Una recta circular
Estamos en la segunda quincena de noviembre, el d¨ªa es corto y ha pasado San Mart¨ªn. Hace tiempo que el humo sobre los tejados forma parte del paisaje cotidiano y la respiraci¨®n pertenece al dominio p¨²blico condensada en fr¨ªas y limpias ma?anas. Hemos renovado el vestuario y todo empuja a esa recta de fin de a?o cuando nos lanzamos sobre lo que la naturaleza nos trae en oto?o, fruto de primavera y verano. Se ha iniciado la poda a la vez que el alumbrado de Navidad despliega su red sobre las calles m¨¢s c¨¦ntricas.La nostalgia de la ni?ez perdida y el gozo de los que a¨²n son permite a la mayor¨ªa olvidarse de lo ordinario para vivir la fantas¨ªa en noches luminosas de velas, reuniones, regalos y comidas. Poco a poco, casi sin damos cuenta, nos precipitamos a esa falsa representaci¨®n del fin del mundo y al renacer a la esperanza de un a?o m¨¢s.?Para todos? Aunque siempre lleno de buenos deseos, el nuevo a?o traer¨¢ nuevas vidas, pero otras se quedar¨¢n por el camino. Como tantas veces, el tiempo nos parecer¨¢ circular, se repetir¨¢n las estaciones y habr¨¢ un crecer y decrecer de las horas diurnas, pero ese saber que todo se acaba, que alg¨²n d¨ªa se romper¨¢ el c¨ªrculo para ser recta quebrada, dejar¨¢ una sombra que no puede borrar la luz de la Navidad. Seguir¨¢ habiendo personas que, sin valorar su propia vida, destruir¨¢n otras que no les pertenecen. Como si de un juego se tratara, con reglas truculentas, se acaba con la vida en nombre de la libertad. Pero en este juego hay una parte, invitada contra su voluntad, que nunca podr¨¢ volver a participar.
El tiempo, por s¨ª solo, no genera cordura y mata la esperanza. ?Nos traer¨¢n los Reyes Magos esa otra luz, de final del t¨²nel, tan necesaria para recuperar el sentido de la medida, para saber apreciar lo que de verdad vale una vida?
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