Tiempo de trabajo y creaci¨®n de empleo
Cuando los sindicatos firm¨¢bamos en abril de este a?o el compromiso de negociar en el plazo de un a?o sobre el tiempo de trabajo no sospech¨¢bamos que poco despu¨¦s distintas iniciativas francesas e italianas iban a llevar al primer plano del debate esta cuesti¨®n. La negociaci¨®n que quer¨ªamos desarrollar con tiempo y cautela, conscientes de su complejidad, se ve azotada hoy por un vendaval de opiniones y propuestas que nosotros no podemos ignorar.Para que quede clara desde el principio mi posici¨®n, quiero insistir en varias ideas: el objetivo central es la creaci¨®n de empleo; es necesario un papel activo de los interlocutores; el Gobierno y los legisladores no son ajenos a la resoluci¨®n de este debate; la reducci¨®n del tiempo de trabajo es posible; y las organizaciones sindicales tenemos propuestas para avanzar en esta l¨ªnea.
La reducci¨®n del tiempo de trabajo debe tener como objetivo fundamental la creaci¨®n de empleo. Este compromiso de las organizaciones sindicales CC OO y UGT con las empresariales CEOE y CEPYME, plasmado en los acuerdos de abril, muy anterior al debate surgido en Francia y en Italia, nace precisamente de nuestro mutuo convencimiento de que no basta asegurar el crecimiento econ¨®mico para corregir una tasa de desempleo que sigue rozando el 21%.
Subrayar este objetivo, la creaci¨®n de empleo, cuando se habla de la reducci¨®n del tiempo de trabajo, no es balad¨ª. Si nuestros objetivos fueran mejorar la calidad de vida, avanzar en la integraci¨®n de hombres y mujeres en la esfera de lo privado o mejorar la salud laboral disminuyendo la exposici¨®n al riesgo, bastar¨ªa una ley de aplicaci¨®n directa, general e inmediata que redujera la jornada. Pero mucho me temo que no asegurar¨ªamos la creaci¨®n de empleo.
Las distintas experiencias sindicales recogidas en toda Europa nos dicen que s¨®lo entre el 20% y el 50% de la reducci¨®n del tiempo de trabajo se traduce en empleo sin ser absorbida por el incremento de la productividad. De lo que se trata es de actuar para que el m¨¢ximo porcentaje posible de reducci¨®n de horas se transforme en generaci¨®n de empleo, y para ello hay que considerar en cada sector y en cada empresa la productividad, la organizaci¨®n del trabajo, los salarios. En definitiva, asuntos que tocan de lleno el contenido de la negociaci¨®n colectiva.
Por eso insistirnos en que, con independencia de otras medidas, siempre ser¨¢ necesaria una participaci¨®n activa de las organizaciones sindicales en los procesos de negociaci¨®n para garantizar que efectivamente caminamos en la direcci¨®n adecuada, y as¨ª lo hemos recogido en los criterios que estamos dando ya para la negociaci¨®n colectiva de 1998. Y por lo mismo, para CC OO tiene una indudable importancia el proceso de negociaci¨®n iniciado ya con las confederaciones empresariales. Un proceso que deseamos ver culminado en un acuerdo que impulse medidas sobre tiempo de trabajo para, sin dificultar el funcionamiento de las empresas sino todo lo contrario, generar m¨¢s empleo y de m¨¢s calidad.
Parecer¨ªa que si es la negociaci¨®n colectiva la pieza fundamental de este tablero, que nos permitir¨ªa asegurar el v¨ªnculo entre reducci¨®n de tiempo de trabajo y creaci¨®n de empleo, ni el Gobierno ni las actuaciones legislativas tendr¨ªan nada que hacer. Pero es ¨¦sta una visi¨®n parcial e interesada.
Quien as¨ª lo afirma quiere ocultar que sobre el tiempo de trabajo ya hay legislaci¨®n. Una ley como el Estatuto de los Trabajadores (que establece el tope de 40 horas semanales) o normas sobre jornadas especiales son buena prueba de ello, y es su previa existencia y sus regulaciones las que nos condicionan en la negociaci¨®n colectiva. Baste saber que el Estatuto remite al menos 10 asuntos sobre jornada a la regulaci¨®n por convenio; o que la norma sobre jornadas especiales remite otros 19 asuntos a los convenios. En definitiva, que la negociaci¨®n colectiva se basa, y as¨ª debe hacerlo, sobre un soporte legal. Pero es curioso observar c¨®mo los que reclaman la intervenci¨®n inmediata de un Gobierno para regular aspectos como la contrataci¨®n o el coste de los despidos, le piden ahora a gritos al mismo Gobierno que no haga nada. Y el Gobierno se deja querer. Tanto, que ni siquiera ha reaccionado hasta ahora a la petici¨®n de organizaciones sindicales y empresariales para actuar sobre las horas extraordinarias, y m¨¢s de uno de sus representantes se ha permitido despachar con cuatro gracias las propuestas por el empleo realizadas por los Gobiernos franc¨¦s e italiano, a pesar de duplicar en Espa?a la tasa media de desempleo en la Uni¨®n Europeo.
