Universidad y lucro
LO MENOS que se le debe pedir a una universidad, por privada que sea, es que no sacrifique la calidad de la ense?anza a una necesidad de negocio convertida en desmedido af¨¢n de lucro. Porque muy mal negocio es considerar la libertad de c¨¢tedra y el rigor docente aspectos secundarios de la actividad universitaria, cuando son ni m¨¢s ni menos que su fundamento. Al menos para la sociedad que delega en una universidad privada estas actividades capitales para su desarrollo.Una juez de Madrid ha sentenciado que la universidad privada Alfonso X el Sabio ha despedido indebidamente a cinco profesores, a los que acusaba de varias faltas que no ha probado, como escasa dedicaci¨®n a los alumnos, impuntualidad o cr¨ªticas a la empresa. Las sentencias desmontan las acusaciones y atribuyen los despidos al hecho de que los profesores no obedecieron la consigna de suspender menos. Adem¨¢s, la juez dictamina que la empresa ha vulnerado el derecho constitucional de la libertad de c¨¢tedra. El caso es m¨¢s amplio. La universidad despidi¨® a nueve profesores y no renov¨® el contrato a otros 16, la mayor¨ªa procedentes de las ¨¢reas de Matem¨¢ticas y F¨ªsicas. Los afectados han asegurado que se les exigi¨® m¨¢s aprobados para evitar una fuga de alumnos y el consiguiente quebranto econ¨®mico a la universidad. Es razonable preguntarse sobre la competencia de un profesor que suspende demasiado, pero no lo es pedirle que apruebe para mejorar balances. Eso es cualquier cosa menos ense?anza superior.
No todas las universidades privadas son iguales: las hay buenas, malas y regulares. En conjunto s¨®lo albergan al 4% de los universitarios espa?oles, pero su proliferaci¨®n en los ¨²ltimos tiempos (por otra parte, pareja a la de las p¨²blicas) ha provocado una grave preocupaci¨®n en la comunidad universitaria, hasta el punto de que autoridades y rectores se plantean la conveniencia de modificar la normativa para endurecer los requisitos. No es mala idea para evitar que las universidades creadas con af¨¢n de lucro y las basadas en criterios localistas y electorales destrocen el mapa universitario. Pero tampoco estar¨ªa mal controlar estrictamente el cumplimiento de las normas vigentes o impedir que cuando la Comisi¨®n Acad¨¦mica, del Consejo de Universidades rechace un nuevo proyecto venga luego un Gobierno auton¨®mico y lo apruebe.
Un objetivo fundacional de la Universidad es la investigaci¨®n, funci¨®n desempe?ada casi exclusivamente por los centros p¨²blicos. Aparte de esta tarea, cualquiera puede montar una universidad privada si la concibe como una academia. Eso es malo. Pero es peor que s¨®lo la entienda como un negocio. Acaba siendo un negocio de patas muy cortas.
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