In memorian
En realidad lo trat¨¦ muy poco, pero ahora tengo la sensaci¨®n de que se me ha muerto un amigo de toda la vida. Nos ve¨ªamos casi todos los jueves en la Academia, en el descanso entre sesiones, una copa de algo en la mano, y siempre ten¨ªa tiempo para deslizar alguna agudeza, alg¨²n comentario sabio y sarc¨¢stico sobre las cosas. Ten¨ªa cara de sarcasmo, inteligencia y yo creo que de felicidad. Ven¨ªa de Oviedo a Madrid en autob¨²s, y me cont¨® que siempre compraba dos plazas para viajar m¨¢s a gusto. Ten¨ªa una voz ronca y fuerte, una voz antigua, de haber fumado mucho. Ahora que lo pienso, nuestra ¨²ltima conversaci¨®n, hace nada m¨¢s que dos jueves, fue sobre tabaco: en una comisi¨®n hab¨ªamos discutido el t¨¦rmino "caldo de gallina", y ¨¦l nos explic¨® que alud¨ªa a unos cigarrillos de mucho sabor y prestigio que se pusieron de moda en su juventud. Era un hombre sabio y serio en su sabidur¨ªa, pero tambi¨¦n muy ir¨®nico. Pod¨ªa llevar un traje neutro y gris de catedr¨¢tico y al mismo tiempo una corbata inesperada y llamativa, adornada con los peque?os piolines amarillos de los dibujos de la Warner. Al poco de conocemos me dedic¨® con mucho afecto un libro suyo sobre Blas de Otero. Hace unos meses recib¨ª su estudio espl¨¦ndido de la poes¨ªa de ?ngel Gonz¨¢lez. Sab¨ªa explicar la poes¨ªa con erudici¨®n y entusiasmo, y amaba incondicionalmente la literatura, hecho cada vez menos frecuente entre quienes viven de ella en las Universidades. Sobre m¨ª escribi¨® p¨¢ginas muy generosas y atentas mucho antes de que nos conoci¨¦ramos. Las grandes cejas, el ce?o, las gafas, el bigote, acentuaban una mirada poderosa de b¨²ho. Se le notaba mucho que no ten¨ªa paciencia con la estupidez pol¨ªtica y ling¨¹¨ªstica que m¨¢s de una vez se hab¨ªa encrespado canallescamente en contra suya. Descanse en paz. El jueves echar¨¦ de menos su cara complacida y burlesca en la penumbra verdosa del sal¨®n de sesiones. La muerte, la muerte s¨²bita, lo sume todo en una irrealidad inaceptable. ANTONIO MU?OZ MOLINA
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