"El ingl¨¦s nunca lograr¨¢ arrinconar al espa?ol"
Disc¨ªpulo de maestros como Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal y Am¨¦rico Castro y, a la vez, referencia imprescindible para varias generaciones de ling¨¹istas, los 90 a?os le han sorprendido a Rafael Lapesa trabajando, como siempre. "Siempre he tenido mucha curiosidad intelectual y nunca he considerado el trabajo como tal, sino m¨¢s bien como un placer y una pasi¨®n", se?ala el m¨¢s prestigioso historiador de la lengua espa?ola. Optimista sobre la salud y el futuro del idioma, Lapesa manifiesta que "el ingl¨¦s nunca lograr¨¢ arrinconar al espa?o".Vive desde hace medio siglo en una espaciosa y soleada casa de la residencia de profesores de la Universidad Complutense de Madrid. Atiborrado el piso de libros, Rafael Lapesa lamenta no poder subirse ya a las escaleras para ordenarlos, pero mantiene una vitalidad envidiable que le permite dedicarse a dos proyectos: la edici¨®n de una recopilaci¨®n de art¨ªculos y una historia de la sintaxis espa?ola. "Es cierto que sigo siendo joven porque sigo siendo curioso", comenta Lapesa, entre sonrisas, mientras contesta resignado que sus d¨ªas son cada vez menos normales. "Son anormales", a?ade, "porque estoy m¨¢s preocupado por mis mareos que ocupado de mi trabajo". Pide disculpas este pulcro y educado profesor por recibir a los periodistas en bat¨ªn, bajo el que asoma una bien anudada corbata.
Un idioma unido
Este catedr¨¢tico de Historia de la Lengua Espa?ola, que vivi¨® y dio clases en prestigiosas universidades de Estados Unidos, como Harvard, Yale o Princeton, contempla la expansi¨®n del espa?ol en la primera potencia del mundo como un signo evidente de pujanza del idioma. "Cada vez hay m¨¢s hispanos que viven en Estados Unidos y una lengua tiene un valor psicol¨®gico sobre aquellos que la viven y la hablan. El espa?ol es la tercera lengua en influencia tras el ingl¨¦s y el chino, y su futuro no est¨¢ en absoluto amenazado. El ingl¨¦s nunca lograr¨¢ arrinconar al espa?ol. Adem¨¢s, pese a sus peque?as y a veces no tan peque?as diferencias dialectales, el espa?ol se ha mantenido unido en Am¨¦rica y en Europa". La riqueza literaria y el hecho de que Espa?a llevara a Am¨¦rica una cultura actual en aquella ¨¦poca del siglo XVI llevan a Lapesa a explicarse las razones por las que se impuso a las lenguas ind¨ªgenes.Admite este miembro de la Academia Espa?ola de la Lengua que el espa?ol pueda escribirse y hablarse hoy peor que hace unas d¨¦cadas, pero a rengl¨®n seguido precisa: "Ese diagn¨®stico podr¨ªa aplicarse a cualquier lengua actual, como el ingl¨¦s o el franc¨¦s. Hay que considerar que las circunstancias provocan que la pureza de la lengua deje paso a las novedades formuladas por situaciones cambiantes, al tiempo que cada vez es mayor la influencia de lenguas cercanas". Tampoco ve especiales peligros Lapesa en la hegemon¨ªa que el ingl¨¦s ha alcanzado en el campo de las nuevas tecnolog¨ªas o de los medios de comunicaci¨®n audiovisuales. "Claro que hay cambios", resume el acad¨¦mico y ling¨¹ista, "pero eso resulta inevitable. Ahora, las mayores influencias proceden, del ingl¨¦s, como en el siglo XVIII ven¨ªan del franc¨¦s. Todos los idiomas se influyen y se contaminan unos a otros".
Pasi¨®n por ense?ar
La inmensa mayor¨ªa de sus alumnos ha reconocido en Lapesa unas virtudes singulares para explicar una materia aparentemente tan ¨¢rida como la evoluci¨®n de una lengua. Asiente con la cabeza en gesto de agradecimiento y comenta: "Me gustaba ense?ar. Sencillamente, me apasionaba encontrar explicaciones a los interrogantes que me planteaban los estudiantes. Un m¨²sico que goza tocando el viol¨ªn o el piano, nunca considerar¨¢ su tarea como un sacrificio. Yo he tenido esa sensaci¨®n".?Alguna receta para atraer la atenci¨®n de los alumnos? "Ninguna en particular m¨¢s all¨¢ de que yo intentaba que los estudiantes redactaran y leyeran mucho", afirma. "Eso s¨ª, es fundamental corregir mucho, aunque se trate de un trabajo muy arduo para un profesor. Yo tuve la suerte de que mi mujer me ayudaba mucho a corregir". El profesor Lapesa correg¨ªa los ejercicios a sus alumnos personalmente porque de ese modo "pod¨ªa tener con ellos el di¨¢logo necesario que en una clase con m¨¢s de cien alumnos resultaba imposible, simplemente porque no era un di¨¢logo, sino una algarab¨ªa". M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s de su jubilaci¨®n, muchos estudiantes todav¨ªa recuerdan su gran capacidad para ense?ar, para convertir en claro aquello que es dif¨ªcil.
Ha sido Premio Nacional de Investigaci¨®n en 1983 y Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras tres a?os despu¨¦s; galardonado por muchas universidades y considerado un¨¢nimemente una autoridad en el estudio de la lengua espa?ola, la mirada de Rafael Lapesa se ilumina de verdad cuando recuerda: "Lo que m¨¢s me impresionaba como profesor eran episodios como el de aquella ocasi¨®n en la que, tras leer unos versos de Rosal¨ªa de Castro, las chicas que integraban la clase se pusieron en pie por la pura emoci¨®n de las palabras de la poeta gallega. Siempre he observado que los chicos se interesan m¨¢s por las razones del conocimiento, y las chicas, por la est¨¦tica, por la belleza. De todos modos, yo curs¨¦ mis estudios secundarios y universitarios cuando en Espa?a ya funcionaba la coeducaci¨®n y soy un decidido partidario de que hombres y mujeres seamos compa?eros en todos los ¨®rdenes".
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