El rostro de un rey
Del documental Sesenta a?os de historia de Espa?a, dedicado a Juan Carlos 1 en el d¨ªa de su cumplea?os, lo mejor fueron las im¨¢genes. El peligro de un programa de este tipo consiste, sin duda, en repetir las ya conocidas o considerar que se cumple con las convencionales. Pedro Erquicia acert¨® plenamente al conseguir algunas in¨¦ditas -de las que hubiera sido de agradecer que nos diera a conocer la procedencia-, pero sobre todo al insistir en algunas un tanto informales. Ese joven vestido de oficial del Ej¨¦rcito que guarda un cierto gesto t¨ªmido, el que acude al entierro de su hermano con una losa de plomo en la cara, quien pronuncia discursos ante las Cortes con envaramiento en 1969, sensaci¨®n de decisi¨®n en 1975 y soltura en los a?os ochenta es una misma persona, pero en los cambios queda retratada la propia evoluci¨®n de Espa?a enlos ¨²ltimos a?os. Sin embargo, las im¨¢genes de mayor impacto son las m¨¢s recientes, aquellas en las que no aparece ninguna sensaci¨®n protocolaria y de las que podr¨ªa haber sido due?o un personaje sin relevancia p¨²blica. Me refiero a ese rostro sudoroso y esos ojos lagrimeantes del Rey y la Reina. en el entierro de don Juan de Borb¨®n, con la p¨²dica retirada de la segunda del centro de la imagen, al grito de forofo en un evento deportivo o al gesto M¨ªnimo ante la sonrisa de una hija. Eso no s¨®lo es propio de un buen reportaje televisivo, sino que resulta apropiado -para esa imagen de cotidianeidad de la Monarqu¨ªa espa?ola en el momento actual.El gui¨®n del documental fue encargado a los periodistas Pilar Cemuda y Fernando J¨¢uregui y la decisi¨®n parece acertada. Ambos han estado al margen del exasperado partidismo -en uno y otro sentido- que ha presidido la vida period¨ªstica en los ¨²ltimos, tiempos y han escrito libros que est¨¢n claramente por encima de la media de lo que ofrece el mercado del reportaje. Por otra parte, lo que parece que se pretend¨ªa era un nivel de divulgaci¨®n y de escasa duraci¨®n, muy ce?ido al. personaje en un d¨ªa singular y no, en cambio, una verdadera investigaci¨®n. Ello da la sensaci¨®n de haber evitado las preguntas a testigos o algunos interrogantes que parecen considerarse como demasiado ¨¢speros, pero que pueden ser respondidos en sentido favorable para el personaje (por ejemplo, hasta qu¨¦ punto don Juan Carlos ten¨ªa una idea precisa de cu¨¢l deb¨ªa ser el plan de desarrollar a la muerte de Franco). En definitiva, el gui¨®n est¨¢ bien informado y es equilibrado. Puestos a ponerle alguna adversativa, le referir¨ªa, sobre todo, a un lenguaje que excluye cualquier posible conflictividad. Por ejemplo, ?por qu¨¦ se debe decir que un refer¨¦ndum de la ¨¦poca franquista fue "al estilo de la ¨¦poca"? Ser¨ªa, adem¨¢s, m¨¢s correcto que atribuir a don Juan Carlos la voluntad de traer la democracia, la m¨¢s obvia de convertir a Espa?a en autora de sus propios destinos. No se entiende bien por qu¨¦ el 23-F debe aparecer en forma de flash back, ya en la etapa socialista, y tampoco algunos de los juicios emitidos en off sobre ella o la posterior. Bien se podr¨ªa haber citado al propio personaje en las declaraciones muy gen¨¦ricas que hizo en su d¨ªa.
Pero todo esto son minucias (o imposiciones del formato elegido) ante el resultado de un reto complicado superado con calificaci¨®n de notable alto. Y, eso debiera animar al se?or L¨®pez Amor a ponerse un list¨®n parecido en los programas de debate, informativos o culturales. Nig¨²n maleficio extra?o impide que TVE lo haga bien, aun no trat¨¢ndose del Rey.
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