Dos discursos, dos nacionalismos
Durante la visita de su santidad Juan Pablo II a Cuba se han desarrollado dos discursos -uno en una ¨²nica intervenci¨®n, el otro compuesto en varias, complet¨¢ndose el mensaje en cada versi¨®n- que tienen como almendra una concepci¨®n de la cultura cubana y que, trasladados a la realidad y din¨¢mica pol¨ªticas, sirven de base a dos versiones del nacionalismo.El primer discurso se contiene en el del presidente Fidel Castro en el acto de recepci¨®n en el aeropuerto. El otro se desgrana de los diversos actos eucar¨ªsticos y en la oraci¨®n del Papa en la Universidad de La Habana.
Lo que interesa a este comentarista -aunque impresionado por la espiritualidad de las jornadas- es la fundamentaci¨®n de una posible soluci¨®n para la convivencia cubana y para el eventual tr¨¢nsito a una forma de democracia. Los discursos encierran una oposici¨®n conceptual entre ellos, pero tambi¨¦n un m¨ªnimo com¨²n para la reconstrucci¨®n.
El discurso de Castro insert¨® el nacionalismo cubano, quiz¨¢ lo m¨¢s perdurable y resistente de la revoluci¨®n, en una concepci¨®n tercermundista, autocolonialista y de desaf¨ªo al imperialismo. La revoluci¨®n cubana se ve, y en buena parte es, un paradigma contra el efecto aplastante del imperialismo. "El imperialismo aplastaba a la diversidad", escrib¨ªa un antrop¨®logo y arabista franc¨¦s en el tiempo de la guerra de liberaci¨®n de Argelia. Es decir que produc¨ªa un vaciamiento de la personalidad nacional. Uniformizaba, convert¨ªa a los sujetos en objeto. Frente a la acci¨®n imperialista, la rebeli¨®n contra la opresi¨®n concreta desafiaba al concepto mismo de dominaci¨®n. Jean Paul Sartre, en un pr¨®logo a una antolog¨ªa de poes¨ªa africana y malgache, editada por Pr¨¦sence Africaine, proclamaba que el africano que se rebelaba contra el dominio de Lisboa o Par¨ªs no lo hac¨ªa como angolano o dahomeyano sino como excluido. Su descenso en el alma africana era ¨®rfica, pues, como Orfeo, se sumerg¨ªa en el Hades persiguiendo a Eur¨ªdice. Se alzaba contra la marginaci¨®n de los malditos de la tierra.
Castro trataba en el aeropuerto Jos¨¦ Mart¨ª de colocar la revoluci¨®n cubana en la contrahistoria, de los hombres sin historia, hasta ahora. El discurso de Castro encerraba la verdad, pero era parcial y, por tanto, en parte injusto. Los historiadores cubanos, los Moreno Fraginals, Fernando Ortiz, los marxistas como Cepero Bonilla, los narradores que buscan la ra¨ªz social como Miguel Bamet -y sus marginados cimarrones o gallegos y la novela prenacionalista costumbrista, la Cecilia Vald¨¦s, de Cirilo Villaverde, presentan un desarrollo de la sociedad cubana m¨¢s compleja. O el recuerdo de Los dos abuelos, de Nicol¨¢s Guill¨¦n. Esclavitud, dominaci¨®n, aniquilaci¨®n de los abor¨ªgenes son verdades hist¨®ricas innegables y dif¨ªcilmente trivializalles. Ah¨ª est¨¢ el serm¨®n del arrepentimiento de Las Casas o las cifras del genocidio citadas por Fern¨¢ndez de Oviedo. Pero la realidad es m¨¢s compleja, m¨¢s rica y, naturalmente, la herencia espa?ola, su dominaci¨®n, y su misma evangelizaci¨®n, m¨¢s variada y m¨¢s plural, a partir, tal vez, del siglo XVIII.
El discurso de Castro y la fundamentaci¨®n de su nacionalismo revolucionario, no obstante, se abre al futuro. Pero, un futuro que no se entrega como res nullius a un cambio no controlado, ni a la amenaza de hegemon¨ªas vecinas.
(Es de lamentar, y mucho, que cualquiera que haya -sido la raz¨®n para la vacancia -y de hecho habiendo el cubano retirado el pl¨¢cet a nuestro embajador, el Gobierno espa?ol se encuentra en condici¨®n de acreedor-, las circunstancias nos hayan colocado en una situaci¨®n que debe ser corregida ahora mismo).
La segunda construcci¨®n del nacionalismo es la m¨¢s matizada, completa, compleja y gradual del Papa.
Este nacionalismo impl¨ªcito se inscribe en una visi¨®n universal y en este gozne entre lo hist¨®rico y la visi¨®n espiritual transhist¨®rica que es lo religioso. Con la encarnadura que significa la misma humanizaci¨®n del Dios en la figura y existencia hist¨®rica de Cristo.
En Camag¨¹ey, y sobre todo, en la Universidad de La Habana, el Papa reivindica los beneficios humanos. de la evangelizaci¨®n concreta en Cuba y del pasado, con inclusi¨®n de toda la historia, de la colonial tambi¨¦n. En la Universidad lo hace recordando la figura de un sacerdote nacionalista, pero todav¨ªa espa?ol. Un criollo no niega, por su condici¨®n, origen o ascendencia, sino que los potencia desde el ansia de libertad de la patria. Es decir, que el criollismo fue una asunci¨®n del pasado y un proyecto pol¨ªtico de futuro. Pero recordar a nacionalistas y a la tradici¨®n liberal y a la acci¨®n -potenciada en la cita- de la tradici¨®n es asentar el nacionalismo no ya en la reivindicaci¨®n moral universal, sino tambi¨¦n en la situaci¨®n concreta.
El destino de Cuba en el tr¨¢nsito a la democracia estar¨¢ en que un nacionalismo razonable, pero decidido, se oponga a la entrega total, quiz¨¢ no inicial pero acumulativa, a otra cultura y en definitiva a otro poder nacional, ¨¦ste hegem¨®nico. Esto lo ha entendido la diplomacia espa?ola durante ¨¦pocas. Hasta ahora, al menos.
En este nacionalismo de reconstrucci¨®n, que no puede soportar una operaci¨®n de saldo, la Iglesia cat¨®lica cubana, curada de sus tendencias mim¨¦ticas al nacional catolicismo, puede y debe jugar un papel central. Nadie lo ha dicho, pero aparte de santeros y ?¨¢?igos, los evangelistas crecieron bajo el r¨¦gimen anterior, crecen en Miami y podr¨ªan -como las sectas protestantes en Centroam¨¦rica- operar en profundidad en la disoluci¨®n de la diferencia cubana frente a su entomo. Durante la visita del Papa se ha repetido la palabra espacio. La Iglesia aspira a consolidar un espacio en una sociedad pluralista. Pero los espacios presuponen -salvo crear situaciones de disoluci¨®n- un proyecto nacional. Y un motor ideol¨®gico en tomo al concepto de patria.
Esta construcci¨®n est¨¢ hoy un poco -o mucho- m¨¢s avanzada tras la extraordinariamente inteligente -por parte y parte- visita del Pont¨ªfice. Otros debemos ayudar, entre ellos Espa?a, cuya capacidad -relativa pero no despreciable- no puede quedar anulada por falta de agilidad exterior.
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