Coartadas de dise?o
Vivir en un pueblo peque?o ofrece entre otras ventajas la posibilidad de encontrarse a menudo con el se?or alcalde, por ejemplo en la barra del bar, a la hora del aperitivo o del caf¨¦, para practicar el saludable y raro ejercicio de la democracia directa, expresando de forma clara lo que uno piensa sobre su gesti¨®n en general, o sobre alg¨²n aspecto de ella en particular. Para el edil, seg¨²n lo mire, esta ventaja se convierte a menudo en un inconveniente, un gaje m¨¢s de una de las profesiones m¨¢s antiguas del mundo, la de autoridad local.En Madrid, por ejemplo, esto no ocurre, yo al menos nunca me he encontrado con don Jos¨¦ Mar¨ªa en ning¨²n bar, ni siquiera me he cruzado con ¨¦l por la calle, todo lo m¨¢s nos hemos visto de lejos en alg¨²n acto protocolario, separados por un cord¨®n de seguridad que imped¨ªa un contacto m¨¢s personal. Es comprensible, entre los sacrificios que conlleva la alcald¨ªa de una gran ciudad figuran el de que su alcalde no pueda salir a la calle a darse una vuelta o ir a tomarse un caf¨¦ con los amigos sin ser abordado, interrogado, felicitado o denostado por los ciudadanos de forma masiva, intempestiva y en ocasiones peligrosa.
En los pueblos todos se conocen y casi todos conocen casi todo sobre todos los dem¨¢s y, en particular, sobre sus alcaldes. Esta transparencia se deja notar por ejemplo en la ajetreada vida pol¨ªtica de muchos pueblos de Madrid. En contraste con la opacidad y la rutina de la vida municipal capitalina, en los pueblos se producen constantemente mociones de censura, y se amontonan expedientes y contraexpedientes, sanciones, defenestraciones y defensas numantinas de la poltrona y el bast¨®n de mando.
En los pueblos, las siglas partidarias quedan muchas veces en segundo t¨¦rmino, se vota m¨¢s a las personas que al partido y alcaldes hay que sin dejar el sill¨®n han cambiado m¨¢s de una vez de bando y de alianzas o han optado por crearse su partido independiente y personalizado a la medida. En los pueblos de la Comunidad de Madrid la pol¨ªtica local es m¨¢s din¨¢mica, directa, apasionada e innovadora. Un ejemplo de esta ¨²ltima cualidad puede verse en el tema de las mociones de censura. Los alcaldes de Brunete, Fuente el Saz del Jarama, Navas del Rey y Ajalvir, dos del PP y dos independientes, han conseguido aplazar sine die las correspondientes mociones de censura de la oposici¨®n con innovadoras coartadas. El de Fuente el Saz ha dicho que nanay porque dos concejales de la oposici¨®n son primos, el de Ajalvir aduce que uno de los censurantes est¨¢ pendiente de juicio y adem¨¢s ¨¦l no ve motivos justificados para que quieran echarle por las malas. Por su parte, la independiente alcaldesa de Navas se muestra dispuesta a dejar el cargo, pero s¨®lo en manos de su amiga Teresa que es la n¨²mero dos de la lista popular, porque el n¨²mero uno no le cae nada bien. El independiente de Brunete es el m¨¢s contundente y expl¨ªcito, no convoca la moci¨®n porque no le sale de los mism¨ªsimos y adem¨¢s porque se lo ha tomado como un reto personal: "Les voy a demostrar que aun en solitario se pueden hacer cosas por el pueblo". Todo para el pueblo pero sin el pueblo es el lema del refractario y desp¨®tico edil que apostilla: "No voy a dejar el puesto hasta dentro de un tiempo".
Pero esta creatividad no nace espont¨¢neamente en el medio rural madrile?o. En los laboratorios del PP, sin ir m¨¢s lejos, existe un equipo de esforzados investigadores que inventan coartadas a la medida, coartadas de dise?o para sus alcaldes acosados. No hubi¨¦ramos sabido nada de tan abnegada y ¨²til misi¨®n si no hubiera sido por el ex alcalde de Humanes, inhabilitado finalmente por los tribunales para ejercer cargos p¨²blicos por haber eludido "torticeramente" una moci¨®n de censura en 1994, recusando a uno de los concejales de la oposici¨®n. Ha sido ¨¦l, al que la Comunidad premi¨® tras su alcaldada haci¨¦ndole director general de Asuntos Taurinos, el que antes de tomar la puerta ha sacado del anonimato a la jefa del negociado de coartadas, do?a Mercedes de la Merced, secretaria de organizaci¨®n municipal, a la que piensa pedir explicaciones por el mal resultado del producto antimoci¨®n que le recomend¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.