De encuestas y sondeos
La democracia es un r¨¦gimen pol¨ªtico en el que el poder recae sobre quien concita una mayor¨ªa de voluntades a su favor. Por tanto, es vital para los que por ¨¦l compiten conocer con la m¨¢xima exactitud posible el ¨¢nimo de la poblaci¨®n. La democracia, en el fondo, es un mercado. De ah¨ª que sea tan ¨²til, conveniente (y provechoso para algunos) realizar y publicar sondeos y encuestas que midan peri¨®dicamente el estado de la opini¨®n.Esos sondeos est¨¢n hechos con garant¨ªas t¨¦cnicas suficientes para plasmar el parecer de la gente, en la medida en que la gente dice la verdad. No es de esos aspectos de los que hablaremos aqu¨ª, aunque tampoco sean inocentes. Por ejemplo, sabemos que una encuesta telef¨®nica tiende a dar determinados resultados que favorecen a un partido sobre otro, a diferencia de una encuesta personalizada en la calle. Escoger, pues, el tel¨¦fono o no es una opci¨®n t¨¦cnica que, en cierta medida, ya prejuzga un resultado pol¨ªtico. Pero, insisto, no es eso lo que aqu¨ª interesa, sino los aspectos morales y pol¨ªticos de la empresa.
Porque, por m¨¢s que los especialistas suelan defenderse de los ataques que se les dirigen argumentando que las encuestas son una instant¨¢nea de la opini¨®n y su valor predictivo debe someterse a todo tipo de cautelas, la verdad es que el valor de mercado, la raz¨®n por la que aqu¨¦llos las venden, es su capacidad de pronosticar, de averiguar el futuro. Es ¨¦sta una obsesi¨®n de los seres humanos. No s¨®lo en democracia, sino bajo todos los reg¨ªmenes, las gentes anhelamos averiguar qu¨¦ nos deparar¨¢ el porvenir. Lo ¨²nico que no podemos conocer, por no ser todav¨ªa, es lo que m¨¢s ansiamos saber. Por eso ha habido y han prosperado en todos los tiempos adivinos, augures, profetas, or¨¢culos, sacerdotes, astr¨®logos, nigromantes y encuestadores. Los ¨²ltimos llevan de ventaja a los anteriores que afirman, como Newton, que ellos no tienen necesidad de la hip¨®tesis de la existencia de Dios para proceder con su empe?o, pues ¨¦ste es cient¨ªfico. Lo ser¨¢, sin duda, hasta donde sean cient¨ªficas las ciencias sociales. Pero su resultado suele adolecer del mismo defecto que todos los or¨¢culos anteriores: son oscuros, anfibol¨®gicos y se prestan a muy diversas y hasta contradictorias interpretaciones.
El bar¨®metro de Demoscopia, por ejemplo, afirma no hacer proyecci¨®n respecto a resultados electorales, pero da la intenci¨®n de voto. ?Qu¨¦ es una "intenci¨®n"? La interpretaci¨®n es leg¨ªtima. Al fin y al cabo, en las cosas humanas existe la sospecha de que la verdad es cuesti¨®n de interpretaciones cruzadas. Y, en todo caso, hay mucha gente que se gana la vida interpretando los or¨¢culos. Pero ?qu¨¦ sucede cuando la interpretaci¨®n se hace ya donde se fijan los resultados que luego han de ser sometidos a interpretaci¨®n? ?Es esto tambi¨¦n leg¨ªtimo?
En una semana, este peri¨®dico ha publicado los resultados de dos encuestas, una del Centro de Investigaciones Soci¨®logicas (CIS) y otra de Demoscopia, que hablan de una diferencia en la intenci¨®n directa de voto al PSOE y al PP muy distinta: 1,6%, el CIS; 4,6%, Demoscopia, esto es, una diferencia del 3%, algo nada desde?able y que tiene consecuencias en la acci¨®n de los partidos, las opiniones y juicios de sus int¨¦rpretes y el estado de ¨¢nimo de quienes consumen esas interpretaciones y el d¨ªa de ma?ana votar¨¢n.
