Vertebrar el di¨¢logo en la Universidad
La Universidad est¨¢ en ebullici¨®n. Los problemas y tensiones que se ven¨ªan larvando en los ¨²ltimos a?os han estallado e incluso protagonizan titulares de prensa. Sin embargo, la b¨²squeda de soluciones se ve bloqueada por la falta de canales y mecanismos de negociaci¨®n que articulen la participaci¨®n de todos los agentes. Sobre el papel existen organismos como el Consejo de Universidades, en el plano pol¨ªtico e institucional, o las juntas de personal y la Mesa Sectorial de Universidad, en el plano sindical y laboral, que deber¨ªan articular los debates y negociaciones. Pero estos canales resultan inoperantes por falta de regulaci¨®n adecuada.No es de extra?ar que parezcan y desaparezcan "coordinadoras" de afectados por diversos problemas de car¨¢cter laboral, a menudo monoteim¨¢ticas, siempre coyunturales y sin una perspectiva global de los problemas de la Universidad. O que act¨²en grupos de presi¨®n corporativos, como la Federaci¨®n de Asociaciones de Catedr¨¢ticos de Universidad (FACU). En el ¨¢mbito institucional, tambi¨¦n los rectores han organizado su propia coordinadora, la Conferencia de Rectores de las Universidades Espa?olas. (CRUE).
Quiz¨¢ sea esta falta de vertebraci¨®n de la negociaci¨®n en la Universidad una de las causas de que los problemas se eternicen hasta que acaban siendo noticia. As¨ª, desde los comienzos de la LRU se echa en falta un modelo de financiaci¨®n. Algo parecido puede decirse del sempiterno problema del profesorado no numerario (PNN), que la Administraci¨®n cifra en la mitad del total. Y respecto al cual Administraci¨®n, rectores y sindicatos coincidimos en la necesidad de afrontar inmediatamente este problema, habiendo alcanzado incluso, aparentemente, un amplio consenso alrededor de la propuesta lanzada y defendida por CC OO el curso pasado, basada en la creaci¨®n de una nueva figura de profesorado laboral de universidad (PLU). Pero el problema sigue pendiente.Sobre c¨®mo se ha llegado a esta situaci¨®n de desvertebraci¨®n, la historia de los ¨²ltimos decenios ayuda a comprenderlo. La demanda de participaci¨®n en los a?os setenta fue canalizada por la LRU a trav¨¦s de diversos ¨®rganos institucionales (juntas de gobierno, Consejo de Universidades), los cuales debieron asumir no s¨®lo la representaci¨®n acad¨¦mica e institucional, sino tambi¨¦n la laboral. Posteriormente, varias leyes introdujeron canales de representaci¨®n sindical, si bien nunca se regul¨® su articulaci¨®n con los ¨®rganos institucionales.
Este equilibrio inestable se mantuvo, no sin tensiones, hasta hace meses gracias a la actitud corresponsable de las partes involucradas, a trav¨¦s de m¨²ltiples contactos bilaterales. Pero se rompe ante la actitud prepotente de la ministra Esperanza Aguirre ("la pol¨ªtica universitaria la marca el MEC"), que a lo largo del curso pasado se enfrenta con los organismos de representaci¨®n pol¨ªtica, institucional, acad¨¦mica y sindical, al mismo tiempo que parece atender a determinados grupos de presi¨®n y asociaciones corporativas. Su repentino cambio de actitud del 24 de septiembre ("se requieren soluciones consensuadas") ha puesto a¨²n m¨¢s de manifiesto su desconfianza hacia los mecanismos org¨¢nicos establecidos por la normativa vigente, puesto que, para desencallar los problemas, ha improvisado una comisi¨®n MEC-CRUE al margen de los canales org¨¢nicos.
Quiz¨¢ tenga raz¨®n la ministra en que los actuales canales de negociaci¨®n son inoperantes. Pero la soluci¨®n no es otorgar representatividad a los grupos corporativos o crear deprisa y corriendo comisiones ad hoc. La soluci¨®n estriba en abordar la vertebraci¨®n de la negociaci¨®n en la Universidad, delimitando por un lado los canales de ¨ªndole pol¨ªtica, institucional, acad¨¦mica y laboral, definiendo por otro las competencias estatales, auton¨®micas y locales, y creando los mecanismos de articulaci¨®n entre todas ellas.
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