Literatura contra sexo
?sta es una obra antigua (1987) y acreditada de uno de los m¨¢s famosos autores de teatro de Latinoamerica., Roberto Cossa. Se llama Yepeto; es decir, el nombre del carpintero viejecito y con unos lentes sobre la punta de la nariz que cre¨® a Pinocho (con la pronunciaci¨®n fon¨¦tica argentina e italiana: en el original se escrib¨ªa Gepeto). El actor Juan Antonio Quintana le recuerda vagamente desde una caracterizaci¨®n muy somera. Equivale a trasladar a la actualidad de este siglo el eterno mito de Pigmali¨®n.El viejo profesor de literatura tiene una alumna, Cecilia, que no aparece en escena, pero en torno a la cual gira toda la obra, como en otros casos teatrales y cinematogr¨¢ficos de rebequismo. Y la alumna tiene un novio, que es un atleta guapo y fuerte, Antonio: y ¨¦ste s¨ª aparece en escena en todo su esplendor. Quiero decir absolutamente desnudo, y lo indico por si puede ser un aliciente para que muchas personas vayan a verle. No hay m¨¢s actores que estos dos: el viejo profesor, o Yepeto, que ha creado- vagamente a la chica, que puede sacar de ella una escritora importante y que, indudablemente, como Pigmali¨®n, se quiere acostar con ella, que tiene diecisiete a?os. Haza?a quiz¨¢ excesiva para un anciano que, como confiesa ¨¦l mismo, se orina encima algunas veces. Pero ella parece enamorada: por el prestigio literario del profesor.
'Yepeto'
De Roberto Cossa. Int¨¦rpretes, Juan Antonio Quintana y Carlos Domingo. Escenograf¨ªa, Mery Maroto. Puesta en escena, J. A. Quintana. Madrid, sala Olimpia.
. El problema que se plantea es el antiguo caso moral espa?ol de la ni?a y el viejo: muchos de nuestros autores, desde, por lo menos, Cervantes -y, si busco, encontrar¨¦ precedentes; en los ap¨®logos orientales est¨¢ el origen de toda nuestra literatura- hasta nuestros d¨ªas, han planteado el tema y lo han resuelto en contra del viejo. Seguramente, para disimular: nunca han tenido mucho que ver los textos de los escritores espa?oles con su sensibilidad interna (ahora parece que se cuadra mejor) y m¨¢s con el pensamiento ¨²nico. En general, esta resoluci¨®n era liberal -en el buen sentido de la palabra- y redentora: se supon¨ªa que las ni?as, se teman que casar con los viejos ricos porque las obligaban sus padres, y nuestros autores quer¨ªan liberarlas de esta obligaci¨®n: dejarlas su libertad de elecci¨®n.
Ni riqueza ni coacci¨®n
En este caso no hay riqueza del viejo, ni coacci¨®n de ninguna clase. Hay en la chica invisible, por lo que cuentan ellos, un deslumbramiento intelectual por el profesor, una afinidad literaria de los dos talentos, un gusto por su conversaci¨®n burlona y sabia, que f¨¢cilmente puede considerarse como amor, palabra para la que caben muchas justificaciones. Pero se acuesta con el noviecito: desnudo ante espectadores y espectadoras, ante el viejecillo embriagado de ginebra y desesperaci¨®n parece ofrecer un espect¨¢culo grandioso, infinitamente superior. Y Roberto Cossa, traicionando a su clase de edad (n. 1934), inclina a la galateilla de Buenos Aires por el t¨ªo bueno. Parece que es lo normal. Si fuese al rev¨¦s, el profesor ser¨ªa acusado de paid¨®filo y quiz¨¢ encarcelado.Esta dualidad f¨ªsica plantea tambi¨¦n un discursillo sobre la literatura y su poder. La obra termina con un "A la mierda la literatura!", como cierre de tesis, en el que se advierte que el viejo profesor mandar¨ªa al cuerno su saber y su prestigio para tener en sus manos a la chica. As¨ª empez¨® Fausto.
El di¨¢logo es divertido y ameno. Es m¨¢s bien mon¨®logo, sin menospreciar el segundo papel bien hecho por Carlos Domingo. Juan Antonio Quintana hace una buena creaci¨®n del suyo, tan simp¨¢tico como desagradecido, y deja entender todas y cada una de las finuras dialogantes, bromistas y penetrantes, del escritor Roberto Cossa. La obra tuvo buena acogida del p¨²blico.
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