El Rayo se desploma
Agotado lleg¨® Lopetegui tras recorrer a toda velocidad la distancia que le separaba del ¨¢rea rival. Quer¨ªa rematar un c¨®rner. Fracas¨® en su intento. La escena se produjo en el minuto 93 de partido. El Rayo apelaba as¨ª a la ¨¦tica, a los gestos espectaculares, para ponerle esparadrapo al desastre. De nada le vali¨®. Como tampoco le vali¨® jugar 25 minutos con cuatro delanteros. El Rayo se desploma.Es un equipo repleto de negaciones. Ninguna tiene que ver con el esfuerzo, las agallas y otras virtudes de aspecto musculoso. El Rayo lleva mucho tiempo grit¨¢ndole no al f¨²tbol, diga lo que diga su clasificaci¨®n. Su juego es de una espesura enfermiza. Ayer recuper¨® a Pablo Sanz, un futbolista de enorme criterio, pero ni siquiera ¨¦l pudo rescatarle del cuarto oscuro.
El primer bal¨®n que agarr¨® el ?ibar acab¨® fuera del estadio, lo que demostraba que el cuadro vasco no estaba para florituras. Por eso se meti¨® atr¨¢s, l¨®gico, y por eso se ali¨® con el contragolpe, m¨¢s l¨®gico todav¨ªa. Le sali¨® bien la jugada porque su adversario se empe?¨® en hacerle un homenaje al mal f¨²tbol. Ezequiel fue invisible, On¨¦simo se perdi¨® en regates y fintas, y m¨¢s regates y m¨¢s fintas, y Noriega, cuya movilidad es encomiable, se ahog¨® en tanta carrera.
Qued¨® el asunto en manos de los del m¨²sculo, lo que agot¨® incluso al p¨²blico. ?Y qu¨¦ hizo el ?ibar? Pues marcar un gol en un contraataque bien trenzado que culmin¨® Loro?o minutos antes de o¨ªr el crujido de su clav¨ªcula.
Hasta entonces el Rayo s¨®lo hab¨ªa asustado en un par de cabezazos m¨¢s o menos decentes. Y nada m¨¢s. Despu¨¦s, el partido entr¨® en una fase a¨¦rea, con el bal¨®n volando sin destino. Con el marcador en contra, Ortuondo puso en liza a todo su arsenal y Perico Alonso, a todo lo que encontr¨® en su banquillo con pinta de defensa. Acab¨® la historia con el p¨²blico silbando, con Lopetegui de delantero y con el f¨²tbol de luto. Al Rayo le mantiene vivo la clasificaci¨®n, porque si de su juego dependiera hac¨ªa tiempo que cualquier esperanza de ascenso dormir¨ªa el sue?o de los justos en el cementerio m¨¢s cercano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.