Los retos de la solidaridad ante el siglo XXI
Los habitantes de este mundo, cada vez m¨¢s entrelazado y complejo, estamos adentr¨¢ndonos en un proceso de globalizaci¨®n que aparece como imparable a la vez que cargado de incertidumbres. Pese a los innegables inmensos progresos civilizadores acumulados y a la creciente riqueza alcanzada, las disparidades entre los pa¨ªses m¨¢s y menos desarrollados se hacen cada vez m¨¢s abismales, adem¨¢s de bolsas de pobreza considerables en el seno de los pa¨ªses m¨¢s ricos.Junto a ¨¦stos y otros fen¨®menos de car¨¢cter colectivo, tambi¨¦n se observan las miserias de la marginaci¨®n y de la soledad lacerante, uno a uno, de millones de seres humanos, extra?os incluso entre los suyos m¨¢s pr¨®ximos pese a los valores ¨¦ticos y morales tantas veces proclamados en sus respectivos entornos.
Son cerca de mil millones de habitantes quienes sufren la amenaza constante o peri¨®dica del hambre, junto con una escas¨ªsima atenci¨®n sanitaria, en un medio ambiente cada d¨ªa m¨¢s deteriorado y al desamparo de los err¨¢ticos cambios clim¨¢ticos. Muchos de ellos se van hacinando en las ciudades, marginados en medio de una abundancia material insultante. De ah¨ª que la drogadicci¨®n o la violencia hagan presa abundante entre esas personas.
M¨¢s de tres cuartas partes de la humanidad vive actualmente gracias apenas a un escaso quinto de todos los recursos naturales disponibles en nuestro planeta. Alrededor de una cuarta parte de la poblaci¨®n mundial carece de agua potable. Un quinto de todos los habitantes vive con menos de un d¨®lar por d¨ªa, en medio de la mayor desesperanza mientras no se extienda la solidaridad gracias al conocimiento de estos problemas que a todos afectan. Estos son algunos de los hechos que han llevado a reconocer recientemente nada menos que a los responsables del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que el mundo est¨¢ ante una "bomba de relojer¨ªa" debido a la amenaza explosiva de su creciente pobreza.
Por nuestra parte, en el seno del Club de Roma, hace ya unos cuantos a?os que hemos estudiado y debatido esta peligrosa realidad y tendencia, anticipada en dos informes (La revoluci¨®n de los desamparados y El esc¨¢ndalo y la verg¨¹enza de la pobreza), en los que se advert¨ªa que qui¨¦n sabe si un d¨ªa, haci¨¦ndose eco de aquel grito ya lejano de "?Proletarios del mundo un¨ªos!", que tanto da?o y dolor ha tra¨ªdo, no surgir¨¢ otra proclama, esta vez "?Pobres del mundo un¨ªos!", que har¨ªa estremecer a los olvidados de la Tierra y temblar de pavor a los privilegiados.
Y, sin embargo, el mundo est¨¢ hoy m¨¢s que nunca cargado de razones para la esperanza y de logros en la buena direcci¨®n. Sobre todo, cada vez son muchos m¨¢s quienes ya no esperan s¨®lo de la Administraci¨®n p¨²blica la soluci¨®n a los problemas propios o ajenos y, m¨¢s bien, toman en sus propias manos la responsabilidad de contribuir a resolver los m¨¢s diversos problemas econ¨®micos, sociales, culturales, educativos, sanitarios o alimentarios, en planteamientos a corto y aun a largo plazo. Es el voluntariado organizado, especialmente las organizaciones no gubernamentales, quienes se multiplican y crecen por doquier como la m¨¢s vigorosa muestra de una emergente sociedad civil en pac¨ªfica rebeld¨ªa contra la pasividad y el esperar, "cruzados de brazos", que las soluciones vengan simplemente de la mano de las administraciones p¨²blicas gracias al impulso de sus respectivos gobiernos. Hoy por hoy se trata de movimientos de muy desigual valor y alcance, unas veces un tanto demag¨®gicos o ut¨®picos, incluso de eficacia a veces dudosa, pero desde luego siempre entusiastas, bienintenciados y generosos, al menos por parte de sus bases.
