En el bosque
Tengo que pronunciar un discurso y yo no s¨¦ pronunciar discursos. Apelo, pues, a vuestra benevolencia y os ruego que acept¨¦is estas palabras m¨ªas como la expresi¨®n de lo ¨²nico que soy capaz de hacer y de la ¨²nica raz¨®n por la que he llegado hasta aqu¨ª: yo soy una contadora de historias. Por ello, desear¨ªa aprovechar esta ocasi¨®n tan extraordinaria para hacer un elogio, y acaso tambi¨¦n una defensa, de la fantas¨ªa y la imaginaci¨®n en la literatura, que son para m¨ª algo tan vital como el comer y el dormir, y que opongo a la aridez de la actitud que tan a menudo nos rodea, que se niega a ver la dimensi¨®n espiritual de lo material. (...)Antes de saber leer, los libros eran para m¨ª como bosques misteriosos. Me acuciaba una pregunta: ?c¨®mo era posible que de aquellas p¨¢ginas de papel, de aquellas hormiguitas negras que las surcaban, se levantara un mundo ante mis ojos, mis o¨ªdos y mi coraz¨®n de ni?a? ?Qu¨¦ clase de magia, de sortilegio era aquel que sobrepasaba cuanto yo viv¨ªa y cuanto viv¨ªa a mi alrededor? Criaturas, deseos, sue?os, personas y personajes, y tiempos desconocidos bull¨ªan all¨ª. ( ... ) .
Al contrario de los otros ni?os, empez¨® a gustarme ser castigada en el cuarto oscuro. Comenc¨¦ a sentir y saber que el silencio se escucha y se oye, y descubr¨ª el fulgor de la oscuridad, el incomparable y m¨¢gico resplandor de la nada aparente. De la oscuridad surg¨ªa, gracias a la fantas¨ªa y a las palabras, un mundo id¨¦ntico al de los bosques, un mundo irreal pero, al mismo tiempo, m¨¢s real a¨²n que el cotidiano, un mundo que pronto se convertir¨ªa para m¨ª en una aut¨¦ntica tabla de salvaci¨®n. Si no hubiese podido participar del mundo de los cuentos y si no hubiese podido inventarme mis propios mundos, me habr¨ªa muerto. ( ... )
Siempre he cre¨ªdo, y sigo creyendo, que la imaginaci¨®n y la fantas¨ªa son muy importantes, puesto que forman parte indisoluble de la realidad de nuestra vida. Cuando en literatura se habla de realismo, a veces se olvida que la fantas¨ªa forma parte de esa realidad, porque, como ya he dicho, nuestros sue?os, nuestros deseos y nuestra memoria son parte de la realidad. Por eso me resulta tan dif¨ªcil desentra?ar, separar imaginaci¨®n y fantas¨ªa de las historias m¨¢s realistas, porque el realismo no est¨¢ exento de sue?os ni de fabulaciones... porque los sue?os, las fabulaciones e incluso las adivinaciones pertenecen a la propia esencia de la realidad. Yo escribo tambi¨¦n para denunciar una realidad aparentemente invisible, para rescatarla del olvido y de la marginaci¨®n a la que tan a menudo la sometemos en nuestra vida cotidiana.
Porque escribir, para m¨ª, ha sido una constante voluntad de atravesar el espejo, de entrar en el bosque. Ampar¨¢ndome en el ¨¢ngulo del cuarto de los castigos, como apoyada en alg¨²n silencioso rinc¨®n del mundo, me vi por vez primera a m¨ª misma, avanzando fuera de m¨ª, hacia alguna parte a donde deseaba llegar. En las sombras surg¨ªa, de pronto, la luz; recuerdo que ocurri¨® un d¨ªa, al partir entre mis dedos un terr¨®n de az¨²car y brotar de ¨¦l, en la oscuridad, una chispita azul. No podr¨ªa explicar hasta d¨®nde me llev¨® la chispita azul: s¨®lo s¨¦ que todav¨ªa puedo entrar en la luz de aquel instante y verla crecer. Es eso lo que me ocurrecuando escribo. Porque cuando escribo ahora regreso a entonces: al silencio m¨¢s sonoro, capaz de revelar y absorber los m¨¢s remotos ecos. ( ... )
No existen f¨®rmulas que ense?en a ser escritor. Se empieza a escribir desconociendo toda clase de definiciones sobre ese acto. Es una puerta que se abre, una barrera que se franquea, un mundo al que se tiene acceso; algo parecido a lo que le ocurri¨® a Alicia ese d¨ªa en que, tras cambiar algunas reflexiones con su gato (y tal vez con sus sue?os), se encaram¨® al espejo de la chimenea y, suavemente, pas¨® al otro lado. No se tiene noticia de que leyera antes instrucciones ni folletos explicativos al respecto. Poco m¨¢s o menos, todos los escritores empezamos a escribir ese d¨ªa en que, por primera vez, la vida nos conduce a atravesar esa rara y trasl¨²cida barrera.( ... )
Babelia
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