Habanera
Los pa¨ªses que han llegado tarde al gran mercado del mundo sufren un triple desajuste: su desubicaci¨®n, la dureza de sus oligarqu¨ªas para mantener su capacidad de acumulaci¨®n a pesar de la desubicaci¨®n y las condiciones de retraso de los m¨ªnimos asistenciales que exige la publicitada modernidad. Por la v¨ªa de la alianza militarismo-neoliberalismo -es decir, Pinochet y Milton Friedman-, s¨®lo se ha conseguido acentuar las distancias sociales entre la poblaci¨®n emergente y la sumergida, pero todav¨ªa el pacto. impl¨ªcito o expl¨ªcito entre los sectores establecidos y la desarticulaci¨®n combativa de las izquierdas convencionales mantiene una situaci¨®n de impasse vigilado. Por eso tiene especial importancia el cambio de las izquierdas latinoamericanas en el inmediato pasado armadas, destruidas o acorraladas y ahora en el traspaso de la revoluci¨®n violenta a la cultural, aunque ninguna revoluci¨®n, ni siquiera la cultural, deje de implicar coacci¨®n. El Gran Mercado del Mundo no tendr¨¢ m¨¢s remedio que autorremodelarse, si es tan inteligente como dicen sus ex¨¦getas, para permitir la transformaci¨®n que ubique a los sectores y los pa¨ªses pobres dentro de un mismo sistema productivo y de consumo. O autorremodelarse o asumir con todas sus consecuencias otra vez salvajes represiones para mantener el llamado orden social a escala nacional o el no menos quim¨¦rico orden internacional. Los neoliberales m¨¢s l¨²cidos apuestan por la autocontenci¨®n y la b¨²squeda de un desarrollo menos desigual, porque, de lo contrario, auguran cat¨¢strofes a la altura del catastrofismo de los m¨¢s catastrofistas posmarxistas. Los m¨¢s inconscientes, normalmente los pijoliberales, reprochan a los autocr¨ªticos poco menos que ser el quintacolumnismo de un obsoleto poscomunismo. Las izquierdas real o irrealmente existentes empezar¨¢n el siglo desde la prudencia. S¨®lo exigen un lugar en el mundo para todo el mundo.
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