Lo que m¨¢s cuenta por ahora no es tanto el impacto cuantitativo de estas iniciativas, aunque ya son, por ejemplo, cerca de 150 millones los campesinos que se benefician en el mundo de concretos programas de desarrollo, directamente a cargo de ONG. Lo que m¨¢s importa, por ahora, es el efecto o ejemplarizante detalles acciones y el progresivo nacimiento y consolidaci¨®n de una verdadera cultura del voluntariado. Sin embargo, urgen medidas que contribuyan a una mayor informaci¨®n mutua junto con una b¨¢sica coordinaci¨®n de las acciones emprendidas por las distintas instituciones en campos afines, as¨ª como de ¨¦stas con la iniciativa p¨²blica, siempre dentro del m¨¢s exquisito respeto a la autonom¨ªa de la gesti¨®n de cada cual. Al fin y al cabo, es la suma de muchas peque?as acciones, en muchos lugares a menudo ignotos y llevadas a cabo por muchas personas desinteresadas, lo que puede cambiar la fea faz que presenta el mundo debido al ego¨ªsmo, a la ignorancia, al desamor, a la envidia o incluso al odio. Ahora se trata de la deseable participaci¨®n activa de los ciudadanos, asentada en principios ¨¦ticos de paz, seguridad y justicia. Es la ¨¦tica de una democracia actualizada que demuestra su superioridad moral frente a cualquier otra modalidad de gobierno en cuanto es plenamente participativa, social y humana.
Por otra parte, el voluntariado es y debe ser visto, cada vez m¨¢s y de cara al futuro, como una ocupaci¨®n social eficaz que alivia la presi¨®n de los desempleados y parados en una perspectiva que por ahora tiende a un creciente paro estructural, al menos mientras se reajusta la transici¨®n de las sociedades m¨¢s industrializadas hacia una sociedad progresivamente globalizada, de la informaci¨®n, de las comunicaciones y del conocimiento. Por todo ello y en ese nuevo marco, el voluntariado nacido de la solidaridad no bastar¨¢ que tenga un horizonte nacional, muy deseable en una primera aproximaci¨®n a los problemas del pr¨®jimo, sino que necesitar¨¢ tener tambi¨¦n y al mismo tiempo una visi¨®n y unos objetivos globales. Una cooperaci¨®n internacional creciente del voluntariado se impone, por lo tanto, puesto que los problemas de los dem¨¢s terminan, hoy d¨ªa, afectando ineluctablemente los problemas, as¨ª como las posibles soluciones locales concretas, al igual como ya ocurre con las regiones en el seno de cada Estado-naci¨®n.
El voluntariado en el siglo XXI asumir¨¢ un papel cada vez m¨¢s preponderante en la medida en que exista conciencia de la urgente necesidad de un desarrollo sostenible global, humano y social que proteja nuestro h¨¢bitat com¨²n (el ahora gravemente amenazado medio ambiente) y asegure las bases de una convivencia pac¨ªfica con estabilidad pol¨ªtica y social en el seno de cada Estado-naci¨®n. El voluntariado podr¨ªa incluso lograr poner al servicio de nuestras futuras sociedades una ¨¦tica global com¨²n en la que predomine el valor del ser, del saber y del hacer sobre el tener y el derrochar, a modo de afirmaci¨®n personal y colectiva frente al abusivo consumismo del estilo de vida ahora al uso entre los m¨¢s afluentes.
Ante la universal exigencia por alcanzar el pleno ejercicio de los derechos humanos, el voluntariado en el siglo XXI va a aportar, sin duda, el testimonio de su sentido del deber y el ejercicio de la responsabilidad personal y social entre los grandes viejos y nuevos retos de la solidaridad.
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