Antonio Tabucchi: "La literatura es el Internet del alma"
En 'La gastritis de Plat¨®n' polemiza con Eco y elige como interlocutor a un preso
El aleteo de la mariposa puede provocar un tif¨®n. Antonio Tabucchi escribe a mano. Con frecuencia, de pie, para mitigar el dolor de espalda. Entre sus pel¨ªculas favoritas figura Blade Runner, pero no es cibernauta. "La literatura", dice, "es el Internet del alma". Con su letra menuda, fr¨¢gil y aleteante, puede construir novelas que conmueven al mundo, desde Lisboa a Tokio, como ha sucedido con Sostiene Pereira y La cabeza perdida de Damasceno Monteiro., El m¨¢s reciente aleteo de la mariposa es un sorprendente op¨²sculo, un panfleto inusual en estos tiempos, publicado hasta ahora solamente en Francia con el curioso t¨ªtulo de La gastrite de Platon (?ditions Mille et Une Nuits). A partir de una pol¨¦mica con Umberto Eco, el autor italiano reabre de una forma novedosa el debate sobre la funci¨®n del escritor, cuestiona la figura del intelectual "cortesano" o manager de la cultura, y elige como interlocutor a un condenado en prisi¨®n, Adriano Sofri, posible v¨ªctima, sostiene Tabucchi, de un caso Drefflus de nuestro tiempo.Una de sus ¨²ltimas intervenciones como articulista la titul¨® El hilo de la inquietud. Eso es lo que parece, tambi¨¦n f¨ªsicamente, Antonio Tabucchi, un tejedor de inquietudes. Por supuesto, tienealgo de sus personajes ya c¨¦lebres, como los modestos periodistas Pereira y Firmino, o el abogado don Fernando, esa mezcla desaudade contemplativa y disposici¨®n moral. Un coraje pensativo.Su voz es pausada, pero va enhebrando una inquietud tras otr¨¢.Incluso cuando conduce por Florencia, donde nos encontramos,Tabucchi lo hace en un innato zigzag. Avanza con la duda. Nos cuenta que una amiga ha dise?ado un ciberpato. Cuando el ordenador no es capaz de resolver un problema, aparece el pato y hacecua-cua. Su iron¨ªa es como ese pato. Se asemeja a lo que los lisboetas llaman cuspir fininho. No busca humillar o vencer al otro,sino ponerlo en crisis. "Creo que la hipot¨¦tica funci¨®n del intelectual no es tanto crear crisis como poner en crisis, sobre todo cosas y personas que no lo est¨¢n, y que, al contrario, est¨¢n muy convencidas de su posici¨®n".
Avanza Tabucchi y las noticias de hoy son un pasto para la iron¨ªa. Para dos de sus palabras preferidas: equ¨ªvoco y paradoja. Fidel Castro y el Papa.Quiz¨¢ Fidel Castro har¨ªa un buen Papa. "La verdad", dice Tabucchi, "es que hay muchos que quieren ser Papa". En la plaza Michelangelo, japonesas sonrientes posan bajo un David desnudo, y en los puestos de venta de recuerdos abundan las postales de penes' cl¨¢sicos con leyenda en ingl¨¦s: Who? (?Qui¨¦n?). "En mi ni?ez", recuerda Tabucchi, "un alcalde mand¨® cubrir el sexo de las estatuas con hojas de vid". Las ¨¦lites del mundo hablan hoy tambi¨¦n del pene de Bill Clinton. En consecuencia, el d¨®lar baja y no se descarta un ataque a¨¦reo en Irak. Pasolini defini¨® as¨ª ese tipo de orden: "Acumulaci¨®n de desechos apilados al azar"."Si para Her¨¢clito", comenta Tabucchi, "el kosmos, sin¨®nimo de orden y belleza, resultaba al contrario caos y fealdad, imaginemos un poco c¨®mo puede ser interpretado el cosmos al final del segundo milenio". En los puestos de souvenirs venden tambi¨¦n el peque?o Pinocho, la criatura florentina del carpintero Geppetto. La mejor madera de la humanidad. "Tomad", regala Tabucchi, "un P?nocho". Un par de zapatos de corteza de ¨¢rbol... Como un amuleto contra el calendario milenarista.
