Los hechos, Lain
Una chica le pregunt¨® al presidente del Gobierno, desde un ¨¢ngulo de Arco, mientras Aznar andaba entre telas:-Se?or presidente, ?y usted cree que todo el mundo entiende el arte moderno?
Majestuoso, sensato, indiferente, como el personaje de Final conocido, el memorable poema de Angel Gonz¨¢lez, el jefe del Ejecutivo respondi¨®:
-Yo, s¨ª.
Esa respuesta escueta encierra una filosof¨ªa que quiz¨¢ explique lejanamente algunos hechos contempor¨¢neos, como la destituci¨®n extempor¨¢nea de Gloria Moure como directora del Centro Galego de Arte Contempor¨¢neo. Si ¨¦l entiende todo el arte moderno, ?entiende tambi¨¦n esto? ?Se entiende esa interrupci¨®n pol¨ªtica y arbitraria de la continuidad de un trabajo cultural? ?Va a ser siempre as¨ª, bajo cualquier Administraci¨®n, que se arbitren modos para interrumpir abruptamente lo que se est¨¢ construyendo? ?Esto es falta de respeto o, por decirlo con el t¨¦rmino que nos ocupa, falta de entendimiento? Si lo entiende el presidente, ?podr¨ªa explic¨¢rselo, pues, a los artistas que hoy mismo van a reunirse en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid a preguntarse por qu¨¦ ocurren estos hechos que revelan una falta de respeto institucional y pol¨ªtico por la trayectoria y las perspectivas de un centro de arte moderno? Los convocantes de la reuni¨®n lo dicen claro: "Los m¨¦todos autoritarios utilizados que van desde la difamaci¨®n hasta la violencia f¨ªsica, propios de tiempos pasados, evidencian una preocupante situaci¨®n de la cultura que traspasa el ¨¢mbito gallego".
Y si el presidente entiende el arte moderno, y entendemos que el teatro es un viejo arte moderno, ?podr¨ªa explicar a los actores y actrices del montaje de Pelo de tormenta, de Francisco Nieva, por qu¨¦ han sufrido el repentino cierre de su gira cuando ya se hab¨ªa gastado el dinero nacional en un proyecto que adem¨¢s pagaba el Estado y que seg¨²n la cr¨ªtica y el p¨²blico iba funcionando con una dignidad sobresaliente?
El presidente entiende; a lo mejor es que no le explican.
Esos son los hechos de la vida cotidiana de la cultura espa?ola; por detr¨¢s de esos hechos, y muchas veces por encima, ocurren acontecimientos que tienen que convertir la cr¨®nica en una conmemoraci¨®n. Y es que ma?ana cumple 90 a?os Pedro La¨ªn Entralgo, que fue director de la Academia Espa?ola, y que tiene en su biograf¨ªa personal la tintura indeleble de un pa¨ªs que de pronto se hizo moderno a partir de las cavernas; ¨¦l estuvo en las cavernas, sali¨® de ellas dando un redoble de conciencia y ha contribuido a la reconciliaci¨®n nacional, a la defensa de la democracia y a la b¨²squeda de un modo nuevo de relacionarnos. Esa voluntad suya de reencuentro y de reconciliaci¨®n no esconde una actitud bobalicona: ¨¦l se hizo un radical, y ha arremetido contra esto y aquello, como una conciencia. El 24 de febrero de 1981, cuando estaba todav¨ªa caliente la rabia nacional frente al intento de subvertir el orden democr¨¢tico, La¨ªn fue el primer intelectual que habl¨® en la radio en contra de los militares sediciosos, y sus art¨ªculos han sido muchas veces soflamas a favor de la dignidad; entiende qu¨¦ pas¨® cuando esto era oscuro y ahora es un gozoso escritor de 90 a?os que sigue paseando por Madrid y por cualquier parte con el entusiasmo de quien ve desocupado el horizonte de aquella alima?a malsana que parti¨® en dos nuestro siglo. Dec¨ªa otro nonagenario ilustre, y tan l¨²cido como siempre, Francisco Ayala, que los ¨²ltimos 20 a?os de democracia le han vuelto a dar a este pa¨ªs el aire de esperanza que tuvo; el novelista Manuel de Lope, que es mucho m¨¢s joven, sostiene que en este siglo Espa?a ha pasado de la Edad Media a la contemporaneidad, en sus gustos, en sus actitudes y en su estimaci¨®n del porvenir.
La¨ªn es un gran testigo de esa transfiguraci¨®n, y en su biograf¨ªa personal, que ¨¦l asumi¨® con el riesgo de la autocr¨ªtica, est¨¢n tambi¨¦n las contradicciones del siglo, ¨¦sas que ahora, una vez superada la turbulencia da?ina de aquel entonces, nos parece el reflejo de un mundo que s¨®lo sucedi¨® en la pesadilla; ahora Espa?a es otro pa¨ªs, que a¨²n precisa el entendimiento de la calidad, la b¨²squeda de la calidad, la obsesi¨®n por cierta solemnidad social que nos haga orgullosos de lo que hemos conseguido, de lo que todos han conseguido. Y La¨ªn es un hombre en cuyo carnet de identidad figura la categor¨ªa de espa?ol con esa calidad que uno le reclama a la vida ciudadana.
?Y c¨®mo es La¨ªn? Es grande de estatura, y de coraz¨®n, y sigue teniendo en su alma la ingenuidad de un chiquillo. Escribe a mano, como un escolar, y guarda dentro de una cartera de cuero lo que tiene que hacer cada d¨ªa; todos los a?os le pide a este peri¨®dico que le env¨ªe una agenda, para apuntar sus compromisos diarios. Que reciba muchas m¨¢s agendas.
Una nota final, un recuerdo sentimental: hoy hubiera tenido 70 a?os Juan Garc¨ªa Hortelano, el gran amigo de todo el mundo. Un escritor esencial, un ser humano que tanta falta hace en tiempos de entendimiento tan dif¨ªcil. Un ciudadano.
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