?Fascistas en la Fiscal¨ªa?
Cuando un fiscal tilda airadamente de "fascista y vomitivo" un documento salido de la pluma de otro fiscal, sin ser ninguno de los dos un reci¨¦n llegado a la carrera, es para que se produjera eso que los jueces instructores llaman alarma social y para que alguien abriera un expediente informativo. No es l¨®gico que fiscales de alta graduaci¨®n anden por ah¨ª escribiendo como fascistas o acus¨¢ndose de lo mismo sin que nadie con autoridad institucional se inmute, sobre todo porque en el escrito as¨ª calificado, aunque tal vez no haya muestras espec¨ªficas de fascismo, sobran las de otro "ismo" m¨¢s acorde con nuestra tradici¨®n: es puro y simple militarismo lo que rezuma por todos sus poros el documento que ha levantado este esc¨¢ndalo.De todas formas, la acusaci¨®n de fascista al escrito de un fiscal no deb¨ªa suscitar mayor alarma de la que debi¨® haber producido el Consejo General del Poder Judicial cuando, por unanimidad, se crey¨® en la obligaci¨®n de mostrar su preocupaci¨®n ante ciertas manifestaciones institucionales efectuadas por, Jes¨²s Cardenal "por entender que no son acordes con algunos principios b¨¢sicos de la Constituci¨®n espa?ola". No era ¨¦sta una opini¨®n emitida al buen tunt¨²n en una tertulia de radio; era la meditada preocupaci¨®n del m¨¢ximo ¨®rgano del poder judicial sobre las manifestaciones de un fiscal propuesto para ocupar la Fiscal¨ªa General de un Estado constitucional. Por supuesto,como aqu¨ª quien manda, manda, el Gobierno se limit¨® a decir un chascarrillo sobre las preocupaciones, institucionales o no, suscitadas por aquel nombramiento y as¨ª tuvimos como fiscal general del Estado a un se?or que, deacuerdo con el CGPJ, ha mantenido en el ejercicio de sucargo criterios que no est¨¢n en consonancia con principios b¨¢sicos de la Constituci¨®n.
Pero un fiscal general de ese tenor era imprescindible para elevar, contra toda l¨®gica que no sea la de un mando cuartelario, a un fiscal expedientado a la categor¨ªa de fiscal jefe de la Audiencia Nacional. Nada import¨® que el reci¨¦n nombrado fiscal general se tuviera que tragar enteras sus anteriores declaraciones sobre los requisitos para proceder a tan relevante nombrarniento; nada import¨® tampoco que se haya saltado a p¨ªdola los reglamentos que rigen la carrera fiscal; mucho menos inquiet¨® a Cardenal que con el nombramiento de Fungairi?o se premiara una conducta que la misma inspecci¨®n de la Fiscal¨ªa encontr¨® reprobable. Lo importante era mostrar que por fin alguien estaba dispuesto a mandar en la carrera y as¨ª tenemos en la Fiscal¨ªa General a un se?or deficitario en criterios constitucionales y en la jefatura de la Fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional a un sancionado que no ha obtenido ni un voto siquiera para ascender a la posici¨®n que le permitir¨ªa optar a tal puesto.
Todo lo que ha venido despu¨¦s no es sino el resultado de esta serie de desprop¨®sitos. Salir del paso, como hace la ministra, restando gravedad a "una frase tal vez no afortunada" del escrito de Fungairi?o a?ade un sarcasmo al desatino y muestra tan s¨®lo que la ministra comparte los criterios de sus subordinados. Es el Gobierno el responsable ,de que un fiscal jefe de la Audiencia Nacional encuentre argumentos para exonerar a una dictadura militar y es el Gobierno el responsable de que el fiscal general del Estado remita al Congreso de los Diputados una nota que legitima, con referencias a la Constituci¨®n espa?ola, la "sustituci¨®n temporal del orden constitucional establecido" en Argentina. Es tambi¨¦n el Gobierno, con la impagable asistencia de sus socios nacionalistas, el que impide que el Congreso celebre un Pleno a la medida de la extrema gravedad de los hechos de que se trata. Pero, extraordinario o no, ese Pleno deber¨¢ celebrarse a no ser que los diputados del PP y del frente nacionalista compartan las opiniones de la ministra acerca de lo escrito por los se?ores fiscal jefe de la Audiencia Nacional y fiscal general del Estado.
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