Las aventuras de Pinocho nacieron en un peri¨®dico. Carlo Collodi las public¨® por primera vez y por entregas en 1878, en el Giornale per Bambini. Entre otras peripecias, Pinocho es v¨ªctima de un error judicial por parte del juez Atrapapillos. Antonio Tabucchi recuerda de su infancia de lector la fascinaci¨®n que le produc¨ªan los sucesos ilustrados de La domenica del Corriere. Ahora lee al menos tres peri¨®dicos al d¨ªa. Como no usa ordenador, no navega por Internet ni nada parecido, ironiza: "Tengo ya serios problemas para conducir, me confundo de mano, soy un desastre. Adem¨¢s, he ido anteayer al oculista y debo cambiar de gafas".
-Vivimos la apoteosis de la comunicaci¨®n electr¨®nica. ?No se siente en fuera de juego?
-Bueno, ?sabe usted?, el fuera de juego es una posici¨®n que me conviene. En el fondo, todos los escritores est¨¢n un poco fuera de juego, y sobre todo est¨¢n fuera de juego los que creen que ocupan el centro del campo (risas).
En un texto poco conocido, El siglo XX: balance y perspectivas, aparecido en 1991 y que tal vez debiera ser tomado en consideraci¨®n en las Facultades de Periodismo, Tabucchi muestra su repugnancia ante el fen¨®meno de lo que llama la informaci¨®n indiferenciada. "Con la informaci¨®n indiferenciada ha cambiado la percepci¨®n del mundo, porque la informaci¨®n indiferenciada pone todo al mismo nivel, de la guerra a los desastres, la muerte, los grandes premios automovil¨ªsticos(...). Es precisamente con esta informaci¨®n indiferenciada con la que la literatura debe arreglar cuentas".
Su ¨²ltima novela, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro (1997), forma parte, de alguna forma, de ese arreglo de cuentas. El punto de partida era real. Un ciudadano portugu¨¦s, de 25 a?os, que hab¨ªa estado detenido en comisar¨ªa, fue hallado en un parque, decapitado y con se?ales de malos tratos. La novela de Tabucchi propici¨® la revision del caso y el juicio al responsable, un sargento de la GNR.
-Una persona escribe a mano, en un rinc¨®n solitario, y eso que hace tiene un efecto inesperado. Lo ocurrido con su Damasceno Monteiro parece un desaf¨ªo a la fatalidad.
-Tal vez sea justa la teor¨ªa de las cat¨¢strofes. Para explicar esta teor¨ªa y, por tanto, los equilibrios muy fr¨¢giles de la realidad, un cient¨ªfico us¨® esta imagen: el batir de alas de una mariposa en Nueva York puede provocar un tif¨®n en Pek¨ªn. Es conjetural, pero me parece muy interesante.
El pasado a?o ha sido period¨ªsticamente muy agitado para Tabucchi. No s¨®lo por ser noticia importante en las p¨¢ginas culturales. Tambi¨¦n porque ha ejercido con obstinaci¨®n su derecho a intervenir.Por ejemplo, sobre el trato dado a los albaneses emigrados sin papeles a Italia. Con dos piezas, Intelectuales, cubr¨ªos, ahora llueven piedras y El alban¨¦s soy yo, entr¨® en pol¨¦mica con los conversadores, "con los que quieren hacer del intelectual una instituci¨®n". "Frente a ellos, tan jet-set, tan elegantes, distinguidos y cultos", dice ahora Tabucchi, "mi toma de posici¨®n a favor de los albaneses fue, en primer lugar, una cuesti¨®n de buen gusto, una decisi¨®n est¨¦tica".'
La gastritis de Plat¨®n tiene apenas el peso de un souven¨ªr de Pinocho. O de una caja de f¨®sforos. El n¨²cleo de este ensayo, que ¨¦l llama sin complejos panfleto, fue publicado en la revista italiana Micromega, en junio de 1997, y la respuesta fue el silencio. Con otros textos, en forma de libro menudo, apareci¨® en Francia en noviembre. Le Monde y Liberation hablaron de este op¨²sculo tan sutil como lleno de coraje. Tabucchi hace suya una frase de Eugenio Montale: "Me contentar¨ªa con transmitir la luz de una cerilla". La luz de la cerilla lleg¨®, de rebote, a Italia y desat¨® el debate. "Los intelectuales italianos estaban de vacaciones; ahora se han interesado".
