Disculpas
La sentencia del caso Filesa cierra un periodo que ha destruido gran parte de la confianza popular depositada en el partido socialista. Y la forma en que sus l¨ªderes reaccionan, neg¨¢ndose a aceptar sus consecuencias, hace temer que esa confianza a¨²n tardar¨¢ mucho en poder recuperarse. Todav¨ªa pod¨ªa disculparse que, mientras el caso siguiera sub judice, los responsables del PSOE se resistieran a reconocer su vinculaci¨®n con los hechos juzgados. Pero lo que ya no tiene disculpa posible es que se empecinen en seguir eludiendo su responsabilidad cuando ya existe sentencia firme. Semejante t¨¢ctica no s¨®lo demuestra poca valent¨ªa sino que adem¨¢s parece pol¨ªticamente suicida.Cuando estall¨® el esc¨¢ndalo, hace ya seis a?os, los socialistas empezaron por rechazarlo todo, sosteniendo que se trataba de un invento de la prensa. Despu¨¦s, cuando las revelaciones continuaron, escurrieron el bulto ampar¨¢ndose en la doctrina de la presunci¨®n de inocencia, inaplicable a la responsabilidad pol¨ªtica. Por ¨²ltimo, cuando el informe de los peritos de Hacienda despej¨® cualquier duda, se ampararon en el garantismo jur¨ªdico, aplazando su reconocimiento de los hechos hasta tanto no hubiese finalizado el procedimiento judicial. Estaban en su derecho, y los ciudadanos, aunque nos cre¨ªamos merecedores de alguna explicaci¨®n, respetamos esa l¨ªnea de defensa.
Pero esa t¨¢ctica de escurrir el bulto negando la evidencia ya no tiene sentido. Una vez pronunciado el veredicto del Supremo, ha llegado la hora de dar por fin la cara, ofreciendo a la ciudadan¨ªa las explicaciones evitadas hasta ahora con argucias dilatorias. Afortunadamente, el nuevo secretario general lo comprendi¨® as¨ª, leyendo a las pocas horas de conocerse la sentencia un comunicado donde ped¨ªa disculpas en nombre de toda la ejecutiva. Es un gesto que le honra, aunque tan matizado que parec¨ªa dicho con la boca peque?a. Pero enseguida han surgido otros gestos que neutralizan la valiente actitud de Almunia. Los guerristas descalifican la sentencia acusando de prevaricaci¨®n a la Sala Segunda, a la espera de hacerse perdonar por quienes se van a comer un marr¨®n que parec¨ªa de su exclusiva responsabilidad. Y los capitanes catalanes se solidarizan con su l¨ªder, que se resiste a dimitir de la ejecutiva asumiendo su responsabilidad pol¨ªtica.
Al exhibir airadas protestas, de inocencia que rechazan el veredicto de culpabilidad, los socialistas se comportan como ni?os cogidos en falta que porf¨ªan en decir "yo no he sido" contra toda evidencia. As¨ª demuestran no s¨®lo su desprecio por nuestra inteligencia sino algo peor todav¨ªa: que se creen inmunizados por alg¨²n privilegio de casta que les otorga derecho a burlar la ley con impunidad (vicio ¨¦ste que parece com¨²n a toda la clase pol¨ªtica). Pero no hay que dejarse impresionar por una indignaci¨®n tan teatral que s¨®lo parece destinada a despistar, procur¨¢ndose una coartada que les exima de cumplir con el deber que m¨¢s les atemoriza: el de dar la cara ante la ciudadan¨ªa, ofreciendo alguna respuesta que nos explique su pasada conducta. Pues mientras no lo hagan as¨ª, continuar¨¢ la p¨¦rdida incontenible del poco cr¨¦dito pol¨ªtico que a¨²n les queda intacto a los socialistas.
Y no vale decir, como algunos sostienen, que quienes piden explicaciones son hip¨®critas interesados, pues somos legi¨®n quienes las exigimos en defensa del propio proyecto socialista que dec¨ªan representar. Como el caso ya no est¨¢ sub judice sino que ha sido penalmente resuelto ahora carecen de excusa para seguir eludiendo su deber de confesar aquella financiaci¨®n irregular (que ni siquiera es punible seg¨²n la jurisprudencia del Supremo). Quienes lideraban el partido cuando ocurrieron los hechos nos deben una explicaci¨®n. Y deben hacerlo aun a costa de su desprestigio personal, pues lo ¨²nico que cuenta es el futuro de su partido, entendido como instituci¨®n esencial para nuestro sistema pol¨ªtico. No ser¨ªa de recibo que para salvar la dudosa honra de ciertos santones se tirase por la borda la memoria hist¨®rica y el destino com¨²n de todos aquellos que alguna vez confiaron en ellos.
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