El renacimiento de la ¨®pera napolitana
El entra?able y recordado antrop¨®logo Julio Caro Baroja escribi¨® en diciembre de 1983 en este peri¨®dico un apasionado art¨ªculo narrando las sensaciones experimentadas en su primer viaje a N¨¢poles. El entusiasmo que mostraba era contagioso, llegando a afirmar que "el ¨²ltimo reducto del esp¨ªritu griego en Europa no se halla ni en Grecia ni en los departamentos de filolog¨ªa o arqueolog¨ªa cl¨¢sica de las grandes universidades, sino en N¨¢poles. Se imagina mejor a S¨®crates deambulando por un mercadillo o plazuela napolitana e iniciando un di¨¢logo con alguna persona humilde, que sentado entre grandes helenistas de Berl¨ªn o de Oslo". La dimensi¨®n napolitana del esp¨ªritu griego emanaba, para Caro Baroja, de un irresistible equilibrio entre raz¨®n, pasi¨®n, belleza f¨ªsica, genialidad y vitalidad.No resulta dif¨ªcil imaginar a un S¨®crates reencarnado en N¨¢poles. En un reciente viaje el esp¨ªritu del pensador griego yo he cre¨ªdo encontrarlo en la figura del m¨²sico Antonio Florio, uno de esos personajes con cara de no haber roto nunca un plato pero que encierra, en su bondadosa sencillez, una sabidur¨ªa perturbadora. Florio es el director de la Cappella della pieta dei Turchini, un grupo que desde hace 10 a?os est¨¢ escarbando en la recuperaci¨®n de la m¨²sica napolitana del XVII y XVIII, y en particular en la ¨®pera bufa, desde un centro de investigaci¨®n y pedagog¨ªa de m¨²sica antigua en que se estudian desde la educaci¨®n t¨¦cnico-respiratoria y teatral del canto tradicional barroco en dialecto napolitano hasta la gestualidad y movimiento en el teatro musical europeo de la ¨¦poca, o las t¨¦cnicas instrumentales. Bari, Pal¨¦rmo y N¨¢poles han sid¨® los lugares que han acogido las primeras versiones modernas de las tres ¨®peras que se conservan -II schiavo di sua moglie (1671), La Stellidaura vendicante (1674) y La colomba ferita (1670)- de Francesco Provenzale, el m¨²sico napolitano m¨¢s influyente del XVII, y Bari, asimismo, ha realizado la primera producci¨®n moderna de La cinta cameriera (1738), de Gaetano Latilla.
En Barcelona, Florio y su Cappella actuaron el pasado mayo dentro del XX festival de m¨²sica antigua, con una selecci¨®n de fragmentos de ¨®pera bufa napolitana de Vinci, Leo y otros, base de un disco que aparecer¨¢ a mediados de este mes editado por el din¨¢mico sello Opus III, dentro de un programa de 10 grabaciones del grupo napolitano dedicadas a los tesoros musicales de su ciudad que ir¨¢n apareciendo paulatinamente hasta el a?o 2000. La verdadera talla art¨ªstica de la Cappella dei Turchini se percibe, en cualquier caso, vi¨¦ndoles y escuch¨¢ndoles en una obra completa. La energ¨ªa que vuelca en sus actuaciones es tan electrizante que no s¨¦ si el disco har¨¢ justicia a su seducci¨®n en vivo. El aire entusiasta del mejor teatro independiente se ve acompa?ado de rigor estil¨ªstico y filol¨®gico gracias a respaldos permanentes musicol¨®gicos (Dinko Fabris),o hist¨®rico-teatrales (Federica Castaldo), haciendo as¨ª posible el milagro de esta reinvenci¨®n del esp¨ªritu socr¨¢tico.
La renovaci¨®n italiana de la interpretaci¨®n de la m¨²sica antigua ve as¨ª una ramificaci¨®n m¨¢s a a?adir a las de Fabio Biondi y Europa Galante con Vivaldi y Boccherini, Il giardini Arm¨®nico, con Vivaldi, y Rinaldo Alessandrini y el Coincerto italiano con Monteverdi o Frescobaldi. El auge, de la ¨®pera napolitana no se limita a Italia y ah¨ª est¨¢n, por ejemplo, la inclusi¨®n de una ¨®pera de Provenzale en la temporada de ¨®pera de Bruselas o el reciente registro discogr¨¢fico de una ¨®pera de Traetta por Ren¨¦ Jacobs, con la espa?ola Mar¨ªa Bayo de protagonista.
No s¨¦ si N¨¢poles conseguir¨¢ alg¨²n d¨ªa volver a exhibir el esplendor musical del que goz¨® en otras ¨¦pocas, y del que dan idea los cuatro conservatorios que ten¨ªa en el siglo XVIII, el teatro San Carlo (1737) o los nombres de Farinelli, Provenzale, Gesualdo, Scarlatti, Pergolesi, Cimarosa, Rossini, Donizetti o Tosti, todos ellos ligados de una u otra forma a la ciudad del Vesubio. El renacimiento del barroco napolitano, en la forma en que se est¨¢ haciendo, abre nuevas y oportunas v¨ªas de reencuentro con las ra¨ªces. Es un paso importante para recuperar glorias perdidas. La recepci¨®n entusiasta de un p¨²blico en gran medida joven a estas iniciativas a?ade un est¨ªmulo suplementario muy gratificante.
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