Un muerto, 6 heridos y 134 detenidos, balance de los incidentes en el Hurac¨¢n-San Lorenzo
Un muerto m¨¢s. Est¨¢ ah¨ª, tirado en medio de la calle con un balazo en la cabeza. Se llamaba Ulises Fern¨¢ndez, ten¨ªa 26 a?os. Su cuerpo yace ya muerto y todav¨ªa le pisan, le pasan por encima, contin¨²an las corridas, los piedrazos, las pu?aladas, los gritos. El viernes por la tarde, antes del comienzo del partido entre los cl¨¢sicos rivales del barrio, la barra brava del San Lorenzo embosc¨® a la del Hurac¨¢n, y en un ataque feroz, salvaje, bestial, acab¨® con la vida de un joven que ayer era recordado por sus vecinos como "un buen pibe (chaval), trabajador, que ayudaba a su madre".
Otros ocho heridos graves salvaron la vida. La polic¨ªa detuvo a 134 personas a las que trata de identificar seg¨²n el v¨ªdeo que film¨® desde un helic¨®ptero. En las im¨¢genes puede observarse c¨®mo sucedi¨® todo. Unos cien hinchas del Hurac¨¢n, sin banderas, caminaban pac¨ªficamente por una de las avenidas que bordean la llamada Ciudad Deportiva del San Lorenzo cuando fueron atacados por bandas de fan¨¢ticos que les aguardaban apostados detr¨¢s de los muros y en las calles laterales. En medio de la refriega se ve caer a Ulises Fern¨¢ndez, pero nadie se detiene para ayudarle. Los grupos de hinchas parecen armados de piedras y navajas. Se enfrentan, se persiguen, se golpean, corren, vuelven atr¨¢s y tras cinco minutos de batalla comienzan a huir en todas las direcciones porque llega la polic¨ªa.Los hinchas del Hurac¨¢n que finalmente ingresaron al estadio se dedicaron a destrozar las alambradas que rodean al campo de juego. El colegiado inici¨® el partido y debi¨® suspenderlo a los 21 minutos de juego, cuando ya la polic¨ªa hab¨ªa comenzado a disparar bombas de gases lacrim¨®genos para dispersar a los m¨¢s violentos, despu¨¦s de que los bomberos les arrojaran chorros de agua a presi¨®n. La barra del Hurac¨¢n quer¨ªa vengar la muerte de uno de sus compa?eros. La guerra entre cuervos (hinchas del San Lorenzo) y quemeros (hinchas del Hurac¨¢n, habitantes del barrio donde antes se quemaba parte de la basura de toda la ciudad) se ha convertido en un cl¨¢sico del f¨²tbol argentino, como los partidos que ambos equipos juegan entre s¨ª cada temporada. Los aficionados del Hurac¨¢n y del San Lorenzo siempre compartieron barrios tradicionales de Buenos Aires y sus hinchas no eran violentos. Las batallas de gritos y canciones pasaron a los hechos cuando, como ha sucedido con la mayor¨ªa de las barras bravas, sus miembros se convirtieron en bandas de delincuentes comunes ocultos o disimulados entre las banderas del club del que son fan¨¢ticos. Roban, trafican droga, se asaltan los bares o las casas para despojarse de las banderas de guerra y luego aguardan la oportunidad de la venganza.
Los dirigentes de la federaci¨®n hasta ayer no hab¨ªan tomado ninguna medida y hoy se iba a disputar la ¨²ltima jornada del torneo como si nada hubiera ocurrido. El cuerpo de Ulises Fern¨¢ndez sigue ah¨ª, tirado junto con los otros 40 que han ca¨ªdo en los ¨²ltimos siete a?os, tendido a las puertas de un negocio que no cierra, no para, no recuerda, no siente, no sabe que tambi¨¦n se est¨¢ muriendo.
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