ETA, terrorismo sin fronteras
La misma noche en que asesinaron a Alberto y Ascenci¨®n, mi mujer y yo tambi¨¦n salimos a cenar fuera. Como me imagino que hicieron ellos, nosotros, un momento antes de salir, a nuestros hijos de seis y tres a?os les prometimos que regresar¨ªamos pronto y que, cuando despertaran por la ma?ana, nos encontrar¨ªan otra vez en casa. Alberto y Ascenci¨®n no han podido cumplir su promesa. ?Qu¨¦ dolor!Me imagino tambi¨¦n si se tratara de un hermano o una cu?ada. Pienso en los de Alberto y Ascensi¨®n, haciendo de tripas coraz¨®n, para aislar a sus sobrinos de los acontecimientos o buscando el momento de explicar lo incomprensible.-
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