De hecho, y a prop¨®sito de f¨®sforos, La gastritis de Plat¨®n habla de c¨®mo actuar en caso de incendio.
"Todo empez¨®", explica Tabucchi, "cuando le¨ª un art¨ªculo de Umberto Eco que se titulaba El primer deber de los intelectuales: callarse cuando no sirven para nada. Hab¨ªa en ese art¨ªculo dos tesis centrales. La primera era que, cuando la casa se incendia, la ¨²nica cosa sensata que el intelectual puede hacer es llamar a los bomberos. Y la segunda, que era in¨²til intentar convencer con ideas a un eventual alcalde o autoridad (¨¦l se refer¨ªa al de Mil¨¢n, donde se estaba manifestando una xenofobia muy grande hacia los albaneses), porque esas mentalidades eran refractarias a art¨ªculos y escritos. Lo ¨²nico bueno que podr¨ªa hacer un intelectual era escribir un buen manual escolar para educar al nieto de ese alcalde para que, cuando sea grande, no tenga la misma mentalidad del abuelo".
"Las dos cosas que dec¨ªa Eco me hicieron reflexionar mucho",contin¨²a Tabucchi. "En los ¨²ltimos treinta a?os ha habido muchos incendios en Italia. En lostrenes, en los bancos, en la estaci¨®n de Bolonia. Bombas que mataron a docenas de personas. Llamar y elogiar a los bomberos meparece importante, pero no suficiente. A m¨ª me gustar¨ªa saber las causas del incendio. ?Cortocircuito? ?Intencionado? Un intelectual, con sus dudas y escritos, debe contribuir a aclarar una realidad oscura. Hay un texto muy importante de Pasolini, de 1974, titulado Ioso (Yo s¨¦). En ¨¦l dice: 'Yo s¨¦ losnombres de los responsables de loque ser¨¢ llamado golpe de Estado.Yo s¨¦ los nombres de los responsables de la masacre de Mil¨¢n...', y sigue con sus 'Yo s¨¦'. No lo sab¨ªa, claro, pero lo sab¨ªa. Entend¨ªa que parte de su trabajo era restablecer la l¨®gica en el lugar donde parece reinar lo arbitrario, la locura y el misterio".?Por qu¨¦ el t¨ªtulo de La gastritis de Plat¨®n? Umberto Eco dec¨ªa tambi¨¦n que invocar la palabra del intelectual ante acontecimientos presentes sena tan decepcionante como reprochar a Plat¨®n no haber propuesto un remedio para la gastritis". Ahora, Tabuechi esboza una sonrisa:
"Yo entiendo que uno de los deberes del intelectual, y del artista, es precisamente ¨¦ste: reprochar a Plat¨®n no haber inventado el remedio contra la gastritis".
-La abstenci¨®n intelectual, ?no ser¨¢ una reacci¨®n debida a las consecuencias de la tesis sartriana de "ensuciarse las manos"? ?Estamos quiz¨¢ ante una cura de silencio?
- ?Ah, no! ?Ser¨ªa una cura que dura demasiados a?os! Pero no. No es verdaderamente una cura. Nadie quiere ser definido como intelectual comprometido, porque se asocia con comunismo. Y ninguno en este momento post que estamos atravesando quiere ser tachado de comunista, especialmente porque la mayor¨ªa lo ha sido. Si hubiese un silencio digamos cementerial, me parecer¨ªa bien, pero no. Hay mucha ch¨¢chara, mucho bla bla. Los intelectuales est¨¢n dispuestos a participar en profund¨ªsimos debates sobre el derecho a besarse en televisi¨®n, sobre el color de moda en la pr¨®xima temporada, etc¨¦tera. Por tanto, no es silencio. Es un silencio muy selectivo.
-El haber elegido como destinatario de estas reflexiones a Adriano Sofri, condenado a una larga pena de prisi¨®n, parece pol¨ªticamente bastante incorrecto.
