"No nos traig¨¢is prisioneros, vivos.?Matad!"
Relato de un polic¨ªa huido de Argel
Durante cuatro a?os, el inspector Abdessalam de la central de polic¨ªa de Argel vio a sus colegas ejecutando a prisioneros y observ¨® a los sospechosos agonizando mientras les quitaban las u?as bajo tortura. Algunos eran quemados con ¨¢cidos. Ahora desde el exilio, en Reino Unido, ha contado a The Independent que tuvo la suerte de escapar del asesinato de manos de la propia fuerza de polic¨ªa.En las puertas del hotel Sheraton de Belgravia, el inspector Abdessalam tiene toda la pinta de un polic¨ªa. Alto, receloso, potencialmente agresivo, estrechando la mano con una cortes¨ªa inc¨®moda. Y cuando cuenta su sangrienta historia lo hace con indiferencia, como un oficial que hace su informe, justo como cuando estaba a cargo del equipo de polic¨ªa de Dar al-Baida, cerca del aeropuerto internacional de Argel.
?l entr¨® en la polic¨ªa en 1981 -"quer¨ªa un trabajo respetable, quer¨ªa servir a la gente" dice-pero, igual que todos sus colega de la polic¨ªa argelina, las cosas empezaron a complicarse para Abdessalam en 1988, cuando las manifestaciones por la democracia fueron reprimidas por el Ej¨¦rcito y se atacaban las comisar¨ªas de polic¨ªa. Nunca le gust¨® el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS), cuya victoria en las elecciones de 1991 desemboc¨® en el Gobierno apoyado por los militares que cancel¨® los resultados y prohibi¨® a ese partido. Abdessalam vivi¨® en el barrio pobre de Kouba, pero tuvo que dejar- su casa y dormir en la comisar¨ªa cuando los agentes se convirtieron en objetivo.
"Est¨¢bamos aterrorizados", dijo mientras tomaba un caf¨¦ muy azucarado en el recibidor del Sheraton. "Cada d¨ªa mataban a amigos nuestros. No sab¨ªamos qu¨¦ hacer. Dentro de las comisar¨ªas fum¨¢bamos hach¨ªs. Todos los polic¨ªas lo hac¨ªan para tranquilizar los nervios. Tom¨¢bamos pastillas cuando sal¨ªamos a hacer operaciones nocturnas. Yo era entonces un conductor, y mis colegas disparaban a cualquier cosas que se moviera. Est¨¢bamos asustados. Cuando ten¨ªamos informaci¨®n de inteligencia, nuestros oficiales nos enviaban a una localidad y dec¨ªan: 'No nos traig¨¢is prisioneros vivos. ?Matad!' Esto ocurri¨® a lo largo de todo el a?o 1992. Vi a mis amigos matando a sangre fr¨ªa en las calles a supuestos islamistas. Sal¨ªamos dos o tres veces al d¨ªa" .
En marzo de 1994, el inspector Abdessalam y sus colegas fueron enviados al pueblo isl¨¢mico de Sidi Moussa, fuera de Argel, a las cinco de la ma?ana. "?ramos una gran fuerza, la gendarmer¨ªa y la polic¨ªa juntos. Rodeamos el pueblo y los disparos empezaron desde todas partes, por parte nuestra y de la guerrilla. Rodeamos el lugar y un grupo de asalto penetr¨®; ellos hicieron la matanza. Cuando ya hab¨ªa amanecido, sacaron los cuerpos, unos 90, incluidos los de tres mujeres, la mayor¨ªa muertos por balas o granadas lanzadas con antigranadas. Perdimos a tres hombres".
Quemados hasta la muerte
Sidi Moussa se convirti¨® m¨¢s tarde en el escenario de una salvaje matanza de mujeres y ni?os por parte de hombres de los que el Gobiemo dijo que eran miembros del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA). Pero Abdessalam recuerda mejor lo que ocurri¨® en Ben Zarga. "Fuimos all¨ª en 1994 despu¨¦s de que el espionaje supiera que un conocido terrorista llamado Milliani Mansouri [m¨¢s tarde muerto por las fuerzas de seguridad] estaba all¨ª con su familia. No les encontramos. Pero rodeamos la zona en la que estaba su casa de dos plantas. Disparamos con gases lacrim¨®genos a la casa. Dijimos a sus ocupantes por medio de altavoces que se rindieran. No hubo respuesta. As¨ª que empezamos a disparar con lanzagranadas. Al final result¨® que hab¨ªa tres ni?os, dos mujeres y un hombre. Todos fueron quemados hasta la muerte. Les enterramos all¨ª. No era nuestro trabajo llevamos los cuerpos".El inspector Abdessalam decidi¨® dejar Argelia hace dos a?os, al sentir peligrar su vida en su propio bando. "Empec¨¦ a sospechar que la mayor¨ªa de los polic¨ªas que mor¨ªan eran asesinados por las autoridades porque no estaban colaborando lo suficiente con el Gobierno. Muchos de mis amigos en la polic¨ªa fueron asesinados, a menudo en su casa. Algunas veces, los que hac¨ªan las matanzas eran seguidos por nosotros. Entraban en los barracones de la polic¨ªa, la mayor¨ªa en la zona de Benknoun. Cuando les ve¨ªamos, ¨ªbamos a la radio y pregunt¨¢bamos qu¨¦ ten¨ªamos que hacer. Y la voz volv¨ªa diciendo: 'Ten¨¦is que dejar la zona. La misi¨®n ha terminado".
EL PMS / The Independ¨¦nt
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