Regreso de Egipto
Acabo de pasar diez d¨ªas en Egipto. El azul del cielo y la suave temperatura s¨®lo est¨¢n ensombrecidos por una nube de polvo suspendido debida a la contaminaci¨®n y por la cara triste y desconsolada de los egipcios. Est¨¢n desesperados y hablan de maldici¨®n. Otros, menos pesimistas, conf¨ªan en el olvido para superar la grave crisis que sufre el pa¨ªs, y sobre todo su turismo, desde el 17 de noviembre pasado, d¨ªa en que 58 turistas fueron masacrados en Luxor. Naguib Mahfuz compar¨® este atentado a la derrota del Ej¨¦rcito egipcio en la Guerra de los Seis D¨ªas. Utiliz¨® la misma palabra: cat¨¢strofe. No pasa un d¨ªa sin que el Gobierno egipcio tome una decisi¨®n o proponga una iniciativa para borrar esta sangre de la arena y de las memorias. ?C¨®mo recobrar la confianza de miles de extranjeros? ?C¨®mo tranquilizarles? ?C¨®mo demostrarles que el sistema de seguridad puesto en marcha es de los m¨¢s eficientes? ?Qu¨¦ hacer para convencer al mundo entero de la determinaci¨®n de las autoridades de poner todos los medios para que el horror del Valle de los Reyes no se vuelva a repetir? Las autoridades saben que se necesitan actos y tiempo.En la carretera del aeropuerto al hotel, un soldado armado vigila cada cien metros. Los grandes hoteles y los monumentos importantes est¨¢n protegidos como fortalezas. El Ej¨¦rcito y la polic¨ªa acampan en los alrededores. Se accede a la recepci¨®n del hotel por una ¨²nica puerta. El resto de las entradas han sido cerradas. Se pasa por el detector de metales. Los cacheos son sistem¨¢ticos, nadie se libra, ni siquiera la gran actriz Yusra y su director Youssef Chahine. La polic¨ªa, vestida de paisano, est¨¢ presente en el vest¨ªbulo, en el restaurante, en el bar. Todos los agentes tienen el o¨ªdo pegado a un tel¨¦fono m¨®vil. Los invitados m¨¢s relevantes son escoltados por motoristas y coches de polic¨ªa. Uno piensa que tal vez sea demasiado, que es exagerado, que no se siente a gusto con todas estas metralletas alrededor. Responden que todas estas precauciones son absolutamente necesarias y que el pa¨ªs no consigue recuperarse de la tragedia de Luxor. Se percibe que Egipto est¨¢ herido -"nuestra herida es profunda", dijo Naguib Mahfuz- y que no merece lo que le est¨¢ ocurriendo. Y adem¨¢s la gente no comprende por qu¨¦ el pa¨ªs ha sido apu?alado por la espalda de modo tan b¨¢rbaro justo en el momento en que el turismo empezaba a reactivarse, cuando volv¨ªa la confianza y el recuerdo de la matanza de septiembre se alejaba. As¨ª que en los comentarios se puede leer cierta paranoia: "Han querido castigar a Egipto por haberse negado a acudir a la conferencia de Doha", "han decidido romper a Egipto porque hace frente a Netanyahu. y a los estadounidenses", "?a qui¨¦n beneficia el crimen?". En el banquillo de los acusados tambi¨¦n est¨¢n el Mossad y la CIA, aunque se reconoce que son m¨¢s sospechosos de realizar manipulaciones que de una acci¨®n directa. El pa¨ªs se siente castigado. Alguien me dijo que, "desde Mohamed Al¨ª, Occidente no puede soportar que Egipto levante cabeza; s¨®lo se le permite sobrevivir, no existir plenamente; en cuanto da muestras de una voluntad de independencia, le dan un golpazo en la cabeza, porque no hay que olvidar que desempe?a un papel de l¨ªder en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n". Otro intelectual se muestra extra?ado: "Cuando ETA comete atentados en Espa?a, ning¨²n operador tur¨ªstico anula sus reservas; cuando ocurre en un pa¨ªs ¨¢rabe, todo se suspende: los aviones, los clubes, los cruceros. ?Es una maldici¨®n!". Otro le responde: "ETA ataca al Ej¨¦rcito y a la polic¨ªa, no a los turistas".
Naguib Mahfuz acaba de dirigir al mundo una carta, titulada Carta desde Taba, para rendir homenaje a las v¨ªctimas inocentes del terrorismo internacional y para recordar que Egipto es tierra de acogida y de paz. Pero el malestar est¨¢ en el aire. Los hoteles no logran llenar m¨¢s del 15% de su capacidad. Egypt Air anul¨® varios de sus vuelos que parten de Europa. El presidente Mubarak decidi¨® hacer coincidir las vacaciones del Aid Seghir (el final del Ramad¨¢n) con las vacaciones de invierno para permitir a las familias egipcias aprovechar los viajes tur¨ªsticos promocionales en el interior del pa¨ªs.
