El arzobispo de Sevilla pide justicia y suplica a los pol¨ªticos que luchen sin fisuras contra ETA

La lluvia, el llanto y los aplausos acompa?aron ayer a los f¨¦retros con los cuerpos del concejal Alberto Jim¨¦nez-Becerril y su esposa, Ascensi¨®n Garc¨ªa Ortiz, asesinados por ETA la madrugada del viernes, desde que abandonaran a las 10.30 horas la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento hasta tres horas despu¨¦s cuando entraron en el cementerio de San Fernando. La misa funeral fue oficiada por el arzobispo de Sevilla, monse?or Carlos Amigo Vallejo. En la homil¨ªa, el sacerdote franciscano pidi¨® justicia ante los cr¨ªmenes de ETA y suplic¨® a los que se dedican "al noble oficio" de la pol¨ªtica que no se dejen llevar por "opciones partidistas" y luchen "juntos en favor de la paz, sin fisuras ni ambig¨¹edades".

Los duques de Lugo, la infanta Elena y Jaime de Marichalar, ocuparon un sitio preferente a la derecha del altar mayor de la catedral de Sevilla, el mismo lugar en el que se casaron el 18 de marzo de 1995. En los bancos de la izquierda se situaron los familiares de la pareja asesinada. La Infanta precedi¨® la entrada, por la puerta de San Miguel, de los f¨¦retros del matrimonio asesinado, que portaban concejales del Ayuntamiento sevillano, y que fueron custodiados por un escuadr¨®n de la Polic¨ªa Local vestido de gala. Los ata¨²des iban cubiertos con la bandera de Sevilla.El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y su esposa, Ana Botella; el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Manuel Chaves; as¨ª como el vicepresidente, Francisco ?lvarez Cascos, siete ministros, los presidentes del Congreso y del Senado, numerosos alcaldes (las de M¨¢laga y C¨¢diz entraron cogidas de la mano) y dirigentes de todos los partidos pol¨ªticos asistieron al funeral en el interior de la catedral de Sevilla junto con unas tres mil personas. Fuera del recinto aguardaron durante m¨¢s de una hora cientos de sevillanos en medio de una lluvia torrencial.

En la homil¨ªa, monse?or Carlos Amigo Vallejo lanz¨® dos mensajes: uno a los pol¨ªticos y otro a los terroristas. De los primeros alab¨® el "noble oficio de trabajar por el bien de la comunidad", actividad que, citando el documento elaborado por los obispos espa?oles Cat¨®licos en la vida p¨²blica, requiere generosidad, desinter¨¦s personal "y hasta dar incluso la propia vida", subray¨®. Pero del elogio pas¨® a la reclamaci¨®n. "Desde este reconocimiento agradecido a cuantos sirven desde el ejercicio de la pol¨ªtica, tambi¨¦n la s¨²plica de que no se de en llevar por opciones partidistas que rompan esa uni¨®n necesaria y sin fisuras ni ambig¨¹edades para luchar juntos en favor de la paz y del bienestar de todos".

Amigo Vallejo conden¨® los asesinatos y el "odio y los deseos injustos de venganza". A rengl¨®n seguido, a?adi¨®: "Pero ni comprendemos ni queremos admitir que la muerte, la extorsi¨®n, el secuestro, la intimidaci¨®n, el miedo, el terror, la violencia y la injusticia sean la soluci¨®n para nada". El arzobispo se dirigi¨® entonces a los terroristas: "Podemos perdonar y hasta deseamos poder quereros como hermanos. Pero vosotros, los que tanto dolor y tanto mal nos hab¨¦is causado, no nos pod¨¦is pedir que renunciemos a la justicia y a buscar sin descanso y, por todos los medios leg¨ªtimos, la paz que tanto deseamos".

El arzobispo de Sevilla, que comenz¨® su homil¨ªa reconociendo que "parec¨ªa imposible tener que llorar de nuevo", se pregunt¨® qu¨¦ razones han esgrimido los autores de los disparos mortales, "quiz¨¢s tambi¨¦n j¨®venes como el matrimonio asesinado", para cometer el crimen. "?En aras de qu¨¦ ideales? ?Qu¨¦ sociedad se puede construir bajo el imperio del terror, del asesinato y de la violencia?", inquiri¨®.

Mensaje del Papa

Durante el funeral, se ley¨® un mensaje del secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano, en el que el Papa expresa "una vez m¨¢s" su en¨¦rgica reprobaci¨®n por el atentado. El Papa pide que los espa?oles, que "tantas veces han manifestado su voluntad de vivir en paz"', puedan disfrutar de un ambiente social en el que no se vea amenazado "el fundamental derecho a la vida".Al t¨¦rmino de la misa, las familias de Alberto Jim¨¦nez-Becerril (su madre, Teresa Barrios, y sus hermanos Francisco, que se aferraba a la bandera de Sevilla con la que se cubri¨® el f¨¦retro, y Teresa) y de Ascensi¨®n Garc¨ªa Ortiz recibieron el p¨¦same emocionado de los duques de Lugo y del presidente del Gobierno. La Infanta y Jaime de Marichalar tambi¨¦n intentaron consolar a la alcaldesa de Sevilla, Soledad Becerril, completamente deshecha en l¨¢grimas cuando abandon¨® la catedral.