China y Rusia reforzar¨¢n el comercio bilateral, fruto de su nueva alianza estrat¨¦gica
Bor¨ªs Yeltsin no dio ayer muestras de resaca en la ciudad de Harb¨ªn, pero la fiesta de la noche anterior en Pek¨ªn debi¨® de ser sonada. Seg¨²n su portavoz, Sergu¨¦i Yastrzhembski, el presidente ruso y el chino, Jiang Zemin, bailaron y cantaron como viejos amigos. Celebraban, relajados y fuera de todo protocolo, el resultado de su quinta cumbre en menos de seis a?os, durante la cual se anunci¨® la demarcaci¨®n definitiva de los m¨¢s de 4.200 kil¨®metros de frontera oriental y se acord¨® reforzar los intercambios comerciales. Ambos demostraban haber establecido "una magn¨ªfica relaci¨®n personal".
"La atm¨®sfera result¨® ¨²nica para una visita de Estado", dijo la misma fuente. No hay ninguna duda. Jiang Zemin se arranc¨® con una canci¨®n popular rusa, rememorando tal vez sus tiempos de estudiante en Mosc¨². El presidente chino, que ya demostr¨® en su reciente viaje a Estados Unidos una clara afici¨®n por la far¨¢ndula, bail¨® adem¨¢s con la hija y principal asesora de Yeltsin, Tatiana, mientras la orquesta atacaba La bella durmiente, de Piotr Chaikovski. Tambi¨¦n bail¨® el propio Yeltsin, y los dos viceprimeros ministros, Bor¨ªs Nemtsov y Li Lanqing, entonaron a d¨²o Noches de Mosc¨².Es un clima que ilustra a la perfecci¨®n esa "magn¨ªfica relaci¨®n personal" de la que tanto alardean los dos jefes de Estado y que ha permitido olvidar las fricciones surgidas por el hecho de que Yeltsin liquidara en 1991 la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Ahora, el esp¨ªritu que domina es el de llevarse bien y hacer negocios juntos, olvidando, al menos oficialmente, m¨¢s de tres siglos de conflictos y recelos. La "asociaci¨®n estrat¨¦gica", no dirigida contra ning¨²n tercer pa¨ªs, y la oposici¨®n a un "mundo unipolar" terminan de dise?ar el esquema de relaciones.
La cumbre de Pek¨ªn no s¨®lo ha cerrado el contencioso fronterizo (tan s¨®lo falta la demarcaci¨®n de 55 kil¨®metros en el Oeste), sino que ha permitido suscribir un acuerdo marco para la conducci¨®n del gas de la regi¨®n siberiana de Irkutsk hasta China, primero, y hasta Corea del Sur y Jap¨®n, despu¨¦s. Ser¨¢ un contrato de m¨¢s de 10.000 millones de d¨®lares.
Se trata, en definitiva, de ampliar los intercambios comerciales, que ahora apenas si superan los 6.000 millones de d¨®lares anuales y que se quiere ampliar hasta 20.000 millones para el a?o 2000. Hay margen para ello. Rusia tiene tambi¨¦n mucho que aprender de China, como se?alaba en Pek¨ªn el presidente del c¨ªrculo de empresarios, Arkadi Volski, para quien resulta muy significativo que, en los ¨²ltimos a?os, haya habido 135.000 millones d¨®lares de inversi¨®n extranjera en China, el triple que en Rusia. En su opini¨®n, el motivo es muy claro: "La estabilidad econ¨®mica y pol¨ªtica y que a nadie se le ocurre poner aranceles a posteriori". Como en Rusia, le falt¨® decir. "Y eso", a?adi¨®, "a pesar de las denuncias en Occidente de violaciones de los derechos humanos en China".
Yeltsin, al que acompa?aban los gobernadores de las regiones rusas lim¨ªtrofes con China, puso ayer el ¨¦nfasis en Harb¨ªn en la necesidad de dar un nuevo impulso al comercio entre ambos lados de la frontera, en declive en los dos ¨²ltimos a?os tras un espectacular crecimiento (al igual que el contrabando) en los 10 anteriores. Esta ciudad, de m¨¢s de dos millones de habitantes, es la capital de la provincia china de Heilongiang, la antigua Manchuria, que tiene el 70% de la frontera com¨²n, y fue fundada hace 99 a?os por los constructores rusos del ferrocarril a Vladivostok. Tras la revoluci¨®n fue refugio de miles de blancos.
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