A temblar
Ya podemos empezar a temblar. Colonias, cavas, turrones, coches, CD y juguetes van a invadir nuestros hogares a trav¨¦s de la peque?a pantalla. Pero lo peor no son los productos, sino la manera en que los anuncian. Para las ni?as, cocinas, planchas y beb¨¦s de pl¨¢stico a los que incluso hay que limpiar. Para los ni?os, balones de f¨²tbol y coches teledirigidos para vencer a sus amigos y ganarse la sonrisa de la ¨²nica ni?a que aparece en el anuncio. Para ellas, medias anunciadas por impresionantes modelos, y lo curioso es que ellas no miran el anuncio, miran la cara de bobos que se nos pone cuando nosotros los miramos. Para nosotros, coches que nos har¨¢n mejores que los dem¨¢s. Para t¨ªos y abuelos sirven los juegos a los que puede jugar toda la familia. Clasistas, sexistas y manipuladores, as¨ª son los anuncios. Pero, claro, los publicistas no tienen la obligaci¨®n de educar a nuestra sociedad. S¨®lo tienen que vender.- .
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