1998
Querido A?o Nuevo:Soy un joven idealista, pero no demasiado (ni joven ni lo otro). El a?o pasado, que en paz descanse para siempre jam¨¢s, fue chungo y pr¨®digo en sorpresas azarosas, el muy pu?etero. Para vengarme, el 31 de diciembre omit¨ª conscientemente el ritual de las uvas reglamentarias, no s¨®lo por rencor sino tambi¨¦n porque no me f¨ªo un pelo del reloj de la Puerta del Sol, que est¨¢ como una cabra. En esta ocasi¨®n agarr¨¦ una botella de Ribera del Duero y me la endilgu¨¦ en 12 soberanos lametones comprobando as¨ª en mis carnes que la vida es sue?o. Ya estoy algo m¨¢s despejado y me atrevo a dirigirme a usted para manifestar:
1. Que usted, a?o querido, debiera procurar ser algo m¨¢s benigno con la humanidad. Su antecesor dej¨® tras de s¨ª un bombardeo de genocidios, mujeres y ni?os maltratados, muertes alevosas, cat¨¢strofes climatol¨®gicas, integrismos, minas antipersonales y una sequ¨ªa cultural de las que hacen ¨¦poca. D¨¦nos usted un respiro.
2. A ser posible procure usted que la vida no sea para nosotros un sobresalto continuo y traicionero. Porque la mayor¨ªa de las personas no somos mala gente, se lo juro.
3. Ilumine usted las mentes de las autoridades municipales y auton¨®micas. S¨®lo esperamos que se atengan a la l¨®gica y a la est¨¦tica. Ahora les va la marcha de erigir estatuas. Bueno, pues ya va siendo hora de que arramplen con la estatua de La Violetera, bochorno de la sensibilidad en toda la mitad del medio de la capital. Otro tanto debieran hacer con las cabras de Arturo Soria, monumento a la taxidermia.
4. Ya va siendo hora de que tengan caridad y justicia con la estatua de Quevedo, sublime madrile?o maltratado por los chistes y la desidia institucional. La plaza donde est¨¢ ubicado don Francisco de Quevedo y Villegas es cutre. ?No ser¨¢ que los gobernantes tienen miedo al talento?
5. Querido a?o de 1998, procure usted como sea que la Espa?a de ahora no sea tan triste y muermazo como la de hace un siglo.
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