Rusia amaga, pero no pega
La diplomacia rusa intenta evitar el ataque norteamericano contra Irak. Si lo lograse, ser¨ªa una nueva edici¨®n, corregida y aumentada, de su ¨¦xito de noviembre. Sin embargo, no est¨¢ dispuesta a comprometer en el empe?o las relaciones con la que, mal que le pese, se convirti¨® en la ¨²nica superpotencia mundial tras la ca¨ªda del comunismo y la fragmentaci¨®n de la URSS.Este es el l¨ªmite en el que se enmarcan las explosivas declaraciones de Bor¨ªs Yeltsin (que advirti¨® del peligro de guerra mundial), las del ministro de Defensa ?gor Sergu¨¦yev (que dijo que estaban en juego los intereses vitales de Rusia) y las del de Exteriores, Yevgueni Primakov, (que neg¨® que la intervenci¨®n militar est¨¦ legitimada por la ONU).
Si Rusia fuera todav¨ªa no ya una superpotencia nuclear (que lo sigue siendo), sino el otro polo militar e ideol¨®gico de un conflicto a escala planetaria, podr¨ªa pensarse en un intento efectivo de disuadir a EE UU, es decir, de que funcionase el mecanismo del miedo, que forj¨® en la guerra fr¨ªa un mundo bastante m¨¢s estable que el actual sin que Washington y Mosc¨² llegaran a las manos. Es parad¨®jico que se hable ahora del empleo de armas nucleares cuando el mundo ya no est¨¢ dividido en dos bloques. Pero es dif¨ªcil que no se evoque este fantasma cuando, adem¨¢s de EE UU, hay otro pa¨ªs directamente implicado en la crisis, Israel, que tiene la bomba (unas 200, que nadie, por cierto, le exige destruir) y que probablemente la utilizar¨ªa si viese amenazada su existencia.
El propio Sergu¨¦yev demostr¨® el viernes con hechos, al acompa?ar a su hom¨®logo norteamericano William Cohen en la visita a un dep¨®sito nuclear ruso, que ten¨ªa poca sustancia su aviso del d¨ªa anterior: que un ataque a Irak perjudicar¨ªa gravemente la colaboraci¨®n militar entre los dos pa¨ªses. Rusia no puede permitirse ese lujo. Es la primera interesada en que se ratifique el tratado START II de limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas que bloquea la rebelde Duma; necesita el dinero y la t¨¦cnica de EE UU para que la destrucci¨®n de armas se efect¨²e sin una cat¨¢strofe ecol¨®gica; su maltrecha econom¨ªa no le permite embarcarse en una nueva carrera de armamento; y su m¨¢xima prioridad es la reconstrucci¨®n interna.
Por eso, ni Yeltsin ni su Gobierno dar¨¢n ese paso hacia adelante que podr¨ªa disuadir a Clinton, quien ya ha dicho que, en las actuales circunstancias, el niet ruso no significa para ¨¦l no. Hace 15 a?os tendr¨ªa que haber medido m¨¢s sus palabras. Pero en el Mosc¨² de hoy har¨¢n como que no han o¨ªdo esta expresi¨®n de menosprecio. Despu¨¦s de todo, si no hay guerra, Rusia dir¨¢ que se evit¨® gracias a ella. Y si la hay, afirmar¨¢ que hizo todo lo que pudo para evitarla. Para un pa¨ªs que hoy aspira tan s¨®lo a ser uno de los focos de un mundo multipolar eso es, hoy por hoy, m¨¢s que suficiente.
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