La loca
Grita como una endemoniada. Es capaz de hacerlo Incesantemente durante horas emitiendo los m¨¢s terribles y procaces insultos. Lo hace mientras camina a buen paso por la Gran V¨ªa, como si persiguiera al objeto de sus diatribas y empleando un tono espeluznante que logra abrir un hueco de silencio a su alrededor. La conozco desde hace a?os, y tard¨¦ tiempo en comprender que en la trayectoria imaginaria de sus gestos y miradas no hab¨ªa nadie. Nadie al menos que fuera visible para el resto de los mortales, aunque para ella el enemigo resultaba tan real y perceptible como un ser de carne y hueso. No s¨¦ cu¨¢l es su nombre, ni de d¨®nde viene, y tampoco he tenido jam¨¢s el valor de pregunt¨¢rselo. S¨®lo s¨¦ que es una mujer enloquecida y que est¨¢ abandonada a su suerte.Su caso, por evidente y aparatoso, impresiona a todo el que la ve, pero no es ni mucho menos el ¨²nico. Las calles de, Madrid est¨¢n llenas de locos. La antipsiquiatr¨ªa que propugnaba derribar los muros que manten¨ªan recluidos a los enfermos mentales para ponerlos en contacto con la sociedad ha sido mal entendida en nuestro pa¨ªs. Deriv¨® en el cierre de muchos manicomios, cargando en las familias un problema que muy pocos est¨¢n en condiciones de administrar. El resultado fue que la situaci¨®n de estos pacientes fue degenerando hacia la m¨¢s cruda marginalidad. As¨ª, actualmente, un porcentaje muy elevado de los indigentes que pueblan las aceras de la ciudad son trastornados ps¨ªquicos que vagan descontrolados sin la menor esperanza de cura ni integraci¨®n social.
En las c¨¢rceles ocurre otro tanto. La corriente de antipsiquiatr¨ªa, revisada ahora en pa¨ªses tan avanzados en este campo como Estados Unidos o Gran Breta?a, condujo en el noventa al cierre del hospital psiqui¨¢trico penitenciario de Madrid, y ahora las prisiones est¨¢n repletas de esquizofr¨¦nicos sin tratamiento adecuado porque s¨®lo hay dos centros donde se garantiza m¨ªnimamente la asistencia, el de Sevilla y el de Fontcalent, en Alicante. En este ¨²ltimo, los funcionarios han calificado la situaci¨®n de calamitosa, por acoger el doble de internos de los que puede albergar. All¨ª precisamente est¨¢ recluido Francisco Garc¨ªa Escalero, aquel mendigo psic¨®pata. al que absolvi¨® la Audiencia de Madrid tras asesinar a 11 personas. Un tipo que deambul¨® libremente durante a?os por Madrid, a pesar de que los responsables sanitarios conoc¨ªan su situaci¨®n mental. Esa libertad le permit¨ªa llevarse a sus v¨ªctimas al cementerio de la Almudena, beber con ellas hasta hartarse y luego, a traici¨®n, acuchillarlas o machacarles la cabeza quemando despu¨¦s el cad¨¢ver. En m¨¢s de una ocasi¨®n lleg¨® a comentar a los sanitarios que "¨¦l mataba", pero nadie le cre¨ªa porque estaba loco. El tribunal no resisti¨® la tentaci¨®n de condenar en la sentencia la falta de hospitales psiqui¨¢tricos cerrados por la corriente "antimanicomios".
Por si fueran pocos los desprop¨®sitos, el nuevo C¨®digo Penal indica que los trastornados mentales que hayan cometido un delito no podr¨¢n ser internados en centros especializados por m¨¢s tiempo del que les hubiera correspondido en caso de no estar enfermos. Una norma que impide a los m¨¦dicos completar el tratamiento iniciado si fuera necesario.
El abandono asistencial a que est¨¢n relegadas este tipo de patolog¨ªas alcanza tambi¨¦n a los ni?os y adolescentes. El fiscal de menores denunciaba el domingo pasado en estas mismas p¨¢ginas c¨®mo los padres de muchos adolescentes con trastornos ps¨ªquicos acud¨ªan a ¨¦l desesperados porque no pod¨ªan controlar a sus hijos y nadie les ofrec¨ªa la atenci¨®n psicoterap¨¦utica que requer¨ªan.
La falta de una respuesta adecuada de la sanidad p¨²blica ha provocado la aparici¨®n de asociaciones de familiares de enfermos. Son organizaciones muy pujantes y activas que defienden la necesidad de los internamientos y que contratan especialistas para proporcionar a sus hijos, padres o maridos la debida atenci¨®n que la Administraci¨®n les niega.
No es justo ni solidario cargar sobre los parientes todo el peso, ni que una mujer trastornada deambule gritando por las calles sin que nadie responda siquiera a sus insultos. Su enemigo no es real, su enfermedad s¨ª.
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