La pinza
El pasado 23 de noviembre, domingo de neblinas y recuerdos, la denominada Coordinadora de Colectivos de Lucha Aut¨®noma (en representaci¨®n de 22 asociaciones de la izquierda profunda madrile?a) convoc¨® una manifestaci¨®n para contrarrestar los actos previstos por la extrema derecha en el 22? aniversario de la muerte de Franco. Unas 5.000 personas acudieron a la cita en la glorieta de Atocha y su primer gesto fue detenerse en el n¨²mero 55 de esta calle, donde dejaron unos claveles en memoria de los abogados laboralistas asesinados a mediados de los a?os setenta. Bien hasta aqu¨ª. Luego, siguieron la marcha con direcci¨®n a Tirso de Molina, y durante el trayecto no faltaron los gritos de rigor, que, por cierto, convendr¨ªa ir renovando cuanto antes: a mi entender, la famosa frase "Vosotros fascistas, sois los terroristas" fue un gran invento del pueblo, y en su d¨ªa alivi¨® sobremanera el dolor de mucha gente, si bien hoy se ha quedado corta e interesar¨ªa a?adirle un "tambi¨¦n" en medio que reflejase con mayor acierto la realidad del momento. Este adverbio, por su tufillo sacr¨ªlego, escuece, innegablemente, y provoca cierta arritmia en la frase original, lo reconozco, pero los hechos son los hechos, y est¨¢ feo confundir a los historiadores con recados incompletos. Y en cuanto al lema "no pasar¨¢n" coreado asimismo en varios momentos de la manifestaci¨®n, basta echar un vistazo al pasado para comprender que trae muy mala suerte. Mejor no mentar la bicha.Sin embargo, no importa; no pasa nada, se entiende lo ocurrido: all¨ª se estaba a lo que se estaba (esto es, a chinchar a unos zopencos de mirada corta que a?o tras a?o se re¨²nen a gimotear por una momia en la plaza de Oriente) y es hasta cierto punto razonable que nos venciera el car¨¢cter festivo de la marcha. Lo que ya desconcierta un poco m¨¢s es el "servicio de autodefensa" establecido por los jefes de la coordinadora. Estaba compuesto por unas cincuenta personas, vestidas de negro, encapuchadas, la mayor¨ªa, y su principal empe?o, al parecer, consist¨ªa en impedir enfrentamientos con la polic¨ªa. Inteligente, eso de evitar roces con la polic¨ªa, puesto que ellos sacuden m¨¢s fuerte y tienen much¨ªsimos calabozos; sin embargo, el detalle de los uniformes negros, y sobre todo el asunto de los pasamonta?as, me dej¨® un p¨¦simo sabor de boca. Alguien debi¨® de ver alguna pel¨ªcula de comandos la noche anterior y se le fue la mano. No encuentro otra explicaci¨®n a la tonter¨ªa.
El caso es que, ya en Tirso de Molina, algunos tipos duros se soltaron el pelo -que no la capucha-, quemaron un par de banderas y, por ¨²ltimo, lanzaron unos gritos de apoyo a ETA. Y aqu¨ª terminaron de fastidiarlo todo. No por las banderas, que no sienten dolor, porque no son nada, sino por el significado de esos gritos turbios. Si no estoy equivocado, a nosotros no nos gustan los matones, ni los secuestros, ni las bombas-lapa, ni las pistolas, y, sin embargo, all¨ª, en plena manifestaci¨®n antifascista y libertaria, no todos pensaban igual.
Ciertamente, los gritos proced¨ªan de una minor¨ªa, e incluso fueron respondidos con algunos silbidos y abucheos, pero sin demasiada fuerza, sin verdadera convicci¨®n, como el que tuerce el gesto ante una trastada infantil. Y no: al igual que lo sucedido con Raimon en las Ventas, esos gritos, por s¨ª mismos, sirvieron para ensuciar sin remedio el esp¨ªritu de la convocatoria. De repente, el enemigo hab¨ªa entrado en casa y nadie le ech¨® a patadas. A decir verdad, todo empez¨® a ir mal desde el principio, porque un insumiso aut¨¦ntico no se deja manejar y elige muy bien sus compa?¨ªas. Un insumiso se alimenta de razones, de criterios insobornables, de pensamiento propio. Un insumiso ocupa casas vac¨ªas, se niega a que le aplasten en la mili, pero no se encapucha como un verdugo y, sobre todo, no consiente que cuatro gilipollas le utilicen para dar cubrir a unos pistoleros despiadados, tan flojitos de mollera como los que a esas mismas horas vociferaban en Bail¨¦n.
As¨ª, pues, el domingo 23-N, y durante unas horas, Madrid se convirti¨® en una especie de s¨¢ndwich mixto no muy rico de sabor. Junto a la rebanada de arriba, una loncha de jam¨®n: el cad¨¢ver, los franquistas, en definitiva. Y en la de abajo, queso, eso s¨ª, algo pasado y con unas puntitas de moho sumamente sospechosas. S¨ªrvase uno mismo.
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