Al margen de c¨®mo lleguemos a la meta, debemos preguntamos si la hemos fijado en el lugar correcto, ya que algunos creen que s¨®lo podemos prosperar dejando las cosas como est¨¢n; es decir, siendo uno de los pa¨ªses europeos con mayor jornada y menor salario. Nosotros estamos convencidos de que no, es justo que un incremento de la productividad del 21% como el que se ha producido. en
Espa?a entre 1986 y 1996 se base en la persistencia de una alta tasa de desempleo como la que tenemos, sin que haya habido un proceso paralelo de reducci¨®n del tiempo de trabajo orientada a crear empleo.
Hay margen de productividad y hay margen de costes (los costes laborales en Espa?a son el 85% de la media europea) para traducir parte de estas ganancias en generaci¨®n de empleo. Incrementando nuestra capacidad productiva y negociando sobre la duraci¨®n de la jornada. Todo ello har¨¢, sin duda, que los debates en cada empresa sobre la producci¨®n, el empleo, la organizaci¨®n de traba o, jornadas m¨¢s flexibles, sean claves en los pr¨®ximos procesos de negociaci¨®n.
Sabemos que no todo lo que reduzcamos en jornada se traducir¨¢ en empleo, que siempre habr¨¢ una absorci¨®n por el incremento de la productividad. Pero, aun teniendo ¨¦sto en cuenta, cuando hablamos de reducir la jornada semanal a 35 horas desde las 39 que hoy tenemos como media en los convenios colectivos, estamos hablando de la posibilidad de contribuir a crear un m¨ªnimo de 270.000 puestos de trabajo a jornada completa, en la visi¨®n m¨¢s pesimista. El esfuerzo sindical por acercar el dato a la visi¨®n m¨¢s optimista y la combinaci¨®n con un tiempo parcial correctamente regulado nos lleva a considerar que la propuesta de las 35 horas nos llevar¨ªa en Espa?a a poder generar m¨¢s de medio mill¨®n de puestos de trabajo.
A ello deber¨ªamos sumarle un esfuerzo prioritario para erradicar las horas extraordinarias, buscando alternativas que las hagan innecesarias. Seg¨²n nuestros c¨¢lculos, se est¨¢n reconociendo m¨¢s de 92 millones de horas cada a?o, a las que habr¨ªa que sumar los millones de horas no reconocidas y muchas veces no pagadas. Convivir pac¨ªficamente con ello, por parte de las organizaciones sindicales, ser¨ªa inmoral adem¨¢s de injusto.
No quisiera terminar sin referir algunas propuestas, m¨¢s con la idea de mostrar que hay caminos que permiten la reducci¨®n de jornada que con la pretensi¨®n de hacer aqu¨ª un cat¨¢logo completo.
En primer lugar, la reducci¨®n de la jornada semanal. Con este primer objetivo de las 35 horas, pero siendo conscientes de que ello nos lleva a la discusi¨®n de la jornada anual y la regulaci¨®n de una distribuci¨®n flexible de la misma considerando, adem¨¢s, cuestiones como la semana de cuatro d¨ªas o turnos que reduzcan la jornada nocturna.
En segundo lugar, la extensi¨®n del trabajo a tiempo parcial, que en Espa?a apenas llega al 8% mientras que en la media europea alcanza el 16%, justo el doble. Pero un tiempo parcial que debe conllevar la inmediata resoluci¨®n de los problemas que ahora tiene en protecci¨®n social: s¨®lo podremos prosperar en su extensi¨®n como sistema voluntario para conciliar la vida personal y profesional si garantizamos que la protecci¨®n en situaciones de enfermedad y el acceso a una pensi¨®n contributiva se regula en t¨¦rminos adecuados.
En tercer lugar, extendiendo contratos de relevo que permitan la jubilaci¨®n parcial de mayores de 62 a?os y su sustituci¨®n parcial por j¨®venes parados.
En cuarto lugar, actuando de manera decidida frente a las horas extraordinarias. No s¨®lo buscando alternativas que las hagan innecesarias, sino introduciendo topes y la obligaci¨®n de su compensaci¨®n por descanso.
Y, en quinto lugar, promoviendo la utilizaci¨®n de permisos de media o larga duraci¨®n (para formaci¨®n, parentales, etc¨¦tera) que permitan la contrataci¨®n de una persona desempleada.
En definitiva, ante una situaci¨®n de desempleo como la que a¨²n arrastramos cualquier iniciativa debe ser considerada, cualquier idea es mejor que la instalaci¨®n en la resignaci¨®n. Por eso creemos que la cumbre de Luxemburgo debe abordar la reducci¨®n del tiempo de trabajo junto con otras medidas, como son los programas europeos de inversi¨®n, las pol¨ªticas activas de empleo, las de formaci¨®n profesional, etc¨¦tera, para que cuente con todos los instrumentos necesarios para la creaci¨®n de empleo.
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