Las p¨¢ginas de opini¨®n de Al Ahram publican a diario an¨¢lisis y comentarios sobre "la cat¨¢strofe de Luxor". A algunos intelectuales no les gust¨® que Mubarak acusase a Gran Breta?a de conceder asilo pol¨ªtico a algunos miembros de la oposici¨®n islamista como Yasir al Siri, condenado a muerte por la justicia egipcia. Afirman que "las causas son internas y que s¨®lo tenemos que echamos la culpa a nosotros mismos". Desde que se conoce la identidad de los miembros del comando, ya no se aduce la miseria de los suburbios y la frustraci¨®n de una juventud sin futuro. Estudiantes de Medicina pertenecientes a familias m¨¢s acomodadas que humildes, los j¨®venes que se entregaron a esa terrible matanza, ten¨ªan una rabia producida por un lavado de cerebro que superaba todas las previsiones.
Entonces se ponen a analizar el problema en t¨¦rminos de geopol¨ªtica: se ha entablado una guerra contra el islam, contra el mundo ¨¢rabe. Una guerra que se inscribir¨ªa dentro de una l¨®gica de altas esferas: Occidente debe seguir dominando; el Oriente ¨¢rabe debe doblegarse; si no, se le despedaza. La tradicional oposici¨®n Norte-Sur se convierte en choque de culturas. El cinismo vence a la diplomacia. Se sabe que hay saud¨ªes que financian movimientos islamistas. Se dice que se trata de fortunas privadas. Se sabe que a Estados Unidos le importa poco el establecimiento de la democracia en la mayor¨ªa de los Estados ¨¢rabes, que lo que m¨¢s le preocupa es la salvaguardia de sus intereses. Har¨¢ todo lo posible por proteger a las monarqu¨ªas petroleras del Golfo, no por amor a esas monarqu¨ªas, sino por inter¨¦s directo. Son ellos los que mantienen en el poder a dictadores como Sadam o Gaddafi y castigan a sus pueblos con un embargo criminal. Precisamente, el 9 de diciembre, intelectuales y artistas egipcios se reunieron en El Cairo, recolectaron dinero y medicamentos para el pueblo iraqu¨ª. Una delegaci¨®n presidida por Yussef Chahine debe partir a Bagdad para entregar estas donaciones. Esta sensaci¨®n de injusticia y esta idea de que Occidente lleva a cabo una guerra contra los pueblos ¨¢rabes est¨¢n muy extendidas entre la gente. En El Cairo, los gu¨ªas tur¨ªsticos, los comerciantes, los taxistas, los camareros en los caf¨¦s, consideran que los que asesina, ron a los 58 turistas en Luxor asesinaron de hecho a una parte del pueblo egipcio.
Estuve viendo la televisi¨®n libia durante varias horas. En ella se vierte permanentemente un discurso de odio: odio a EE UU, odio al "enemigo sionista", odio a Europa (excepto Francia, ya que Chirac envi¨® un mensaje a Gaddafi a trav¨¦s del presidente del Instituto del Mundo ?rabe, Camille Cabana). Esta televisi¨®n se capta en los hogares egipcios en el momento en que "el pueblo de Egipto dirige al mundo sus disculpas y su p¨¦same".
En un documental realizado por la egipcia Tahani Rashed, Cuatro mujeres de Egipto, se ve a una musulmana preconizar la aplicaci¨®n estricta de la charia (ley isl¨¢mica). Se llama Safynaz Kazem. Pas¨® por el comunismo,estudi¨® en EE UU y estuvo en la c¨¢rcel en Egipto. Hoy, su discurso es violento. Por supuesto, condena el recurso al terrorismo. Dice tener por fin una identidad. Entrevistada en una recepci¨®n en la Embajada de Canad¨¢, esta mujer, que lleva velo, se cubre la mano con un pa?uelo para saludar a los hombres. En esta misma pel¨ªcula se escucha a otra egipcia, profesora de literatura comparada en la Universidad de El Cairo, Amina Rachid, reclamar la separaci¨®n de la religi¨®n y del Estado, reivindicar el derecho a no creer y a vivir sus propias convicciones con plena libertad. Ella tambi¨¦n conoci¨® las c¨¢rceles egipcias. La islamista percibe que sus ideas progresan: cada vez m¨¢s estudiantes universitarias (m¨¢s del 65%) acuden con el velo. Afirma con iron¨ªa: "Nietzsche dijo 'Dios ha muerto', pero Dios es m¨¢s grande que todo, ?m¨¢s grande que EE UU!". M¨¢s comedida, m¨¢s reflexiva, Amina Rachid observa que, "cuando miro al futuro, encuentro la situaci¨®n muy sombr¨ªa. Frente al oscurantismo, que es m¨¢s peligroso que el terrorismo no hay una sociedad laica que se le oponga. Los islamistas est¨¢n cerca de la gente. Nosotros, los laicos, no lo estamos".
M¨¢s all¨¢ del trauma que vive Egipto actualmente, el problema de su relaci¨®n con la religi¨®n y la cultura permanece intacto. S¨®lo puede resolverse en un marco de verdadera democracia y en un Estado de derecho decidido a luchar contra la corrupci¨®n bajo todas sus formas. Sin, embargo, la egipcia es una sociedad generosa y acogedora; es un pueblo pacifista que ama la vida, el cante y la risa; es una naci¨®n que tiene recursos, pero no para de aumentar, de tomar las cosas a la ligera y olvida apretar algunos tornillos. Quiz¨¢s el sufrimiento actual obligar¨¢ a los dirigentes de este pa¨ªs a tener mayor rigor y racionalidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.