Dispararate turco
CON SU decisi¨®n de ilegalizar el Partido del Bienestar (Refah), el Tribunal Constitucional podr¨ªa estar echando aceite, y no agua, sobre el fuego del islamismo en Turqu¨ªa. En todo caso, esta decisi¨®n contra el primer partido en votos del pa¨ªs dista mucho de ser democr¨¢tica, pues se basa en una Constituci¨®n dictada por los militares, cuya larga mano se siente tras esta sentencia. No es la mejor manera de contrarrestar el crecimiento del islamismo, un fen¨®meno preocupante, pero que hay que afrontar en su ra¨ªz, no en su epidermis pol¨ªtica.El Refah, con el 21% de los votos y 150 de los 550 esca?os del Parlamento tras las elecciones de diciembre de 1995, ha sido ilegalizado por "atentar contra la laicidad del Estado", de la que el Ej¨¦rcito, heredero de Ataturk, el fundador de la Turqu¨ªa moderna, se siente garante. Adem¨¢s, el que fuera l¨ªder del partido, Necmettin Erbakan, ha sido proscrito de toda actividad pol¨ªtica por cinco a?os, junto a otros seis pol¨ªticos. Erbakan ya tiene costumbre de ello, pues fue inhabilitado para la pol¨ªtica durante 10 a?os por el Ej¨¦rcito tras el golpe de 1980.
Que la sentencia constituya un disparate no debe llevar a ignorar que, en su corto mandato como presidente de un Gobierno de coalici¨®n entre junio de 1996 y junio de 1997, Erbakan intent¨® claramente avanzar en la islamizaci¨®n del Estado, desde la ense?anza hasta -en la poca medida que pudo- la pol¨ªtica exterior, y no obvi¨® la corrupci¨®n ni el encubrimiento de la corrupci¨®n, que rode¨® su ejercicio del poder. Pero el marcaje del Ej¨¦rcito fue constante, hasta que los militares consiguieron propiciar su dimisi¨®n y la llegada de una nueva coalici¨®n presidida por Mesut Yilmaz. De hecho, el proceso de islamizaci¨®n del Refah comenz¨® cuando ¨¦ste se hallaba en el poder, y la sentencia de ayer ya estaba en buena parte descontada por el mercado pol¨ªtico, por lo que constituye, esencialmente, un acto de castigo a un partido y a un pol¨ªtico que espera a¨²n recurrir al Tribunal de Estrasburgo en defensa propia.
El Constitucional turco no va a las ra¨ªces del despegue del movimiento islamista en Turqu¨ªa: una realidad social a veces ignorada por la ¨¦lite prooccidental, y el incumplimiento por el Estado -como ocurriera en Argelia cuando el Frente Islamista de Salvaci¨®n (FIS) era legal- de muchos deberes de asistencia social, especialmente en un contexto de liberalizaci¨®n a ultranza de la econom¨ªa, que intentaron suplir los islamistas. Adem¨¢s, la ilegalizaci¨®n no garantiza la expulsi¨®n de los islamistas del sistema pol¨ªtico. En una tradici¨®n larga en la pol¨ªtica turca, ¨¦stos ya han formado e inscrito hace d¨ªas otro partido, el de La Virtud, con el que podr¨¢n concurrir a las elecciones, aunque con mayores dificultades si ¨¦stas se anticipan. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ si mantienen o aumentan su apoyo popular? Atarle las manos a Erbakan, que en el fondo era un factor de moderaci¨®n en su movimiento, puede, adem¨¢s, darle alas a los j¨®venes m¨¢s radicales en un islamismo pol¨ªtico que, sin embargo, no ha ca¨ªdo en la marginalidad o el terrorismo.
El momento elegido tampoco resulta propicio: despu¨¦s del portazo que dio el Consejo Europeo de diciembre, en Luxemburgo, a las aspiraciones de Ankara de ingresar en la Uni¨®n Europea, Turqu¨ªa no s¨®lo no ha sido invitada, sino que las puertas de la UE se han abierto a Chipre, complicando as¨ª la situaci¨®n de la isla dividida. Esta sospechosa ilegalizaci¨®n, sin embargo, no va a contribuir a que la UE mire con mejores ojos el pasmoso d¨¦ficit democr¨¢tico del r¨¦gimen turco.
Tampoco facilita las relaciones de Turqu¨ªa con el mundo ¨¢rabe y en general musulm¨¢n. Pues cuando el presidente Mohamed Jatam¨ª le hace un gui?o a Occidente desde Teher¨¢n, Ankara ha preferido reforzar sus relaciones con el Israel de Netanyahu, como reflejan las recientes maniobras navales conjuntas con ese pa¨ªs y con Estados Unidos, anunciadas a bombo y platillo. La sombra de Ataturk llega lejos en un pa¨ªs clave, miembro de la OTAN y pivote entre varios mundos, y debe ser cultivada y ayudada desde la democracia. Pero la llegalizaci¨®n del Refah sirve de poco, y desde luego no para reconciliar a Turqu¨ªa con su propia realidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.