Alemania y el juicio a Papon

El proceso a Papon ha dejado de ser un timbre de gloria para la grande nation, sea cual sea su resultado. De momento, ya ha demostrado el creciente precio de las cuentas pendientes del pasado: cuanto m¨¢s tarden en pagarse, m¨¢s inter¨¦s acumulan. Supongamos que este hombre, que dio las ¨®rdenes para deportar a sus conciudadanos (jud¨ªos) a Auschwitz, ya hubiera sido juzgado en 1945. En tal caso, no habr¨ªa podido servir a los sucesores del r¨¦gimen de Vichy hasta De Gaulle, ni habr¨ªa sido prefecto de la polic¨ªa de Par¨ªs en 1961, cuando sus subordinados mataron a unos 200 manifestantes argelinos, a algunos a sangre fr¨ªa. ( ... ) Hay Papones en todas partes del mundo. Son los "d¨²ctiles ejecutores", que sirven a cualquier r¨¦gimen y a cualquier idea. ( ... ) Tambi¨¦n en Alemania muchos de ellos continuaron ocupando elevadas posiciones. Pero los alemanes tuvieron la fortuna hist¨®rica de que, a diferencia de los franceses, no pudieron eludir su pasado; ahora, ¨¦stos han sido alcanzados por ¨¦l. Sin embargo, al menos la mitad de la naci¨®n sigue sin querer saber nada de ¨¦l. ( ... ) Especialmente hiriente es la objeci¨®n del ex ministro Druon: s¨®lo Alemania se beneficiar¨¢ del proceso porque as¨ª podr¨¢ relativizar su propia culpa. Monsieur Druon se equivoca: ning¨²n Papon podr¨¢ jam¨¢s compensar un Eichman. El problema es otro: el de una naci¨®n con una imagen de s¨ª misma tan perturbada que valora m¨¢s el mito que la verdad. 24 de octubre