"De te fabula narratur"
An¨¢lisis cr¨ªtico del autor sobre los problemas de la crisis asi¨¢tica, sobre el papel del Fondo Monetario Internacional y sobre la incidencia en Europa, en donde aventura que la pr¨®xima coyuntura de incertidumbre monetaria ser¨¢ la transici¨®n al euro
Traducci¨®n: lo que est¨¢ sucediendo en Asia puede afectarle a usted de forma decisiva, y no s¨®lo por las razones que piensa. La soluci¨®n del acertijo, al final del art¨ªculo, si tiene paciencia para seguir los vericuetos del razonamiento econ¨®mico-pol¨ªtico.Vamos por partes. ?En qu¨¦ consiste la crisis asi¨¢tica? En su origen, en el hundimiento del tipo de cambio de las monedas de los nuevos pa¨ªses industrializados: en los ¨²ltimos seis meses, en relaci¨®n con el d¨®lar, la rupia indonesia perdi¨® el 228% de su valor, el baht tailand¨¦s el 87%, el ringgit malasio el 79%, el d¨®lar de Singapur el 22%, el won coreano el 96%. Incluso el otrora poderoso yen perdi¨® m¨¢s de un 15%. No hay razones econ¨®micas objetivas para este hundimiento generalizado, porque las condiciones de cada econom¨ªa son distintas. Si bien el primer aviso, el del baht en julio de 1997, puede relacionarse con desequilibrios exteriores de la econom¨ªa tailandesa, que indicaban una sobrevaloraci¨®n de su moneda, las balanzas por cuenta corriente de Corea del Sur, de Hong Kong, de Taiwan son mucho m¨¢s sanas y Jap¨®n sigue, teniendo el mayor super¨¢vit comercial de la econom¨ªa mundial.
Lo que se produjo fue una crisis de confianza de los inversores en la estabilidad de las monedas, cuya paridad era fija con respecto al d¨®lar, un mecanismo esencial para controlar la inflaci¨®n y asegurar la inversi¨®n extranjera. Esta p¨¦rdida de confianza fue ampliada por maniobras especulativas de ataque contra dicha paridad, obteniendo ping¨¹es beneficios, en una repetici¨®n de lo que se produjo con la libra esterlina y otras monedas europeas en 1992.
O sea: el comportamiento de los flujos globales de inversi¨®n no dependi¨®, y no depende, primordialmente de la situaci¨®n de las econom¨ªas reales, sino de la percepci¨®n de los mercados.
El segundo acto del drama es el hundimiento de bancos e instituciones financieras como consecuencia de la devaluaci¨®n de las monedas nacionales. El mecanismo es sencillo y devastador: los bancos y empresas reciben pr¨¦stamos denominados en d¨®lares que son reembolsados con ganancias obtenidas, en su mayor parte, en moneda nacional. Si las ganancias son en rupias o en wons el tipo de cambio elimina la posibilidad de reembolso de los pr¨¦stamos, sobre todo a corto plazo.
M¨¢s a¨²n: los bienes ra¨ªces, frecuentemente utilizados como colateral, se deval¨²an igualmente. Lo cual no s¨®lo provoca la quiebra de los bancos y empresas locales, sino de los bancos extranjeros que hab¨ªan prestado y contaban con dichos reembolsos para pagar sus propias deudas. Hong Kong, Corea del Sur y Jap¨®n hab¨ªan invertido fuertemente en el milagro asi¨¢tico y, por tanto, sufrieron en primer lugar el choque de las devaluaciones, pero los bancos estadounidenses y europeos tambi¨¦n han prestado grandes sumas en Asia.
Existe un tercer factor que agrava el problema: el alto riesgo de muchos de estos pr¨¦stamos, a corto plazo, contando con el apoyo tradicional de los gobiernos a los bancos de cada pa¨ªs.
Como ha analizado Krugman recientemente, cuando los gobiernos no pueden cubrir todas las quiebras, por la magnitud de las mismas, los riesgos se multiplican puesto que en los c¨¢lculos financieros de cada empresa estaba descontado el rescate del gobierno en ¨²ltima instancia. El alto riesgo de muchos pr¨¦stamos en Asia viene determinado por factores tales como la promesa de altas ganancias en econom¨ªas de r¨¢pido crecimiento, los favores pol¨ªticos a empresas por razones familiares o de conveniencia pol¨ªtica y (algo que no se menciona) la penetraci¨®n de segmentos del sistema financiero por maf¨ªas criminales (como se ha demostrado en el caso de la Yakuza en Jap¨®n).
Ahora bien, el remedio de la crisis puede ser peor que la enfermedad. Porque aqu¨ª llega el Fondo Monetario Internacional para repetir lo ¨²nico que sabe en cualquier circunstancia: austeridad, estabilidad monetaria, altas tasas de inter¨¦s, reducci¨®n del sector p¨²blico, cierre de empresas y despidos de personal. A cambio de dar dinero para que se paguen las deudas de los bancos, sobre todo internacionales, y no cunda el p¨¢nico.
?Y qu¨¦ ocurre? Pues que si las empresas necesitan dinero, m¨¢s que nunca, para seguir funcionando y los tipos de inter¨¦s se disparan, la econom¨ªa se paraliza y la crisis se acent¨²a. Si el movimiento se generaliza, se puede llegar a una deflaci¨®n mundial, es decir, a la aton¨ªa econ¨®mica.
