"Timor sufre un genocidio"
Carlos Felipe Ximenes Belo, obispo de Dili (Timor Oriental), obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1996 por su lucha para encontrar "una soluci¨®n justa y pac¨ªfica al conflicto" que afecta su tierra, invadida por Indonesia en 1975 al amparo del caos suscitado en la metr¨®poli por la Revoluci¨®n de los Claveles. El r¨¦gimen de Yakarta se anexion¨® un a?o m¨¢s tarde el territorio, de 15.000 kil¨®metros cuadrados, como la provincia de Teruel. La ONU no reconoci¨® aquella anexi¨®n y sigue considerando a Portugal potencia administradora. Fue una ocupaci¨®n a sangre y fuego y desde entonces a ac¨¢ se calcula que ha habido 200.000 v¨ªctimas, entre muertos, presos pol¨ªticos y exiliados. El 90% de los 850.000 habitantes de Timor Oriental han sido reinstalados y apenas el 20% de las aldeas ha permanecido donde se hallaba. El portugu¨¦s, la lengua culta, ha sido prohibido y se persigue su uso en p¨²blico. Funcionarios, comerciantes y soldados han llegado de otras partes del pa¨ªs, el quinto m¨¢s poblado del mundo, con 200 millones de habitantes. ?Es un genocidio lo que sufre Timor Oriental? "S¨ª", responde sin dudar el obispo, que cree que el aldabonazo del Nobel ha servido de muy poco. "En el interior no ha habido ning¨²n cambio". S¨®lo en la comunidad internacional, percibe Ximenes Belo "una mayor concienciaci¨®n".
Por el obispo, que acaba de cumplir 50 a?os, pasan todos los intentos de resoluci¨®n de conflicto y sufre tanto presiones de quienes desean la plena integraci¨®n en Indonesia como de quienes buscan la independencia: "La posici¨®n de la Iglesia es dif¨ªcil, porque hay cat¨®licos integracionistas y otros independentistas". ?l no se pronuncia -"s¨®lo quiero que se deje escoger a la gente", se?ala- ni dice estar en condiciones de saber qu¨¦ piensan los timorenses, por extra?o que pueda parecer que lo diga un obispo de una comunidad rural. "La gente tiene miedo a hablar. La mayor¨ªa quiere que la opresi¨®n se acabe". Ahora esa opresi¨®n no es tan sangrienta como en el pasado -a¨²n en 1991 hubo una matanza en la que perecieron 200 personas y otras tantas desaparecieron- pero sigue siendo f¨¦rrea. "En Timor no hay tranquilidad, s¨®lo vigilancia".
Hasta aquella "masacre" el problema de Timor era desconocido en Indonesia, y desde entonces se han levantado las voces "de algunas ONG e intelectuales que comprenden lo que los timorenses sienten", pero hay pocas opciones de cambio. El presidente Suharto -que se anexion¨® el territorio y a sus 76 a?os ser¨¢ reelegido dentro de un mes para un s¨¦ptimo mandato de cinco a?os- no va a aflojar la mano y su principal rival pol¨ªtico y esperanza democratizadora del pa¨ªs, Megawati Sukarnoputri, "dice que Timor Oriental pertenece a Indonesia". Por encima de unos y de otros "est¨¢ el Ej¨¦rcito, que tiene la ¨²ltima palabra y no es flexible y no sabe nada de democracia".
As¨ª que no quedan muchas salidas. Una de ellas es la de la lucha armada, llevada adelante por unos centenares de hombres perdidos en la selva y reprimidos por el Ej¨¦rcito. No es la v¨ªa que defiende el obispo. "Estoy contra la violencia. No se da el Nobel de la Paz a alguien que apoya el terrorismo. Reconozco que el derecho a la lucha armada que algunos han ejercido ha permitido que nacieran pa¨ªses, pero creo que la soluci¨®n para Timor debe pasar por el di¨¢logo". Repite insistentemente la palabra: "Di¨¢logo, di¨¢logo, di¨¢logo".
Adem¨¢s de su funci¨®n mediadora en el interior, Ximenes Belo explica en el exterior la situaci¨®n de su pueblo "porque si todo el mundo vive en silencio el drama de Timor ser¨¢ mayor". En Espa?a, adonde ha viajado invitado por Manos Unidas, el obispo va a expon¨¦rsela hoy al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y tambi¨¦n va a entrevistarse o se ha entrevistado con otros dirigentes parlamentarios, auton¨®micos y eclesi¨¢sticos.
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