-?Incorrect¨ªsimo!... Lo sucedido con Adriano Sofri es, en mi opini¨®n, un nuevo caso Dreyfus. En lo que, por cierto, est¨¢ de acuerdo Umberto Eco. En los a?os setenta, Sofri era dirigente de Lotta Continua (un grupo de izquierda revolucionaria). Despu¨¦s se mantuvo en un plano relevante como pensador, por sus escritos e intervenciones, como director de la c¨¦lebre. colecci¨®n editorial Palermo. Y public¨®, entre otras cosas, un informe sobre las condiciones en que se encuentran comisar¨ªas y c¨¢rceles, realizado por una comisi¨®n del Consejo de Europa para la prevenci¨®n de la tortura y las detenciones degradantes. Sofri lo public¨®. Me parece que en ning¨²n otro pa¨ªs de Europa se ha publicado. El es un intelectual muy interesante y, en mi opini¨®n, fue condenado de una forma totalmente injusta. Se le inculp¨® como presunto instigador del asesinato del comisario Calabresi, ocurrido en 1972, y se le conden¨® en 1997 a 22 a?os de prisi¨®n. La ¨²nica "prueba", y p¨®ngalo entre comillas, es el testimonio de un arrepentido. Un individuo con un pasado muy extra?o y que tuvo ahora, seg¨²n confes¨®, una crisis m¨ªstica. No hay otras pruebas. No s¨®lo eso. Las que podr¨ªan utilizarse hab¨ªan sido destruidas o desaparecido. La ropa del comisario fue vendida y su coche fue destruido cuando la Administraci¨®n reclam¨® a la polic¨ªa el pago del impuesto de circulaci¨®n. La bala asesina desapareci¨®. Me parece alarmante que haya estas sombras inquietantes en el sistema judicial de un pa¨ªs democr¨¢tico. Yo lo que hice, retomando la propuesta de Eco, fue preguntarle a Sofri que qu¨¦ le parec¨ªa dedicar los 20 a?os de c¨¢rcel para escribir un manual escolar muy bien hecho.
D¨ªas atr¨¢s, una comisi¨®n entreg¨® al presidente de la Rep¨²blica italiana una petici¨®n apoyada por miles de firmas para que fuera revisado el caso Sofri. En esa comisi¨®n figuraba Antonio Tabucchi. Establecido el paralelismo con el caso Dreyfus, surge la cuesti¨®n de cu¨¢les ser¨ªan sus Yo acuso. "Como prefacio, tendr¨ªa que hacerme muchas autoacusaciones... El poder tambi¨¦n anida en los pliegues del alma, por ejemplo, el machismo. Pero creo que sobre todo tiene sentido denunciar los abusos del poder. La modest¨ªsima, por veces pat¨¦tica, funci¨®n del escritor puede ser mostrar ese lado oculto de la realidad. Ya nombrarlo es muy importante. Decir 'el rey est¨¢ desnudo', por supuesto, no es la ¨²nica realidad del escritor. La escritura responde a much¨ªsimas razones. Tambi¨¦n me parece muy importante hacer la Oda a la Zanahoria".
-?Y el Soneto a un Cubo de Basura!
-?Claro! La literatura es un vientre muy amplio. Es el Internet del alma y de los tiempos.
-Despu¨¦s del holocausto, despu¨¦s de la bomba at¨®mica, se dijo que ya no ten¨ªa sentido escribir. ?D¨®nde est¨¢ hoy la vanguardia, la novedad?
-Desde la II Guerra Mundial, la literatura est¨¢ siempre moribunda. Fue Adorno el que dijo que despu¨¦s de Auschwitz ya no se puede escribir m¨¢s. Inmediatamente llega un grand¨ªsimo escritor y resuelve el problema. Es Primo Levi. El problema no es qu¨¦ escribir despu¨¦s de Auschwitz, sino escribir sobre Auschwitz. Luego, las neovanguardias europeas declararon la muerte de la novela. ?Y la novela florec¨ªa en Am¨¦rica Latina! Ahora se vuelve con la misma cantinela. ?Qu¨¦ se puede responder a esta concepci¨®n f¨²nebre? La ¨²nica respuesta que se puede dar a las preguntas de nuestro tiempo es seguir escribiendo. Es la ¨²nica respuesta.
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