La impotencia de William Jefferson
"El presidente Bill Clinton, herido por un esc¨¢ndalo sexual, se reuni¨® el jueves con el presidente palestino... ". De esta forma empezaba esta semana una cr¨®nica de una agencia de noticias muy seria, que reflejaba as¨ª c¨®mo los esc¨¢ndalos, que crecen en intensidad, empiezan a paralizar al que se suele describir como el hombre m¨¢s poderoso de la tierra, aunque en realidad no lo sea. Ahora bien, si el l¨ªder de la ¨²nica superpotencia que queda se ve aquejado de impotencia pol¨ªtica, no s¨®lo es Estados Unidos el que se ve afectado, sino buena parte del mundo.Los ¨²ltimos esc¨¢ndalos han venido a agravar hasta l¨ªmites dif¨ªciles de prever la impotencia de WiIllam Jefferson Clinton. Pero ¨¦sta arranca desde mucho antes. En su discurso inaugural del segundo mandato -hace ahora justamente un a?o, es decir, un siglo en pol¨ªtica- Clinton afirm¨® que "Am¨¦rica se ha quedado sola como potencia indispensable del mundo". Quiz¨¢ no calibr¨® bien todas las cortapisas que se iba a encontrar en el camino en este af¨¢n de mandar. Desde entonces hasta el caso Paula Jones, que se ha desbocado con el riesgo de arrastrarle, la impotencia presidencial en pol¨ªtica exterior se ha visto acentuada por otros desarrollos.
Despu¨¦s de todo, junto a Clinton para un segundo mandato en la Casa Blanca sali¨® tambi¨¦n elegido un Congreso controlado por una mayor¨ªa republicana en el que, significativamente, casi la mitad de los nuevos elegidos carec¨ªan de pasaporte. Es decir, que no hab¨ªan viajado ni, por tanto, les importaba mucho la pol¨ªtica exterior de un pa¨ªs que influye de manera decisiva en muchos acontecimientos. Fue este Congreso el que el a?o pasado deneg¨® a Clinton los medios jur¨ªdicos necesarios (el fast track) para negociaciones comerciales internacionales; el que le congel¨® la partida para devolver una parte de las deudas de EE UU a la ONU ?porque ¨¦sta financiaba proyectos abortistas!; y el que rechaz¨® unos fondos para el Fondo Monetario Internacional (FMI) necesarios para actuar en la crisis asi¨¢tica.
Algunos se felicitar¨¢n de que el gigante se vea atado por los pies, el Gulliver enredado que le llamaba el profesor de Harvard Stanley Hoffmann. Esta impotencia puede ser ¨²til a la hora de frenar algunos ardores, pero tiene muchos efectos perniciosos, como se ha visto esta semana en la incapacidad de Clinton para extraer nada decente de Netanyahu que sirva para retomar el proceso de paz en Oriente Medio. Y si Clinton no lo logra, ?qui¨¦n puede? Nadie, pues en algunos casos no le falta raz¨®n en lo de indispensable, lo que puede significar potencia necesaria pero no suficiente.No se puede decir que Paula Jones o Monica Lewinsky hayan paralizado el proceso de paz entre palestinos e israel¨ªes; aunque algo han tenido que ver. Pero Estados Unidos no puede funcionar con un presidente cuestionado de esta manera, obligado a declarar, entre despacho y despacho, seis horas seguidas por un asunto civil en el que las pruebas ser¨¢n dif¨ªciles de aportar. Desde luego, un caso as¨ª hubiera resultado ins¨®lito en Europa. Sin embargo, el l¨ªo en que se ve metido Clinton ha superado ya los l¨ªmites civiles de una sociedad puritana para pasar a unas alegaciones de car¨¢cter criminal, como le ocurriera a Nixon con el Watergate, aunque el origen de los asuntos fuera completamente distinto. La posibilidad de impeachment (destituci¨®n) de Clinton lleva al paroxismo esta impotencia, ante la cual lo peor ser¨ªa la b¨²squeda de una crisis internacional para volver a recuperar las riendas.
Estados Unidos se ve as¨ª restado de liderazgo y autoridad. Y si la impotencia de la ¨²nica superpotencia se viera acompa?ada por un proceso de surgimiento de una nueva forma de potencia europea, podr¨ªa haber una compensaci¨®n que servir¨ªa para llenar algunos vac¨ªos. Pero ni la Uni¨®n Europea ni ninguno de sus Estados miembros est¨¢ en situaci¨®n de asumir tal papel. Tiempos de confusi¨®n.
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