La Habana de los esp¨ªritus
?Puede afirmarse que el pueblo cubano es cat¨®lico o no? La pregunta se la hac¨ªa en 1995 monse?or Carlos Manuel de C¨¦spedes Garc¨ªa Menocal, hoy vicario de La Habana y la personalidad de la Iglesia cubana que suscita m¨¢s consenso. Se la hac¨ªa por escrito en la revista Temas, flanqueado por dos expertos en religiosidades como Ren¨¦ C¨¢rdenas y Aurelio Alonso Tejada y se contestaba que la mayor¨ªa del pueblo cubano es religioso. No se sal¨ªa Por la tangente este fino intelectual, amigo de intelectuales hasta el punto de que muchos escritores le pasan sus originales para que les ponga el nihil obstat est¨¦tico. En su art¨ªculo de 1995 reivindicaba la tolerancia para todas las formas de la religiosidad que abastecen de esperanza, incluida la santer¨ªa, representada en la misma publicaci¨®n por Natalia Bol¨ªvar, m¨¢xima autoridad en la materia.Enero de 1998, el Papa aterriza y Temas vuelve a la palestra publicando las resoluciones de los Provinciales Latinoamericanos de la Compa?¨ªa de Jes¨²s y un an¨¢lisis de Aurelio Alonso de las biograf¨ªas que ha merecido el papa Wojtyla. Los Provinciales manifiestan una radical denuncia del economicismo. y reivindican el neohumanismo al servicio de los perdedores sociales. Aurelio Alonso pone a Juan Pablo Il en su sitio, que es el de implacable corrector de los excesos reformistas del concilio y el de pastor polaco desilusionado ante la evidencia de que la ca¨ªda del comunismo en Polonia ha reducido el n¨²mero de polacos en las procesiones.
Jardines de la UNEAC, escenario para presentar la revista cultural m¨¢s estimable de Cuba y para reencontrar escritores que asumen la visita del Papa con la misma cortes¨ªa, pero tambi¨¦n con el mismo escepticismo con el que esperar¨ªan cualquier otro prodigio a¨¦reo o gaseoso. No se trata de escepticismo religioso, sino de escepticismo civil o hist¨®rico, mientras intercambian informaci¨®n sobre si han sido seleccionados o no para el encuentro del Papa con el mundo de la cultura en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. La Iglesia ha sido determinante en esa selecci¨®n y la ha justificado no por razones ideol¨®gicas, sino por razones de espacio. Acabo de hablar largamente con Alarc¨®n, presidente de la Asamblea Nacional, y hemos dedicado buena parte de la conversaci¨®n a descifrar si Cuba era cat¨®lica o no. El diagn¨®stico de Alarc¨®n se parece mucho al de monse?or C¨¦spedes, tras plantearse muy a fondo la historicidad de un desencuentro entre Iglesia cat¨®lica y sociedad que no se debe exclusivamente a la revoluci¨®n. Todos los l¨ªderes pol¨ªticos con los que he hablado han recurrido a la historificaci¨®n de desencuentro para justificar el encuentro y asimilarlo por el metabolismo revolucionario. Retomo una vieja monograf¨ªa de Sixto Gast¨®n Aguero que compr¨¦ en la plaza de Armas: El materialismo expl¨ªca el espiritismo y la santer¨ªa, que empieza con una cita de Marx y termina dic¨ªendo que la prueba de la relaci¨®n entre vida espiritual y material est¨¢ en que el esp¨ªritu muere al reducirse su velocidad de vibraci¨®n, con lo que ya hemos estudiado que se condensan sus manifestaciones y pasa a ser materia concreta. Si el materialismo explica la santer¨ªa bien puede explicar las religiones convencionales, sobre todo cuando son utilizables ya no para renunciar al mundo, sino para cambiarlo. D¨ªa completo de vibraciones espirituales. En el hotel, de la mano de J.J. Armas Marcelo, autor de una novela "cubana" de pr¨®xima aparici¨®n en Alfaguara, conozco a la etn¨®grafa Natalia Bol¨ªvar, la autora de Los Orishas en Cuba, importante qui¨¦n es qui¨¦n de la religi¨®n afrocubana eminentemente utilitaria: se recurre a los esp¨ªritus para que te consigan bienes materiales, incluidos unos cuantos d¨®lares. Luego me ver¨¦ rodeado de obispos y cardenales espa?oles en el c¨®ctel ofrecido por el encargado de negocios de Espa?a, Javier Sandomingo, y acabar¨¦ cenando con Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, fundador del realismo m¨¢gico, que, me dice, est¨¢, pero no est¨¢, en La Habana, una transparencia que s¨®lo puede conseguirse desde la trascendencia.
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