Podr¨ªa pensarse, sin embargo, que los altos tipos de inter¨¦s deber¨ªan frenar el deterioro al reforzar el valor de las monedas, seg¨²n la teor¨ªa econ¨®mica. Pero no seg¨²n la psicolog¨ªa m¨¢s elemental. Porque si las autoridades monetarias nacionales son puestas bajo la supervisi¨®n del Fondo Monetario Internacional est¨¢ claro que lo ¨²nico en que uno puede fiar sus ahorros es el d¨®lar y por tanto el valor de las monedas sigue cayendo.
De hecho, un informe interno del Fondo Monetario Internacional sobre su actuaci¨®n en Indonesia, realizado en diciembre y publicado en enero por el The New York Times, reconoce los errores de la intervenci¨®n del Fondo, actuando sobre la macroeconom¨ªa y no sobre la microsociedad, errores que llevaron a agravar la crisis.
A finales de enero, Asia parece estabilizarse a nivel bajo; pero se han destruido dos mecanismos esenciales de sus econom¨ªas: la confianza de los inversores, tanto nacionales como globales, y los mecanismos de relaci¨®n entre gobiernos y empresas que, aun politizando el modelo de crecimiento, hab¨ªan suscitado ese crecimiento y hab¨ªan protegido relativamente a las econom¨ªas asi¨¢ticas de los embates de los flujos globales. En realidad, estamos ante una nueva imposici¨®n de los mercados globales sobre los estados nacionales.
?Y Europa? Los gobiernos y las autoridades financieras contin¨²an insistiendo en que el impacto posible de la crisis asi¨¢tica es marginal. Tienen raz¨®n en decirlo: hay que tranquilizar a la gente. Y tienen raz¨®n en t¨¦rminos de los v¨ªnculos econ¨®micos directos: el comercio con Asia todav¨ªa no es determinante, la futura competitividad de los tigres condenados a exportar puede ser disminuida con un proteccionismo sutil, la confianza de los inversores en las bolsas europeas, aunque menguada, est¨¢ todav¨ªa en niveles muy altos en una perspectiva hist¨®rica.
Pero lo que la crisis asi¨¢tica demuestra es que la evoluci¨®n de las econom¨ªas nacionales, incluso sobre bases relativamente sanas, depende de movimientos financieros que, una vez iniciados, se amplifican extraordinariamente por la volatilidad de enormes masas de capital que los nuevos sistemas tecnol¨®gicos de informaci¨®n permiten transferir en cuesti¨®n de segundos, de unas monedas a otras, de unos valores a otros y de unos pa¨ªses a otros. Y como una de las condiciones del Fondo para sanear las econom¨ªas es precisamente liberalizar a¨²n m¨¢s la circulaci¨®n de capitales, lo que se est¨¢ produciendo es la puesta en circulaci¨®n de enormes masas de capital originadas e invertidas en Asia y que, habiendo perdido confianza en esos mercados emergentes, buscan ocasiones de ganancia en las turbulencias financieras globales. No hace falta ser especialista para saber cu¨¢l es la pr¨®xima coyuntura de incertidumbre monetaria a gran escala: la transici¨®n al euro.
Por mucho que se fije la paridad entre monedas europeas, y entre el euro as¨ª definido y otras monedas de reserva (d¨®lar, libra, franco suizo, yen) desde marzo de 1998, son los mercados los que en ¨²ltimo t¨¦rmino definir¨¢n el tipo de cambio del euro e incluso la paridad relativa dentro del sistema euro.
Y la decisi¨®n, an¨®nima, colectiva, global, no depender¨¢ s¨®lo de la inflaci¨®n de cada pa¨ªs o de los tipos de inter¨¦s, sino de climas pol¨ªticos, reacciones de psicolog¨ªa colectiva, informaciones en los medios de comunicaci¨®n y acontecimientos mundiales.
Si la confianza de los grandes inversores globales en el euro, o en uno de sus componentes, se pierde, puede haber una inflexi¨®n en el valor del euro o de, una de sus divisas. Y una vez que se suscite un movimiento incontrolado de devaluaci¨®n, los desequilibrios del sistema financiero europeo, que tambi¨¦n existen, podr¨ªan convertirse en fallas de dimensi¨®n asi¨¢tica. Por ejemplo, el enorme agujero de Credit Lyonnais, que intenta cubrir el Gobierno franc¨¦s en negociaci¨®n con la Comisi¨®n Europea, se agrav¨® en enero cuando la empresa evaluadora estadounidense Moody's empez¨® a dudar del plan de viabilidad para rescatarlo, devaluando as¨ª sus certificados de dep¨®sito. Los bancos alemanes, ingleses y franceses est¨¢n fuertemente comprometidos en Asia, de la misma forma que lo est¨¢n los bancos. espa?oles en los mercados emergentes latinoamericanos, s¨²bitamente inciertos por el solo hecho de ser emergentes.
En realidad, el que la incertidumbre monetaria europea no se convierta en crisis financiera, profundizada por capitales globales especulativos, podr¨ªa depender de que usted no tome en serio este art¨ªculo. Porque si los cientos de miles de lectores de EL PA?S lo creyeran y, para protegerse, convirtieran sus acciones en obligaciones y cambiaran sus pesetas y marcos en d¨®lares, iniciar¨ªan un movimiento semejante al que tuvo lugar en Tailandia, precisamente cuando estamos en los momentos decisivos para la constituci¨®n del euro. O sea que tranquilo, por favor. Conf¨ªo en que su ruindad no llegue al extremo de anteponer la seguridad de sus ahorros a la construcci¨®n de una Europa monetaria unida, grande y libre.
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