Recreo, ox¨ªgeno y tr¨¢fico
Villalba aportaba a los veraneantes de la capital "recreo y ox¨ªgeno", y los veraneantes correspond¨ªan con "riqueza, gusto urbano, tr¨¢fico y animaci¨®n". Los t¨¦rminos de este casi id¨ªlico intercambio aparec¨ªan en una revista del a?o 1903 y son citados en el libro La sierra de Guadarrama. Naturaleza, paisaje y aire de Madrid, editado en 1992 por la Comunidad. Antonio S¨¢enz de Miera, director y coordinador de la edici¨®n, comenta en sus p¨¢ginas el devenir de tan sencillo y reconfortante trueque, y afirma: "De ese intercambio, que entonces parec¨ªa no s¨®lo inocuo, sino beneficioso, se podr¨ªan derivar problemas que hoy se nos hacen patentes tras la exacerbaci¨®n de las demandas residenciales y tur¨ªsticas que se producen en la ¨¦poca anterior".En 1997, seg¨²n la gu¨ªa Conocer Collado Villalba, exist¨ªan en esta localidad, con 40.000 habitantes censados, 32 agencias inmobiliarias y m¨¢s de cien empresas del ramo de la construcci¨®n en todas sus facetas. La sierra sigue ofreciendo a sus residentes, estacionales o fijos, "recreo y ox¨ªgeno", y la capital contin¨²a aportando "riqueza, tr¨¢fico y animaci¨®n"; lo del "gusto urbano" es, desde luego, mucho m¨¢s discutible.
En Collado Villalba, como en otros pueblos de la comarca afectados por la capitalizaci¨®n, se distinguen dos n¨²cleos de poblaci¨®n bien definidos que sus vecinos conocen como Villalba-Estaci¨®n y Villalba-Pueblo. Lo m¨¢s representativo del primer n¨²cleo es, por supuesto, la estaci¨®n de ferrocarril, motor de la urbanizaci¨®n colindante y del crecimiento de la zona. Pero la significaci¨®n ha cambiado en los ¨²ltimos a?os tras la demolici¨®n por parte de Renfe del edificio de la antigua estaci¨®n, un edificio entra?able para muchos vecinos de la zona que se opusieron in¨²tilmente al derribo. La vieja estaci¨®n, una construcci¨®n de granito en la mejor tradici¨®n serrana, no se merec¨ªa tan triste final. Aunque las necesidades del servicio exig¨ªan una ampliaci¨®n urgente (se calcula que 10.000 viajeros hacen uso diario de sus instalaciones), la venerable casona pod¨ªa haber sobrevivido como algunas hermanas suyas de la sierra situadas en la misma l¨ªnea de cercan¨ªas.
El ferrocarril y la autopista hace tiempo que pusieron a Villalba a tiro de piedra de Madrid. Huyendo del mundanal ruido y de los infernales precios de la urbe, muchos capitalinos hicieron de su segunda residencia estival la primera y siguieron llevando tr¨¢fico, animaci¨®n y mal gusto urbano a Villalba y sus alrededores. Para sustituir a la vieja estaci¨®n ferroviaria ha surgido un nuevo edificio que por su rabiosa funcionalidad resulta pr¨¢cticamente invisible. As¨ª lo ve, o mejor dicho, no lo ve, Carlos Colorado, vecino de Villalba y guionista de un proyecto televisivo sobre el Madrid invisible.
El comercio, grande y peque?o, se concentra entre los focos de la autopista y la estaci¨®n, barrios modernos y an¨®nimos con sus rotondas y sus m¨®dicos atascos de tr¨¢fico para que los reci¨¦n llegados de la aglomeraci¨®n urbana no sientan nostalgias de su anterior h¨¢bitat. El centro comercial Los Valles y otras grandes superficies comerciales, media docena de discotecas y un rosario de discobares se concentran en el cogollo urbano de Villalba-Estaci¨®n, unida al pueblo de Villalba por un delgado hilo conductor, tan fino que en algunos tramos no permite el paso simult¨¢neo de dos veh¨ªculos pesados.
El n¨²cleo del pueblo de Villalba se preserva milagrosamente alrededor de la iglesia y el Ayuntamiento. La iglesia es una maciza construcci¨®n del siglo XVI consagrada a la Virgen del Enebral, en la que destacan el primoroso artesonado, la torre y la propia talla de la Virgen patrona. El edificio del Ayuntamiento, a pesar de las numerosas remodelaciones, conserva su caracter¨ªstica traza de principios de siglo, con sus bloques de granito extra¨ªdos de las moles circundantes de Guadarrama. A su lado, al borde de la peligrosa carretera, unas rotundas gradas de piedra bastamente labrada en el siglo XVII son testigo de una antigua, tradici¨®n democr¨¢tica. Sobre ellas se sentaban en los d¨ªas se?alados el alcalde y los concejales para administrar justicia en concejo libre y abierto con los vecinos.
El pueblo conserva tambi¨¦n antiguos caserones rurales y algunas de las primeras villas de veraneo en uno de los conjuntos m¨¢s arm¨®nicos de esta zona de la sierra. Villalba, como toda la comarca, naci¨® de los asentamientos con los que los pastores segovianos, buscando mejores pastos y para facilitar la trashumancia de sus reba?os, fueron jalonando el territorio madrile?o, en un proceso a menudo interrumpido por querellas y pleitos de demarcaci¨®n entre reyes, obispos y nobles. De su antigua dedicaci¨®n ganadera apenas le quedan a Villalba dos o tres ganader¨ªas, una de ellas de reses bravas. En Villalba (villa blanca) mand¨® instalar Felipe II pozos de nieve, dep¨®sitos perpetuos que sirvieron para refrescar los gaznates de los habitantes de la capital durante los t¨®rridos veranos,
Desde su fundaci¨®n, Villalba estuvo muy relacionada con Madrid como primera etapa y puesto de avituallamiento de los viajeros que entraban o sal¨ªan de la urbe en un trayecto siempre arriesgado y difi¨ªcil: "En el siglo pasado y a principios del actual estaba muy extendida la idea de Guadarrama como guarida de salteadores, como lugar peligroso y paso desagradable", escribe S¨¢enz de Miera en el libro citado anteriormente, en el que subraya tambi¨¦n que tendr¨ªa que llegar el siglo XX para que los madrile?os urbanos dejaran de vivir de espaldas al impresionante murall¨®n de Guadarrama, al que ve¨ªan m¨¢s como un obst¨¢culo que como un lugar bello y saludable.
Este cambio de mentalidad, propiciado por la aparici¨®n en las sociedades urbanas de las teor¨ªas higienistas y de retorno a la naturaleza, marc¨® el rumbo de la sierra madrile?a y su desarrollo. Para los antiguos pobladores segovianos, Guadarrama fue "puerto, nieve, agua, madera, pasto y caza"; para los capitalinos, territorio de expansi¨®n, de huida, de imposible retorno a unas formas de vida que ellos mismos contribuyeron a cambiar irremediablemente con su "gusto urbano" hasta parir este h¨ªbrido a mitad de camino entre lo urbano y lo rural, privilegiado por el inmutable y majestuoso entorno de la sierra de Guadarrama, tesoro y orgullo de Madrid.
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