Malas noticias
Vuelve Bond, y su vuelta, como es norma, viene arropada por el lustroso envoltorio de lo viejo y lo nuevo. Vieja es la f¨®rmula, el personaje del Don Juan conquistador, el arsenal tecnol¨®gico sorprendente, que siempre debe estar; viejo es tambi¨¦n el recurso de una cantante de moda para que enganche al personal con el tema que se impone a todos los programadores musicales y ramas afines -aqu¨ª, Sheryl Crown-, unos personajes que ya han cambiado de rostro en la anterior entrega, pero que siguen ah¨ª, en sus funciones de siempre: M, Miss Moneypenny, mientras Q sigue teniendo los rasgos del, a estas alturas, virtualmente inmortal Desmond Lewellyn. Y viejo es, igualmente, el villano con pretensiones de control planetario, corruptor y totalitario, que abocar¨¢ al personaje a una aventura que terminar¨¢ en un espacio grande pero cerrado, en el cual, como si de un combate medieval se tratase, el h¨¦roe enfrentar¨¢ todos los peligros hasta salir triunfante.
El ma?ana nunca muere
Direcci¨®n: Roger Spottiswood. Gui¨®n: Bruce Feristein, seg¨²n el personaje creado por lan Fleming. Fotograf¨ªa: Robert Elswitt. M¨²sica:David Arnold. Producci¨®n: Estados Unidos, 1997. Int¨¦rpretes: Pierce Brosnan, Jonathan Pryce, Michelle Yeoh, Teri Hatcher, Ricky Jay, Gotz Otto, Judi Dench, Samantha Bond. Estreno en Madrid: Cid Campeador, Acte¨®n, Juan de Austria, Cartago, Excelsior, Espa?a, Ode¨®n, Canciller, Roxy B, Lido, Capitol, Luchana, Vaguada UGC, Colombia Multicines, Bellas Artes, Conde Duque.
Elementos nuevos
Hasta aqu¨ª, nada nuevo, ni siquiera Mr. Brosnan, que, cuesti¨®n de gustos, a quien esto firma se le ocurre tal vez el ¨²nico Bond posible en el mercado... aunque ni ¨¦l ni nadie har¨¢n olvidar a Sean Connery. Lo nuevo, en cambio, viene de una triple vertiente: una, el hecho de que, lo que son los tiempos, Bond haga incomparable pareja con una agente hasta hace poco enemiga, ahora amiga. Una mujer que le sacar¨¢ de m¨¢s de un apuro y a quien ¨¦l mismo salvar¨¢ alguna que otra vez la vida porque, por lo menos en la superficie, intentar¨¢ mantener su margen de independencia respecto del h¨¦roe, tomar¨¢ decisiones, le suministrar¨¢ el material sin el cual Bond no podr¨ªa cumplir jam¨¢s su misi¨®n, le ayudar¨¢ a llevarla a cabo, aunque su salvaci¨®n in extremis siga siendo prerrogativa del h¨¦roe.Nuevo es tambi¨¦n el tipo de villano, ya no un psic¨®pata sin m¨¢s, sino un magnate de la comunicaci¨®n que no s¨®lo aspira a conquistar abierta y directamente el mundo, sino que pretende, ni m¨¢s ni menos, crear la realidad de acuerdo con los intereses econ¨®micos de sus medios de comunicaci¨®n, por aquello de que lo que realmente vende son las malas noticias, y nada mejor que crearlas artificialmente. Una met¨¢fora perfecta sobre los tiburones de empresa y un recordatorio de los riesgos a que puede llevar la globalizaci¨®n del mercado de las comunicaciones.
Y un tercer elemento de novedad es la personalidad del malvado, a quien Jonathan Pryce otorga un charme superior a otros antecesores. A mayor gloria de su personaje taimado y temible, pero ir¨®nico, fino y divertido, se han escrito en esta ocasi¨®n unos di¨¢logos m¨¢s brillantes que otras veces y unas situaciones descacharrantes: la parodia de kurig-fu que se marca Pryce es el momento m¨¢s divertido de la funci¨®n.
Por lo dem¨¢s, El ma?ana... se deja ver mejor que los ¨²ltimos bonds, Goldeneye sobre todo, gracias al oficio de un director m¨¢s competente que sus colegas de anta?o: Roger Spottiswoode, autor de por lo menos un par de pel¨ªculas estimables, El tren del terror y Bajo el fuego. Es bien cierto que los filmes de Bond son como un carro de travelling, siempre discurriendo por unas v¨ªas trazadas y bien conocidas, que dejan poco lugar para la inspiraci¨®n personal. Pero no lo es menos que la pel¨ªcula es entretenida, que su arsenal tecnol¨®gico es distra¨ªdo y que las peripecias que propone siguen teniendo ese car¨¢cter de peculiar sism¨®grafo de un cierto imaginario dominante: que se muestre un posible conflicto armado entre China y el Reino Unido, a pocos meses de la cesi¨®n de Hong Kong, es s¨®lo el recordatorio de que los guionistas de Bond, Jarnes Bond, siguen leyendo los peri¨®dicos.
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