Bimilenario
En su perpetua b¨²squeda de la perfecci¨®n desarrollaron los humanos una pertinaz querencia por los n¨²meros redondos, indiferentes a la arbitrariedad en la que se cimentaba su cronolog¨ªa. Seg¨²n el calendario m¨¢s vendido y aceptado del orbe cristianohablante, proclive a la celebraci¨®n de aniversarios, cincuentenarios, centenarios y quintocentenarios, el pr¨®ximo 2000 ha de ser quintaesencia de todas las c¨¢balas apocal¨ªpticas del milenarismo militante.Alrededor del a?o 1000 ya vivi¨® la cristiandad zarabandas como ¨¦sta, sectas destructivas patrocinadoras de suicidios colectivos, hordas de penitentes alucinados, falsos taumaturgos, videntes a fanto la profec¨ªa y fiscales de un juicio final que no lleg¨® a producirse en su primera convocatoria. El bimilenarismo que nos fustiga hoy con extraterrestres, templarios de guardarrop¨ªa, gn¨®sticos por correspondencia y esoterismos de teletienda no es sino un p¨¢lido reflejo, por mucho Internet que le echen, de aquellos fabulosos desmelenes de hace 1.000 a?os, cuando la proximidad del primer milenio dio rienda suelta a todos los charlatanes de la cristiandad y bula a todos los chalados de la Tierra.
En el Madrid de 1998, las convulsiones del milenio venidero se comentan todas las tardes en charlas, conferencias y mesas redondas, cuyas convocatorias empapelan las calles, alertando desde muros y farolas sobre la necesidad de regenerarse, renacerse, desdoblarse o renovarse espiritualmente ante el apocalipsis o la nueva era que nos aguarda, seg¨²n las diferentes escuelas. Del futuro se ocupa tambi¨¦n un selecto ramillete de televidentes que cambiaron la bola de cristal por el contestador autom¨¢tico y han aprendido a usar las cartas del tarot como tarjetas de cr¨¦dito.
El s¨ªndrome milenarista ha contaminado por fin a un colectivo de ciudadanos generalmente esc¨¦pticos y cr¨ªticos que, impregnados quiz¨¢ por las tufaradas esot¨¦ricas y apocal¨ªpticas que respiramos, han empezado a imaginarse el futuro de su ciudad, el Madrid del siglo XXI; y lo que han imaginado en su incursi¨®n por la futurolog¨ªa no les ha gustado. Pero, desde luego, este disgusto no les ha hecho caer en el conformismo y la resignaci¨®n que tanto se llevan, m¨¢s bien les ha infundido ¨¢nimos para rebelarse y corregir el sombr¨ªo panorama de sus visiones del ma?ana. Bajo la rotunda consigna de "no nos resignarnos", estos ciudadanos, agrupados en c¨ªvica plataforma, han elaborado el documento Madrid 99: razones para cambiar de alcalde, donde proponen amargarle a la derecha municipal su d¨¦cimo cumplea?os en el poder, poner fin a su d¨¦cada bochornosa, mediante el milagro de las urnas, en las elecciones de mayo de 1999. El aut¨¦ntico milagro que imploran los hermanos de esta cofrad¨ªa con sus rogativas es el de la unidad de la izquierda y de las fuerzas progresistas de la urbe para presentar un candidato ¨²nico a los comicios. Pero no se contentan con ese prodigio, los redactores del documento no quieren que ese candidato sea fruto de la designaci¨®n ritual y del cabildeo de los partidos pol¨ªticos implicados, sino resultado de un proceso de participaci¨®n de asociaciones vecinales, de j¨®venes, de mujeres, organizaciones no gubernamentales, grupos ecologistas y otros colectivos que intervendr¨ªan directamente en la elaboraci¨®n del programa y en la discusi¨®n de las candidaturas.
Los redactores, impulsores y difusores de esta iniciativa son conscientes de las dificultades que entra?a el saludable ejercicio democr¨¢tico que proponen, tan sencillo y transparente en su concepci¨®n que debe producir escalofr¨ªos en muchos pol¨ªticos profesionales, pues, si saliera bien, podr¨ªa poner en entredicho la necesidad de su oficio y, por tanto, sus puestos de trabajo. Acostumbrados a pescar en r¨ªo revuelto, la placidez de estas aguas se les debe antojar una trampa que no pueden eludir sin levantar suspicacias, pero si entran lo har¨¢n para llevarse el caudal a su molino.
Mientras, los socios de la Fundaci¨®n de Debates Internos, animadores de la causa, siguen trabaj¨¢ndose la calle, a pie de obra, convocando a ir¨®nicas manifestaciones procesionales y teatrales como la que llevaron a cabo en la plaza de Oriente para regalar al alcalde un t¨²nel port¨¢til donde pudiese satisfacer sus m¨¢s perentorias necesidades de excavar en el maltratado sustrato de la sufriente villa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.