Y, como hay teor¨ªas para todos los gustos, cabe pensar cualquier cosa. Si aplicamos la teor¨ªa llamada underdog, el efecto de la ¨²ltima encuesta podr¨ªa ser encender los ¨¢nimos de los votantes del PSOE y animarles a dar un vuelco; pero si aplicamos la it's in the bag, el efecto ser¨ªa el contrario: desanimar a los seguidores socialistas, haci¨¦ndoles creer que el Partido Popular ya tiene ganadas las pr¨®ximas elecciones, con lo que, en efecto, las ganar¨ªa. ?Cu¨¢l de las dos teor¨ªas creemos que funcion¨® cuando en las elecciones de 1996 casi ninguna empresa bajaba de una diferencia de seis puntos a favor del PP hasta el ¨²ltimo momento?
La diferencia entre los dos resultados ahora anunciada es considerable, y apunta a la convicci¨®n generalizada de que, a m¨¢s de a?o y medio de gobierno del PP, ¨¦ste no ha conseguido. consolidar su posici¨®n, mientras que el PSOE mantiene la suya. En consecuencia, el resultado publicado por EL PA?S tiende a resolver esa incertidumbre en un sentido favorable al PP. Lo hace la misma empresa que ya se equivoc¨® a favor del mismo partido en las ¨²ltimas elecciones de 1996, y lo hace por encima de lo que el propio organismo p¨²blico dedicado a este gremio se permite. Es mucho or¨¢culo. Y plantea la necesidad de un debate p¨²blico sobre encuestas, sondeos, sesgo e instrumentalizaci¨®n.
En nuestro pa¨ªs, los sondeos y encuestas pol¨ªticos tienen tres procedencias: los partidos, los organismos p¨²blicos (CIS) y las empresas privadas. El cr¨¦dito que obtienen los resultados de las encuestas de los partidos suele ser bajo, por m¨¢s que a todos se nos alcance que el partido que haga mal sus sondeos es tan est¨²pido como el jugador que hace trampas en el solitario.
Los trabajos del CIS estar¨¢n siempre bajo sospecha de manipulaci¨®n desde el Gobierno de turno. Suele ser sospecha injusta, pues, pr¨¢cticamente desde siempre, el CIS, antes IOP, ha estado en manos de profesionales muy competentes y de gran honestidad personal. Pero se trata del precio que todo organismo p¨²blico paga en democracia.
Quedan las empresas privadas. Por naturaleza, ¨¦stas est¨¢n interesadas en obtener resultados fidedignos, porque les va en ello el cr¨¦dito y, por ende, la supervivencia. Salvo que, como sucede con alguna, entiendan que su supervivencia depende de fabricar resultados al gusto de la l¨ªnea pol¨ªtica del medio en que se publican. No siendo as¨ª, como es el caso en la mayor¨ªa de ¨¦stos, los resultados tendr¨¢n que ser fidedignos. Muchas veces, sin embargo, no lo son. Puede tratarse de meros errores o del car¨¢cter intr¨ªnsecamente mutable del ¨¢nimo humano. Puede. Pero tambi¨¦n esos errores levantan la sospecha de que no sean tales, sino resultado de aquellas interpretaciones de que antes habl¨¢bamos. Interpretaciones que pueden ser interesadas (?por qu¨¦ no?, ?por qu¨¦ se puede sospechar de los organismos p¨²blicos, de los partidos y no de las empresas privadas?) o hasta inconscientes, producto de la mentalidad, de los prejuicios, de la ideolog¨ªa del encuestador. ?O es que quienes dirigen empresas privadas no tienen pasado, no tienen o han tenido inclinaciones, intereses y hasta ambiciones pol¨ªticas?
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