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Dice Mar Flores: "Quiz¨¢ fue un error no hacer p¨²blica muestra ruptura, pero tampoco es cosa de estar dando a cada momento la temperatura sentimental de nuestra relaci¨®n como si fuera un parte meteorol¨®gico". Se refiere, como sabe todo el mundo, a su ruptura con Cayetano Mart¨ªnez de Irujo, hijo de la duquesa de Alba, y como efecto de haber sido vista, inesperadamente, con Alberto D¨ªez de Rivera, tercero de los nueve hijos de Alfonso D¨ªez de Rivera y Hoces y de Carmen de Elzaburu M¨¢rquez, marqueses de Hu¨¦tor de Santill¨¢n.Se llega a adquirir conocimientos imprevisibes gracias a la vida de Mar Flores. Pero no s¨®lo en esto sirve a la poblaci¨®n. Antes, las revistas femeninas eran una ce?ida distracci¨®n de las amas de casa, pero, en la actualidad, sin sus frecuentes y grandes exclusivas cambiar¨ªa la calidad del bienestar social. No se hace cargo, por tanto, o no quiere hacerse cargo Mar Flores de la importancia que tiene el estado de su temperatura sentimental, de manera que o informa o debe dedicarse a otra cosa. No puede ser que el p¨²blico aplique su simulacro emocional a asumir sus ilusiones rom¨¢nticas, sus cambios de humor, de residencia o de peinado, sin una correspondencia paralela. Aunque, ciertamente, el juego incluye tambi¨¦n, y eso se admite, un continuo tira y afloja, capaz de no dejar demasiado fr¨ªos a los seguidores ni tampoco quemarse en el af¨¢n de calentarlos m¨¢s.

Entre las modernas profesiones del sector servicios se inscribe ¨¦sta, compleja pero de incalculable porvenir. Trabajar para hacer sentir a los dem¨¢s que el amor, el dolor o la pasi¨®n pueden vivirse como simulacros sucesivos acaso parezca una ocupaci¨®n rara, pero basta observar la felicidad con la que se ojean y repasan las p¨¢ginas de un ?Hola! para constatar la bonanza que la Mar de Flores opone a la tempestad real.