El liderazgo americano
Al mismo tiempo que en Europa, y en otras muchas partes del mundo, se discute con pasi¨®n el hiperliderazgo de Norteam¨¦rica en los asuntos pol¨ªticos, econ¨®micos y culturales, y se hace una equivalencia casi mec¨¢nica entre los conceptos de globalizaci¨®n y americanizaci¨®n del planeta, en el seno de los Estados Unidos se critica la tendencia al aislacionismo y la falta de pulso ante lo que sucede en el mundo.Los protagonistas son centenar y medio de pol¨ªticos, intelectuales y empresarios, y el pretexto es la reciente crisis asi¨¢tica. Cuando los efectos de esta ¨²ltima parecen diluirse en una cierta normalidad con altibajos y sobresaltos, un peque?o n¨²mero de ciudadanos muy representativos -ex presidentes como Carter o Ford; ex secretarios del Estado como Christopher, Vance, Haig o Kissinger; de Defensa, como Brown; del Tesoro, como Bentsen o Blumenthal; de Trabajo, como Reich; ex presidentes de la Reserva Federal, como Paul Volcker; directivos de bancos y multinacionales, etc¨¦tera- han recurrido al viejo m¨¦todo de los abajo firmantes y publicado un manifiesto en el New York Times del pasado mi¨¦rcoles, en forma de carta abierta al Congreso, titulada "Ha llegado la hora de que EE UU ejerza su liderazgo en cuestiones mundiales clave".
El encabezamiento resume la tesis del escrito: "Los que nos hemos reunido para firmar esta declaraci¨®n somos republicanos y dem¨®cratas. Tenemos experiencia en el Gobierno, en los negocios, en el campo laboral y en otros ¨¢mbitos. La peligrosa tendencia al abandono de las responsabilidades del liderazgo mundial nos tiene preocupados. Esta clase de aislamiento moderno perjudica gravemente los intereses estadounidenses". Para los firmantes, la crisis asi¨¢tica es el caso m¨¢s urgente sobre el que actuar, y temen que aumenten las presiones proteccionistas ante la reducci¨®n del PIB que se prev¨¦ para el a?o en curso. Demandan una nueva arquitectura de las instituciones financieras internacionales, consistente en el dise?o de mecanismos para que los inversores y los acreedores soporten tambi¨¦n el peso de las crisis, una mayor transparencia financiera, el establecimiento de modelos comunes de contabilidad e informaci¨®n, y la mejora de la supervisi¨®n financiera. Pero lo m¨¢s significativo son las medidas que proponen para que EE UU ejerza su liderazgo:
-Cumplir con los compromisos financieros que el FMI necesita para ser eficaz en las crisis: los recursos del Fondo no son costes presupuestarios, sino pr¨¦stamos a devolver con intereses ("En el caso de M¨¦xico todos los pr¨¦stamos fueron devueltos y M¨¦xico ha recuperado un crecimiento significativo").
-Pagar los 1.000 millones de d¨®lares que debe a la ONU por cuotas atrasadas: la sempiterna deuda no hace sino reforzar la impresi¨®n, cada vez m¨¢s arraigada, de que EE UU desea ir por su cuenta y separarse de las instituciones multilaterales clave.
-Mantener la flexibilidad actual del Departamento del Tesoro en cuanto al acceso al Fondo de Estabilizaci¨®n de Cambios: este fondo no ha tenido una falta de pago en toda su historia.
-Aprobar una nueva autoridad negociadora del fast track (v¨ªa r¨¢pida): todos los presidentes, desde principios de los a?os setenta, han tenido autoridad para entablar negociaciones destinadas a reducir las barreras comerciales. Esta autoridad ha desaparecido por culpa del Congreso y el presidente Clinton la necesita m¨¢s que nunca.
Los firmantes recuerdan que la globalizaci¨®n ha dejado ciudadanos rezagados, y que existe la obligaci¨®n de ayudarlos con redes de seguridad, educaci¨®n, programas de reciclaje y ayudas varias. Con su llamada de atenci¨®n parecen responder a la historia de aquel sabio que hab¨ªa estudiado durante toda la vida y sab¨ªa todas las respuestas posibles, pero estaba desesperado porque nadie le hac¨ªa preguntas.
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