Ante la desnacionalizaci¨®n del Ej¨¦rcito
Uno de los t¨®picos que la culturita de izquierdas en Espa?a maneja con m¨¢s desparpajo es el que afirma que son los militares, y s¨®lo los militares, quienes fomentan el militarismo. La acci¨®n extrema del militarismo, el golpe de Estado, ser¨ªa as¨ª producto de la libre voluntad de uniformados a los que una vigilancia adecuada negar¨ªa la posibilidad real de comisi¨®n de ese crimen de lesa patria.Por contra, hay que rese?ar una constante hist¨®rica: las acciones golpistas siempre necesitan de un impulso civil previo a su mera planificaci¨®n, As¨ª, los dineros los librar¨¢n navieros del contrabando o banqueros de la rapi?a; los argumentos pol¨ªticos, periodistas de doble moral o catedr¨¢ticos doctrinarlos; las justificaciones bajo forma jur¨ªdica, fiscales de las audiencias o registradores de la propiedad.
Ni siquiera esa acumulaci¨®n de actores implica inevitablemente la hegemon¨ªa de actitudes militaristas: es preciso contar antes con una sociedad pretoriana. Como ha recordado recientemente William Genieys, en su magn¨ªfico estudio sobre las realidades de poder en Espa?a Les ¨¦lites espagnoles face ¨¢ l'?tat. Changements de r¨¦gimes politiques et dynamiques centrep¨¦riferies (1997), la categor¨ªa de "sociedad pretoriana" establecida por Huntington no se refiere "a la los sistemas pol¨ªticos dominados por los militares, sino mas bien a un tipo de sociedad. en el que el deseo de poder por el Ej¨¦rcito constituye un riesgo potencial". Ese riesgo s¨®lo se toma cuando falta una "institucionalizaci¨®n" efectiva capaz de regular la siempre necesaria afloraci¨®n de contrapoderes c¨ªvicos y pol¨ªticos que eviten que parte de las ¨¦lites civiles de poder vean en "la pr¨¢ctica del golpe de Estado militar un medio de expresi¨®n leg¨ªtima".
En la Espa?a de 1997 ese riesgo est¨¢ muy lejano. Sin embargo, definido por Lleix¨¢ hace muchos a?os para el r¨¦gimen de la Restauraci¨®n, el fen¨®meno del "militarismo inducido" se est¨¢ reproduciendo de una forma m¨¢s compleja que entonces en esta llamada "segunda transici¨®n". Habr¨ªa que analizar qui¨¦nes necesitan de la "desnacionalizaci¨®n del Ej¨¦rcito" -esto es, de la supresi¨®n del sistema militar ciudadano- para alcanzar sus ¨²ltimos objetivos pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos.
Al contrario que Manuel Alcaraz Ramos en su Militarismo, educaci¨®n y propaganda (EL PA?S, 12 de diciembre de 1997), desde la izquierda racional y rigurosa no se puede calificar de "gen¨¦ricamente positivo" el intento de creaci¨®n del Ej¨¦rcito Profesional Permanente (EPP) pactado entre los partidos m¨¢s representativos de las derechas espa?olas. Alcaraz se permite desconocer un hecho demostrado este a?o por V¨ªctor Sampedro en Movimientos sociales: debates sin mordaza. Desobediencia civil y servicio militar (1970-1996): las movilizaciones de objetores de conciencia y de insumisos fueron instrumentalizadas pol¨ªtica y medi¨¢ticarnente por los intereses que representan, desde el centro y la periferia, los partidos que sostienen al actual Gobierno.
A la izquierda que busque ser alternativa de Gobierno le sobra toda mala amalgama de conceptos extra¨ªdos del catecismo marxista de Marta Harnecker y de las sofiamas pacifistas de Petra Kelly. Hay que reconocer que el EPP es un caballo de Troya que agravar¨¢ en Espa?a la crisis del Estado de bienestar. El EPP, tal como se est¨¢ configurando, no servir¨¢. siquiera como dinamizador del desarrollo econ¨®mico y tecnol¨®gico de las empresas privadas en Espa?a, tal como sirvi¨® la creaci¨®n del EPP en Estados Unidos tras la guerra de Vietnam. El EPP, en el mejor de los supuestos posibles, proporcionar¨¢ fuerza militar complementaria al grueso del poder b¨¦lico acumulado en la OTAN., En el peor supuesto, el EPP ser¨¢ visto como una especie de somat¨¦n altamente tecnificado de f¨¢cil deslegitimaci¨®n pol¨ªtica desde los llamados nacionalismos perif¨¦ricos. Los ide¨®logos del PP versados en asuntos militares -como Bardaj¨ª, Cosid¨® y Oehling- tendr¨¢n que ir pensando en c¨®mo rebatir las propuestas al respecto que Mir¨® i Ard¨¦vol -desde el entorno ¨¢ulico de Jordi Pujol- anticipa ensu M¨¦s enll¨¢ de l'autonomia. Uncatalanisme per al segle XXI (1997).
No es mala la idea de educar y propagar la necesidad de la defensa nacional entre la poblaci¨®n espa?ola. Los t¨¦rminos que p¨²blicamente emplea el ministro Serra al respecto son asumibles por la izquierda democr¨¢tica. Los Gobiernos socialistas no debieron haber descuidado tanto esa obligaci¨®n de Estado durante sus mandatos en tanto terminaban de sujetar a la instituci¨®n militar bajo el poder civil democr¨¢tico. Lo malo ser¨¢, como intuye Alcal¨¢, el sesgo que termine por tener la iniciativa de ser puesta en manos de los corifeos del Gobierno. Parte de los males que anuncia Alcaraz en su art¨ªculo -y otros m¨¢s, de los que parece no tener ni idea- los ha permitido una izquierda magm¨¢tica y hoy cada vez m¨¢s perpleja que ignor¨® la advertencia de Rafael S¨¢nchez Ferlosio en Campo de Marte 1. El ej¨¦rcito nacional (1986): "... un pacifista y un antimilitarista realmente consciente de las cosas ( ... ) dir¨ªa ( ... ): '?Exenci¨®n del servicio de las armas a la ciudadan¨ªa y entrega de los fusiles a particulares tomados a contrata por la instituci¨®n militar? ?No, gracias!".
Ahora toca pagar el precio de la destrucci¨®n conceptual del Ej¨¦rcito hecha en abril de 1996 y limitar los da?os pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos que ocasione la construcci¨®n del EPP.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.