N¨¢?igos y boleros
Al escuchar a Fidel Castro en la recepci¨®n del aeropuerto a Wojtyla, me vino a la memoria la representaci¨®n a que asist¨ª hace algunos a?os de Ecue-yamba 0, de Carpentier. A pesar de lo que supon¨ªa la narraci¨®n por resaltar la dimensi¨®n africana de Cuba que reivindica el r¨¦gimen, no pod¨ªa ¨¦ste permitir que la historia de ?¨¢?igos terminase con la triste muerte de Menegildo. Desde fines de los 60, el castrismo tiene que captar cuanto est¨¢ a su alcance, y en este caso, enmendarle la plana a Carpentier colocando el emplasto de un final feliz, autoelogio incluido.No son, pues, recursos de captaci¨®n y de manipulaci¨®n los que le faltan al castrismo, y este viaje de un Papa decr¨¦pito, en principio un riesgo para la ideolog¨ªa de Estado, ha sido aprovechado con suma inteligencia. Algo tan trivial como la declaraci¨®n de la Navidad como d¨ªa festivo es presentado a modo de signo de apertura pol¨ªtica. Luego, a la vista de que lo que pretende la Iglesia es un espacio un poco mayor para su acci¨®n pastoral y proselitista, se le concede de momento a cambio de no plantear reivindicaciones pol¨ªticas. Y a fin de que la recepci¨®n del Papa no sea ocasi¨®n para que se cuenten los disidentes, da la consigna de que las huestes del r¨¦gimen acudan a las concentraciones, mostrando de paso la convergencia entre los prop¨®sitos sociales del anciano catequista polaco y los del r¨¦gimen. Adem¨¢s, Castro es un buen devoto.
Lo esencial, como dese¨® Fidel Castro desde el momento en que acept¨® el reto de la visita, consiste en el espect¨¢culo. Dios y el diablo en la tierra del sol. El Papa anticomunista y el ¨²ltimo revolucionario frente a frente. Resulta preciso que la realidad cubana quede fuera de campo y a fe que los informadores de nuestro pa¨ªs est¨¢n haciendo todo lo necesario para que se cumplan tales deseos. Por ejemplo, el hecho de que las creeencias de procedencia africana, una de ellas la de los ?¨¢?igos, compitan con la ortodoxia cat¨®lica en el campo religioso, sirve de pretexto para situar la descripci¨®n de la Cuba de hoy en el plano de lo real maravilloso, de los Abaku¨¢, Chang¨® y San L¨¢zaro / Babay¨² Ay¨¦, como si no hubiera otra creencia impuesta desde arriba, el martismo-leninismo, que tambi¨¦n act¨²a en ese terreno, y con todo el peso del Estado, siendo causa sin duda de mayores conjuros y maleficios. Es algo as¨ª como cuando describ¨ªan la Espa?a de Franco a trav¨¦s de la romer¨ªa del Roc¨ªo y las procesiones de Semana Santa, presentadas como prueba de un Spain is different, igual que ahora Cuba is different.
Y los cubanos, libres de los males que afectan a las v¨ªctimas del pensamiento ¨²nico, a bailar el bolero -con el est¨®mago vac¨ªo casi todos, eso s¨ª- y a lucir una espl¨¦ndida serenidad ante el adverso periodo especial, recomendaci¨®n que tanto recuerda a los elogios de anta?o a la. madurez de los espa?oles. Olvidemos el nivel econ¨®mico de Cuba en 1959 para que encaje el "Creemos en la revoluci¨®n", sin comillas, pronunciado por V¨¢zquez Montalb¨¢n en su entusiasta celebraci¨®n del paseo de Dios por la isla. Hablemos con los dirigentes de gesto abierto en torno a un mojito, met¨¢monos en el t¨²nel del tiempo para encontrar a Marta Harnecker y, por supuesto, evitemos la experiencia de pasar una temporada viviendo como un trabajador de a pie, que intenta comer y pensar por su cuenta, y sufre la ineficacia del sistema y todas sus formas de control, empezando por los Comit¨¦s de Defensa de la Revoluci¨®n. El momento es bueno para el regreso de pasados entusiasmos, pues hasta un viejo luchador como Elizardo S¨¢nchez habla de la legitimaci¨®n que pueden producir las recientes elecciones y asimila la pol¨ªtica de Espa?a sobre Cuba a la norteamericana, sabiendo a ciencia cierta que eso es falso. Los te¨®ricos del r¨¦gimen, puntualiza Montalb¨¢n, han pasado de Lenin a Gramsci: l¨¢stima que no se note en Granma. Y el cardenal Ortega, a?ade el escritor, "midi¨® espl¨¦ndidamente las proporciones" en su alocuci¨®n televisada. Por supuesto. Como hasta ahora el Papa, tuvo la deferencia hacia Castro de omitir una palabra: democracia.
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