Italia entreabre la puerta a los Saboya
"Ser¨¦ un ciudadano leal a la rep¨²blica, si me aceptan", declara en el exilio el hijo del rey Umberto II
"?Los Saboya? ?Y a qui¨¦n le importa?". El empleado de la librer¨ªa Feltrinelli, en el centro hist¨®rico de Roma, no oculta su desinter¨¦s por la antigua familia real italiana. Cincuenta y un a?os despu¨¦s de la abolici¨®n de la Monarqu¨ªa, parece todav¨ªa exc¨¦ntrico en este pa¨ªs recIamar bibliograf¨ªa sobre los ¨²ltimos reyes. La Italia de la II Rep¨²blica no parece madura a¨²n para afrontar cara a cara. La historia de los ¨²ltimos Saboya, la que corresponde a los a?os finales del fascismo, un periodo saldado con el resultado sorprendente de que un pa¨ªs que hab¨ªa comenzado la II Guerra Mundial como aliado de los nazis la terminara gloriosamente del lado de los aliados.La inquina contra la familia real ha sido tan fuerte en Italia que la Constituci¨®n de 1947, redactada al calor de la reci¨¦n nacida rep¨²blica, estableci¨® en la disposici¨®n XIII la prohibici¨®n de que los descendientes varones de los Saboya pudieran entrar y residir en su propio pa¨ªs. "Con los hijos de Mussolini, con su mujer, no ha habido este ensa?amiento", se lamentaba ayer V¨ªctor Manuel de Saboya, nieto de V¨ªctor Manuel III, en unas declaraciones al diario La Repubblica. "Expulsado de mi patria por errores o culpas que no son m¨ªos. Por responsabilidades que no han sido m¨ªas ni de mi padre. ?Y qu¨¦ puedo decir de mi hijo? Pero he aceptado, aunque de mal grado, esta regla para demostrar que soy un dem¨®crata. Soy un buen dem¨®crata. Y ser¨¦ un ciudadano leal a la Rep¨²blica Italiana, si me aceptan". A juzgar por el re?ido triunfo de los Saboya en la votaci¨®n parlamentaria del jueves, todav¨ªa es largo el camino de regreso a su pa¨ªs. Son muchos los italianos partidarios de que siga vigente el "castigo" impuesto a la familia real por la larga connivencia con el fascismo del rey V¨ªctor Manuel III, que tuvo que renunciar a las funciones reales en favor de su hijo tras la entrada de los aliados en Roma (junio de 1944) y dejar Italia despu¨¦s de abdicar definitivamente (mayo de 1946).
El Gobierno italiano parece, sin embargo, dispuesto a cerrar para siempre este cap¨ªtulo tormentoso del pasado. En mayo pasado firm¨® -con la oposici¨®n del ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Carlo Azeglio Ciampi- un decreto-ley para modificar la norma constitucional, decreto que pas¨® el jueves, en el Congreso de los Diputados, la primera barrera parlamentaria de las cuatro a las que deber¨¢ someterse. Ha sido un primer paso que ha dado nuevas esperanzas a los descendientes de V¨ªctor Manuel III de regresar a un pa¨ªs que apenas conocen y en el que, de acuerdo con sus propias manifestaciones, no quieren ser otra cosa que ciudadanos de a pie.
"La monarqu¨ªa en Italia ya no es posible, la rep¨²blica es una realidad incontrovertible". V¨ªctor Manuel de Saboya, 60 a?os cumplidos en febrero pasado, no se cansa de repetirlo a los periodistas italianos que han ido a entrevistarlo a su villa de las afueras de Ginebra. El hijo de Umberto II, el rey de mayo porque rein¨® apenas ese mes de 1946, ha dejado claro que no aspira a ninguna corona. Los Saboya llevan una vida acomodada en esta casa de la Route d'Hermance, a seis kil¨®metros de la capital suiza, desde la que el menor de la dinast¨ªa, Enmanuel Filiberto, avispado banquero a sus 25 a?os, participa de vez en cuando en directo en un programa deportivo de la televisi¨®n italiana.
V¨ªctor Manuel, casado con Marina Doria, viaja continuamente como corresponde a un verdadero hombre de negocios. En agosto pasado, la familia real en pleno se atrevi¨® incluso a aproximarse con su yate a las aguas extraterritoriales entre C¨®rcega y Cerde?a. Para sorpresa de los italianos, el alcalde de la localidad m¨¢s pr¨®xima, la de Santa Teresa de Gallura, un miembro del ex comunista Partido Democr¨¢tico de la Izquierda (PDS), se acerc¨® a cumplimentarles. Era toda una se?al. Quiz¨¢ dentro de unos meses el Parlamento est¨¦ dispuesto a seguir abri¨¦ndoles la puerta, aunque s¨®lo sea para permitir a los italianos saldar para siempre esta vieja cuenta con la historia.
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