n de la libertad de comercio hacen de la sociedad mundial una tierra de nadie presidida por la impunidad y particularmente propicia a la integraci¨®n criminal. Su identificaci¨®n con las caracter¨ªsticas del nuevo espacio mundial y su habilidad para utilizar sus condiciones y recursos explican la extraordinaria expansi¨®n de las multinacionales del crimen. La criminalidad inform¨¢tica, por ejemplo, ha dotado al malhechor de una prodigiosa ubicuidad mal¨¦fica que le permite intervenir en distintos lugares simult¨¢neamente con muy escaso riesgo, haciendo del crimen ubicuo el crimen casi perfecto. El perjuicio de 10.000 millones de d¨®lares anuales para las empresas norteamericanas que representa la pirater¨ªa inform¨¢tica dan idea de la magnitud del fen¨®meno.Las tradicionales cosa nostra, camorra, n'dragheta, los conocidos yakuzas japoneses y las triadas chinas, los carteles de Colombia y M¨¦xico, las organizaciones criminales rusas, turco-kurdas, italoamericanas, etc¨¦tera, representan un volumen econ¨®mico anual estimado en un bill¨®n de d¨®lares, tres veces superior al presupuesto nacional franc¨¦s (s¨®lo el producto mensual de operaciones mafiosas japonesas sobrepasa los 3.000 millones de d¨®lares), pero, sobre todo, m¨¢s del 50% de esta importante masa dineraria se inyecta en el circuito financiero internacional con una capacidad de producci¨®n de beneficios y de intervenci¨®n econ¨®mica cada vez m¨¢s imparable. Drogas, armas, prostituci¨®n (en especial infantil), blanqueo de dinero, emigraci¨®n clandestina, robos y sabotajes inform¨¢ticos y un largu¨ªsimo etc¨¦tera son objeto del crimen organizado con un excepcional poder de influencia en la esfera p¨²blica y en nuestras vidas cotidianas.
Pero las mafias no quieren conquistar el aparato del Estado sino fagocitario. Su comportamiento es puramente saprofito. Con excepci¨®n de alg¨²n escarceo electoral como el de Carlos Leder y Pablo Escobar en Colombia, lo que buscan las mafias es asegurarse la mayor libertad de movimientos mediante un intercambio de servicios con los poderes p¨²blicos y el pacto de complicidad que crea la corrupci¨®n. La colaboraci¨®n de los yazukas japoneses con la polic¨ªa de su pa¨ªs para combatir la delincuencia urbana se ha institucionalizado y la figura de Kuromaku desempe?a la funci¨®n de mediadora entre los medios mafiosos, la esfera econ¨®mica y la pol¨ªtica oficial. El caso extremo del general Noriega en Panam¨¢ poniendo, contra retribuci¨®n, todo un Estado al servicio del narcotr¨¢fico es infrecuente. No lo es en cambio la corrupci¨®n pol¨ªtica en las dictaduras y su disfuci¨®n en los pa¨ªses en desarrollo, as¨ª como las pr¨¢cticas corruptas que imponen en los pa¨ªses democr¨¢ticos las necesidades financieras de los partidos.
Lo que hace dif¨ªcil combatirlo, en particular desde la opci¨®n ideol¨®gica del radicalismo liberal. Porque lo mundial, se nos dice, tanto en sus espacios convencionales como en su versi¨®n ciberespacializada, es irregulable. La desregulaci¨®n mundial, a?aden, es una condici¨®n necesaria del progreso actual que conlleva disfunciones y desafueros, pero cuya eliminaci¨®n a golpe de reglas es siempre mucho peor. Lo que es falso e inaceptable. La lista de los pa¨ªses m¨¢s corruptos que publica cada a?o la ONG Trasnsparency International, las amonestaciones del FMI a Argentina y a Kenia advirti¨¦ndoles que para otorgar asistencia financiera se tendr¨ªan en cuenta par¨¢metros como la lucha contra la corrupci¨®n, la labor realizada por el Grupo de Acci¨®n Financiera Internacional contra el Blanqueo del Dinero, comienzan a producir resultados. Y ?qui¨¦n impide adoptar para las transacciones financieras electr¨®nicas los sistemas de control que funcionan para las operaciones bancarias? ?Por qu¨¦ no establecer un tribunal penal mundial y un derecho penal internacional que funcione efectivamente? Todo menos aceptar que libertad y crimen son, en la sociedad mundial, indisociables.
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